Una espectacular mole granítica da la bienvenida a La Pedriza de Manzanares el Real. Tal vez, en un primer momento, el viajero puede llegar a sentir una sensación de hostilidad por las particulares formas de las piedras. Nada más lejos de la realidad. En La Pedriza se dan cita las rocas más singulares, bautizadas con originales nombres semejando curiosas formas.
Perfiles que contrastan con recoletas praderas y los diferentes ríos y arroyos que corren por sus venas. Centro clásico del excursionismo madrileño, este pedazo de tierra, encuadrado dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO, cuenta con frondosa vegetación en sus profundidades para terminar con una desnudez asombrosa en las cumbres. Todo un recorrido surcado por decenas de senderos.El Collado de la Dehesilla hace las veces de frontera entre las dos partes que forman este pedazo de sierra madrileña: La Pedriza anterior y la posterior. La erosión ha sido la «culpable» de dar unos perfiles singulares a las rocas. Curiosas formas que han sido bautizadas por la imaginación popular con los nombres más diversos: Peñas Cagás, El Pájaro, El Hueso, El Yelmo, Los Fantasmas, El Elefantito, El Cocodrilo, La Foca, La Maza, El Centinela, El Indio…
La afición por La Pedriza de Manzanares el Real como lugar idóneo para el excursionismo no es nada nueva. Seguramente hayan sido sus singulares rocas de granito, con las formas más dispares debido a la erosión, las que hayan atraído a generaciones anteriores a pasear por sus entrañas. Es uno de los lugares de la sierra madrileña más visitados. Bien para disfrutar de su paisaje, practicando el senderismo o bien para hollar sus cumbres, con la práctica de la escalada.
Si escaladores y senderistas acuden a La Pedriza de Manzanares el Real en busca de buenos paisajes y mejores puestas de sol, allí entre sus rocas, se abren paso el piorno y el jabino y también la jara, dejando paso en las cotas más bajas a los pinos, acebos, madroños, gayubas y extensos mantos verdes que yacen en las umbrías. Entre ellos juguetean los corzos, los jabalíes, trastean las ardillas, galopan los caballos y se esconden los zorros y tejones. Envidia sana provoca a los escaladores el gracejo y la desenvoltura con el que la lagartija serrana corretea por el granito y la arrogancia que demuestra la cabra montés en lo más alto de las cumbres.
Y los senderistas, ávidos andarines, surcadores de senderos, anhelan de vez en cuando, mirando al cielo, poder divisar algún día las impresionantes vistas que deben de tener los privilegiados ojos de los buitres, las águilas o los azores.
Pero no sólo senderistas y escaladores aman La Pedriza de Manzanares el Real. Por sus sendas, en el mes de octubre, comienzan a aflorar níscalos, setas de cardo o boletos, que hacen las delicias de los mejores comensales. Y los ciclistas, toman sus mejores curvas bajando la estrecha carretera del puerto de Quebrantaherraduras.
Por estos riscos pasaron multitud de civilizaciones y sus rocas se desprenden un buen puñado de leyendas, como la del Cancho de los Muertos; o aquellas historias de bandoleros que la tradición oral ha guardado hasta nuestros días. Y de forma más reciente, las gestas de los valientes y arriesgados escaladores.
Vías de escalada clásica en La Pedriza de Manzanares el Real
El Pájaro
El risco de El Pájaro es uno de los picos emblemáticos de La Pedriza Posterior. Su verdadero nombre es «Pinganillo», que equivale a los carámbanos que cuelgan de las canales cuando se hiela el agua de lluvia o se derrite la nieve. El risco toma esta forma, pero de manera invertida. Posteriormente, con el tiempo, tomó el actual nombre debido a que, su último tramo, asemeja la figura de una paloma. Las primeras tentativas de escalada se iniciaron en diciembre de 1913 por los hermanos José Manuel, Juan y Ultano Kindelan, grandes escaladores y conocedores de La Pedriza de Manzanares el Real. Su impronta está presente en un buen número de riscos de la sierra madrileña.
Los hermanos Kindenlan atacaron la pared por la cara oeste, tomando posteriormente la cara este y saliendo por la sur, aunque no consiguen coronar «la cabeza». Tampoco pudieron en 1916 Antonio Victory, Joaquín García Bellido y Juan Murillas. Será en abril de ese mismo año cuando una cordada encabezada por José Fernández Zabala llega hasta la cumbre, mediante un paso de hombros. En 1921 el grupo Iris Sport instaló una cadena de nueve metros para ayudar a hollar la cumbre. Durante la Guerra Civil, la cadena se quitó. Fue recuperada y trasladada al Refugio Giner de los Ríos. Actualmente se encuentra en el Centro de Interpretación que hay a la entrada del Parque Regional. Las vías que os recomendamos en este risco emblemático no sólo son las clásicas de El Pájaro, sino que forman parte de las vías clásicas de La Pedriza de Manzanares el Real.
La aproximación a El Pájaro se realiza desde el aparcamiento de Canto Cochino, tomando la autopista hasta la altura del Refugio Giner. Llegados a esta altura, continuar hasta tomar un camino a la izquierda.
El Hueso
El Hueso conocido antiguamente como Peñalarco, tomó el nombre actual debido a la forma que adquiere. Se comenzaron a abrir vías en los años 70 pero su época de apogeo fue en los 80. Cuenta con algunos de los itinerarios de escalada más bellos de La Pedriza, entre ellos la Tito Rolling Bus. Para muchos pedriceros, esta es la vía más bella de los riscos madrileños.
Para llegar a El Hueso, desde Canto Cochino, tomar la autopista en dirección al refugio Giner de los Ríos. A la altura del refugio en el Prado Pelucas, justo debajo del primero, sale un camino en dirección a El Tolmo. Pasado este, rápidamente sale un camino hacia la izquierda. Comenzar a ascender, siempre en dirección a la derecha, ya que nos podemos confundir con algún camino y despistarnos hacia Las Oseras. El tiempo aproximado de la llegada hasta el risco es de una hora.
El Yelmo
El Yelmo es, seguramente, el símbolo de La Pedriza de Manzanares el Real. Ya en el Libro de la Montería del Rey Alfonso XI, se menciona El Yelmo como lugar por donde jugueteaban los osos. Con el tiempo fue denominado Peña Diezmo, porque señalaba el punto donde se pagaban los tributos del Real de Manzanares. Ambos nombres coexistieron durante un tiempo. El primero por su forma física y el segundo, por su sentido «geográfico» o «fiscal».No es raro encontrar aquí a multitud de escaladores. Además de ser uno de los sitios clásicos de escalada, aquí se recuerda que se instaló el primer buzón alpino de la Sierra de Guadarrama, que hoy ya no existe. Hay multitud de vías.