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Palencia, capital del románico

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La provincia de Palencia alberga la mayor concentración de edificios y restos románicos de Europa. Una de las múltiples rutas que se podrían trazar por estas tierras parte desde el Barrio de Santa María hasta el pueblo románico por excelencia, Aguilar de Campoo. Este cuenta con un importantísimo centro dedicado por entero a este particular arte. Monumentos de original singularidad, con alguna que otra pequeña influencia del prerrománico asturiano y elementos orientalizantes, cuyos orígenes se remontan a la despoblación y repoblación del valle del Duero, marcarán este trazado palentino.

Aguilar de Campóo

De Palencia dice Víctor de la Serna que es una “provincia vertical, hecha de tantas comarcas aparentemente iguales, pero sustancialmente distintas, es la concentración más fuerte de motivos turísticos y arqueológicos que hay en España. Si se trata de la arquitectura románica, es la más rica concentración de Europa y por tanto del mundo”. Así, especialmente en el norte, entre las comarcas de Cervera de Pisuerga y Aguilar de Campóo se suceden multitud de iglesias, pórticos, capiteles, pilas bautismales, canecillos, fuestes decorados, ábsides y torres marcadas por la impronta del románico, joya de la historia del arte.

Difícil es poder visitarlos todos en varias jornadas. De ahí que sea preferible tomar alguna ruta para poder saborear estas particulares muestras. Entre Cervera de Pisuerga y Aguilar de Campóo, el viajero puede comenzar uno de estos itinerarios, que conviene hacer en coche y que pueden prolongarse más de una jornada. El barrio de Santa María cuenta con dos edificios dignos de elogio. Uno en el pueblo, que es la iglesia parroquial con pinturas ocultas en el retablo del altar mayor. Sorprendentes por su frescura, pertenecen a la escuela burgalesa.

Desde el propio pueblo, ocupando una falda de una colina cercana se divisa el otro monumento, que no es otro que la ermita de Santa Eulalia, destacando las pinturas de maestro sin duda leonés,de indudable esencia medieval con temas alegóricos al infierno y a los pecados. De ella podremos admirar la pureza románica del siglo XIII.

En lo alto de un risco se levanta la iglesia de Santa Cecilia, en Vallespinoso de Aguilar, donde sorprenden los conjuntos labrados en piedra arenisca de primorosa filigrana, más propias de arquetas árabes, comparables a las del maestro de Silos. De imaginación desbordante, destacan dentro los capiteles del arco toral y fuera la portada con un original friso prolongando los cimacios y capiteles del pórtico. No menos bella es la iglesia de San Pelayo en Perazancas de Ojeda.

En el pueblo se muestran orgullosos de contar en su templo con pinturas murales del mismísimo maestro de San Isidoro de León. Regidas por el naturalismo y las labores campesinas de su tiempo y entorno, el conjunto se cierra con un ábside de segura influencia lombarda y pirenaica. De él dicen que es el más antiguo de la comarca. Si a la entrada del pueblo recibe al visitante la iglesia del San Pelayo, una vez en el mismo, se levanta otro templo de factura románica, cuyo pórtico sobresale gracias a una arquivolta esculpida con personajes bíblicos, músicos con instrumentos antiguos y animales humanizados, además de unos capiteles primorosos con alguna que otra andanza de caballeros medievales descrita en los mismos.

De Perazancas es recomendable encaminar la ruta en dirección a Herrera de Pisuerga. Unos 500 metros antes de llegar a Olmos de Ojeda, en una finca particular por un paseo de chopos, se esconde una preciosa iglesia. Fue restaurada por los propietarios con muy buen gusto. Hay que llamar a la puerta de la Granja Santa Eufemia –que así se llama y alberga dos casas rurales- y esperar con paciencia a que salga la visita anterior.

El Templo cuenta con tres ábsides y son los restos de lo que debió ser un conjunto monacal esplendoroso, a juzgar por las numerosas muestras de capiteles y otros restos que se encuentran en un pequeño museo situado en una de las alas de la nave principal del templo. Todo es maravilloso en él. La bóvedas del crucero , los abocinados , los capiteles de las columnas interiores, sus frisos de taqueado jaqués , las proporciones, las tumbas, los canecillos, pero sin duda donde más esmero puso el maestro escultor fue en la portada Sur. Consta de dos arquivoltas, una en dientes de sierra y otra con motivos vegetales calados en la piedra y varios capiteles de filigrana, uno con dos mujeres-dragón-alado enfrentadas, que tiene el sello del escultor del más famoso y cercano monasterio: el de San Andrés de Arroyo.

Camino hacia Aguilar en Palencia

El trayecto continúa en dirección a Herrera, pues hay varios cruces que nos pueden despistar. A unos 2,5 km de Olmos se encuentra Moarves de Ojeda. En par de la carretera está su iglesia parroquial de San Pedro que es, a todas luces, la más llamativa de todo el románico del norte de Palencia. Entre otras muchas cosas, destaca por su rojo color en la piedra, sus arquivoltas en perfecto taqueado Jaques o nido de abeja, sus dos ventanas laterales, su pila bautismal, sus capiteles de dentro y de fuera. Pero, sobre todo, el impactante friso esculpido con los 12 apóstoles apostados a ambos lados de un pantocrator central rodeado de los símbolos de los cuatro evangelistas.

Su autor fue discípulo del maestro del friso de iguales características de la más famosa iglesia de Santiago de Carrión de los Condes en el Camino de Santiago. Por aquí entraron las mejores corrientes artísticas del medievo, que sembraron de iglesias primorosas todo el Camino, a la vez que influyeron de manera notable en el resto de las de la provincia y en general en toda la cornisa cantábrica.

Hay que dejar Moarves retrocediendo el paso hasta el primer cruce que hay que tomar a la derecha en dirección a Alar del Rey. A 3.5 km está el Monasterio de San Andrés de Arroyo. Monasterio Cisterciense con monjas de clausura que se ganan la vida haciendo una repostería deliciosa entre la que destacan los “raquelitos”, unos hojaldres exquisitos que, junto a las pastas de té y las tartas de encargo, constituyen por sí solo un motivo suficiente para hacer un alto en el camino.

La visita al conjunto se inicia en el claustro. Llamando al torno se accede a uno de los claustros mejor conservados del siglo XIII. Conserva tres alas románicas de doble columna, todas ellas sustentadas por capiteles perfectamente conservados y adornados. Todos ellos conservan , bajorrelieves vegetales que culminan en las esquinas con dos gruesas columnas que dan fama al todo el conjunto. Especialmente una de ellas que sostiene un capitel enorme y primorosamente tallado con penetraciones y calados en la piedra de casi imposible realización.

Hay en el claustro también, una increíble celosía de piedra calada por el mismo maestro escultor. De igual valía es la sala capitular, que conserva dos sepulcros románicos, uno de ellos de la fundadora del monasterio, Doña Mencía, en 1186 bajo protección del rey Alfonso VIII. Ya en el exterior merece la visita a la iglesia, así como los cultos que realizan las religiosas de clausura a través de un cristal dispuesto para ello.

Un adiós a San Andrés y la ruta puede continuar en dirección a Alar del Rey. Desde aquí a Aguilar de Campóo. A unos 4 kilómetros de Alar se toma un cruce a la derecha, pasando por un puente sobre el Pisuerga. Pronto se arriba Rebolledo de la Torre. Al fondo del pueblo se encuentra la iglesia, cerca de la torre que le da apellido al pueblo. Su mayor mérito estriba en el pórtico que protege la entrada a la iglesia, con unos capiteles valiosos y unos canecillos en el mismo pórtico preciosos con figuras de músicos artesanos y animales. La ventana del pórtico que da a poniente, esculpida por dentro y por fuera, es muy esbelta.

Y por fin, Aguilar de Campóo, pueblo que merece un reportaje por sí solo, pero que en pinceladas rápidas y en una visita no hay que marcharse sin admirar la iglesia de Santa Cecilia, en la subida al castillo, la colegiata de San Miguel, con su museo diocesano y el monasterio de Santa María la Real, hoy reconvertido en Instituto, contando además con su museo de románico y una magnífica librería sobre este particular arte.

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