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Tresviso, la villa tras el abismo

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Tresviso ocupa un pequeño foso al abrigo de los escarpes calizos sobre el cauce del Urdón. Limita, según por donde lo mires, con la Jorcá de la Panda o los invernales de Prias, entre otros. En coche se llega desde el pueblo asturiano de Sotres y, desde Liébana, se sube andando por la garganta del Urdón.

El investigador jesuita, Eutimio Martino, afirmó que el nombre significa tras el abismo y que la senda desde el Urdón fue calzada romana. Sin embargo, no todos los autores coincidían. El pueblo de Tresviso se formó en el siglo VIII y era refugio inexpugnable contra invasores. La primera referencia escrita se hizo el 9 de mayo de 942, cuando Pedro y Honesto vendieron una tierra en Armaño a los monjes de San Pedro de Viñón y a los de San Martín de Turieno. Uno de los testigos del documento es Tallinu de Tresviso.

La historia de Tresviso

El catastro del Marqués de la Ensenada, de 1753, define Tresviso como villa y de señorío. Las tierras, de secano cadañero, no producían más de dos frutos al año, recogiendo trigo escanda, maíz o habas negras. Con la leche se hacía mantequilla y queso. Además, cuatro molinos harineros de una rueda servían a treinta y ocho vecinos, seis viudas y «dos naturales y habitantes».

El 14 de septiembre de 1881, una cacería de rebecos, llevó a Alfonso XII y a su hermana a la villa. El rey brindó con vino y comió queso picón y, con pandereta y tambores, se tocaron tonadas populares y el baile de El Trepeletré. Para ser reconocido, Alfonso XII hizo saber al alcalde, Juan María López, que iría cubierto. Tras saludar todos al alcalde, el monarca inquirió si ya sabía quién era el rey y el edil contestó: «¡Cómo no seas tú o yo!». A Alfonso XII le hizo tal gracia el saludo que nombró al alcalde Caballero Descubierto, por lo que fue al Palacio Real de Madrid vestido tradicionalmente: chaqueta, montera, calzón y corizas.

Por otro lado, la iglesia se levantó en 1904 con fondos del Marqués de Valdecilla. La parroquia vieja estaba a la entrada del pueblo, donde, hoy, se encuentra el cementerio. En 1959, los vecinos subieron los postes desde Urdón para instalar la electricidad. Entre 1965 y 1966, se hizo la traída de aguas y, en 1967, se edificó el ayuntamiento.

Liébana, comarca singular

Un peculiar emplazamiento entre elevadas cumbres hace de Liébana una comarca con características propias. Con una extensión de 550 kilómetros cuadrados, limita con Asturias, Palencia y León. Asimismo, conforma un amplio círculo o cazo definido por elevadas cumbres de más de 2.500 metros de altura. Por ellos discurren tres vías de comunicación con el exterior: el puerto de Piedrasluengas (a Palencia), el de San Glorio (a León) y el desfiladero de La Hermida (a la costa). Y tres ríos principales: el Deva, el Quiviesa y el Bullón.

Las montañas no solo ofrecen un subsuelo lebaniego muy rico, sino que convierten a Liébana en un islote climatológico seco y soleado, de tipo mediterráneo, pero refrescado por los vientos del noreste. Por ello, es posible encontrar encinas y alcornoques, olivos y almendros mezclados con bosques de tipo atlántico, como el hayedo y el robledal. Sin olvidar las vides, de cuyo fruto se elabora artesanalmente el tostadillo y el orujo.

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