Si buscas pasar unos días de relajación y adentrarte en la bella naturaleza de nuestro país, Cantabria es tu sitio. Los cientos de rutas de La Liébana son una oportunidad para conectar contigo mismo y con los tuyos.
El paredón rocoso de Fuente Dé. De Potes a Fuente Dé, se pasa por Turieno. La iglesia de Santa María, de 1817, conserva restos de un primer edificio de 1511. La carretera lleva a Argüebanes, donde aún hay restos del cenobio de San Justo, y al Pico de San Carlos a través de bosques y pastos de alta montaña. Además, en Baró, en el barrio de Quintana, el templo de Santa María es el único recuerdo del monasterio de igual nombre, citado en el año 831. La puerta es apuntada, con arquivoltas de baquetón sobre cimacios con molduras y, sobre ella, las armas de Mendoza, Vega y Luna. Luego, aparece Bodía, donde están la ermita de San Acisclo y Santa Vitoria, con restos de una necrópolis medieval bajo ella. La vía pasa por Camaleño, capital del municipio; Tanarrio, villa natal de Rui Díaz Encinas de Linares, famoso militar de los Tercios de Flandes, y del escritor Rafael de Floranes; y Brez, donde destaca el retablo del XVII, con una talla de San Cipriano.
Otros rincones de La Liébana
El desfiladero de Tresviso. Desde Potes, se accede al valle de Cillorigo, puerta de Liébana por el desfiladero de La Hermida. La carretera N-621 lleva a Ojedo, parte del concejo de San Sebastián junto con Tama, Aliezo y Llayo. La iglesia, de 1958, conserva la puerta románica del templo viejo.
En Tama, un puente cruza el Deva. El ascenso lleva a Otero y a Viñón, donde estaba el monasterio de San Pedro, del año 828. De aquí, se puede subir al Pico San Carlos. En el otro lado, Colio tenía un cenobio, datado en el 952, bajo advocación de Santiago. De allí, se pasa a Pendes y Cabañes para ver el castañar de El Habario. Tama, puerta del valle de Bedoya, cuenta con seis pueblos: Cobeña, Trillayo, Pamareña, Esarios, San Pedro y Salarzón, donde crecen las viñas más importantes de la comarca.
La ruta pasa junto a Cillorigo-Castro, con casonas de gran porte, y Lebeña, que guarda el templo mozárabe de Santa María y edificios muy antiguos. Cruzada La Hermida, aparece el pueblo del mismo nombre y Bejes, en cuyas cuevas madura el queso picón. Desde aquí, una ruta de montaña conduce a Andara. A Tresviso, se accede desde Urdón, en pleno desfiladero, en constante ascenso y por un camino de gran belleza.
El mirador de Piedrasluengas
Desde Potes se va a Ojedo, para alcanzar el puerto de Piedrasluengas. El primer pueblo es Frama, a orillas del río Bullón, cuyo barrio de Lubayo conserva los restos del cenobio de Santa María.
Desde allí, una desviación a la izquierda lleva al valle de Valdeaniezo, donde encontramos varios pueblos destacados. Todos ellos recomendados para pasar, al menos, una noche.
La carretera deja atrás Cabariezo y llega a Cabezón de Liébana, capital del municipio, cuyo cementerio guarda la puerta y la capilla mayor de la vieja iglesia. Más allá, en Torices, hubo dos monasterios, dedicados a San Martín y Santa Cristina, y hay una iglesia con interesantes retablos, tallas populares y una preciosa pila bautismal. Antes de Puente Asnil, una vía a la derecha lleva a Piasca para admirar la iglesia románica de Santa María. El concejo tenía dos parroquias. Una, la formaban Piasca, Ubriezo, Aceñaba y La Casilla; otra, Tabarniego, Los Cos y Yebas. En ambas, los aperos de labranza están jubilados en cualquier rincón.
Para terminar, seguimos un bello recorrido que lleva a Vendejo y Caloca. Esta última, la villa más alta de Cantabria, conserva el templo románico de la Asunción. Cerca del puerto, Avellanedo y Valdeprado merecen una visita por sus edificios, hórreos, hornos… Y el mirador de Piedrasluengas ofrece una magnífica vista del valle de Liébana y de los Picos de Europa.
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