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Castelló d´Empúries con aroma medieval

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Los secretos que guardan las piedras medievales de Castelló d’Empúries tratan de hacerse un hueco por sus estrechas calles. Secretos bien guardados que cuentan historias de los Condes de Empúries. Estos se instalaron en Castelló en el siglo XI, proporcionando a la villa su mayor etapa de esplendor.

La bella estampa de la iglesia de Santa María parece dominar el paisaje de esta villa. También conocida como «la catedral», es testigo del florecimiento y caída de esta villa. Anclada en los tiempos pasados, ha evolucionado sin dejar de lado su historia.

Aún es posible viajar en el tiempo y convertirse en un pícaro trovador que entraba a la villa condal por la Portal de la Gallarda. Y es que, tras la destrucción de Empúries, Castelló pasó a ser capital del Condado. De esta forma, el lugar se convirtió en una zona estratégicamente defensiva rodeada de murallas. Todavía es posible ver algunos lienzos cercanos al Portal de la Gallarda. Este es el único acceso que se conserva de las siete puertas que permitían la entrada al recinto.

La historia de Castelló d´Empúries

El núcleo se extendió tras la Edad Media, formando así el otro punto más interesante de la villa condal. Se trata del Puig del Mercaldar, un barrio donde se concentraban gran cantidad de artesanos y mercaderes. Y esto no es todo lo que se conserva. Muestra de ello es la fábrica de harina que todavía existe a las afueras del pueblo.

Los denominados cortals, casa o masía con terrenos dedicados a la agricultura o a la ganadería, conformaban la estructura económica de la ciudad. De las últimas centurias del anterior milenio son los conventos de San Agustí y San Domènec. También el lavadero público, lugar que no hay que marcharse sin visitar.

A pesar de la construcción en el siglo XX de Empuriabrava, Castelló ha sabido mantener intacto su pasado. Gracias a nuevas ideas combinadas con la tradición, el turismo no ha parado de crecer. Asimismo, también protegen la naturaleza que le rodea, como el Parque Natural de Aiguamolls.

Durante el atardecer, los barrios de Puig Salner y Puig del Mercaldal susurran el trajinar de centurias anteriores. Sonido de ruecas o carros también se palpan si buscamos el silencio. Y es que la denominada «villa vieja» no logra escapar de su historia.

La iglesia de Santa María

Esta iglesia comenzó a construirse en el siglo XIII. Lo hicieron aprovechando el lugar de una iglesia románica consagrada. Los Condes de Castelló quisieron que la villa albergase la sede episcopal del Empordà y ahí el motivo de su monumentalidad.

Claro exponente del gótico catalán, su planta la forman tres naves, una central más ancha y dos laterales. Estas últimas presentan la particularidad de que su altura es distinta a la central en algunos tramos.

Destaca, además, la belleza de la fachada principal, formada por seis arquivoltas que delimitan el tímpano y el frontón. Junto a esto y bajo las hornacinas, un zócalo con ventanas ciegas descansan en un banco. En el interior encontramos el altar mayor de piedra y el retablo del mismo realizado en alabastro.

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