En diciembre de 1999 se cumplieron mil años de la construcción de la mezquita del Cristo de la Luz, también conocida como «de Bab al Mardum», posiblemente el monumento más antiguo de Toledo y uno de los menos conocidos por los miles de visitantes que llegan a diario a la ciudad.
La precisión de la fecha conmemorativa viene dada por la inscripción fundacional que se conserva en lo que hoy es la fachada principal del edificio, donde, en caracteres árabes formados con ladrillo, puede leerse:
Esta fecha se correspondería con el periodo comprendido entre el 13 de diciembre de 999 y el 11 de enero de 1000, por lo que entre finales de este año y comienzos del próximo se cumplirá el primer milenario del edificio.
¿Quién era ese ibn Hadidi que hizo levantar el edificio? Algunos investigadores han podido precisar que sería miembro de una familia de gran prestigio en el periodo de la Taifa toledana, hasta el punto de que algunos de sus miembros llegaron a ocupar el cargo de visir. La situación de la mezquita, en uno de los barrios más antiguos de la ciudad, donde durante la dominación árabe debieron levantarse las mansiones de los más importantes personajes musulmanes de la época, refuerza esta idea.
La mezquita del Cristo de la Luz es uno de los más importantes de Toledo y uno de los menos visitados por los viajeros. De lo que sí hay más precisión es de la sucesión de avatares por los que ha atravesado este pequeño edificio a lo largo de su historia. Situada a pocos pasos de una puerta de la muralla conocida como Bab al Mardum (puerta tapiada) ello hizo que la mezquita recibiera también esta denominación, al haberse perdido su nombre original árabe.
Pero esta referencia nominal experimentó a lo largo del tiempo una transformación mucho más curiosa hasta deparar hoy la circunstancia de que una mezquita sea conocida con el nombre de «Cristo de la Luz».
Para entender este proceso de cambio debemos remontarnos al momento mismo de la reconquista de Toledo por las huestes cristianas comandadas por el rey Alfonso VI, en 1085. Una popular leyenda que todavía sigue siendo de las más relatadas en Toledo, nos habla de que cuando los ejércitos cristianos entraron en la ciudad, precedidos por el monarca, el caballo de este cayó de rodillas al llegar justo a la altura de la mezquita; para más precisión, en el lugar que hoy está marcado con una piedra blanca en el pavimento. (Otra versión señala que fue la cabalgadura del Cid Campeador la que se vio en dicho trance).
En cualquier caso, todos los esfuerzos por intentar que el animal se pusiera en pie resultaron valdíos, lo que inmediatamente se interpretó como un signo divino. Por esta misma inspiración alguien decidió entonces excavar en un muro del edificio y allí apareció la imagen de un Cristo crucificado junto a una lamparilla de aceite que se había mantenido inexplicablemente encendida durante los más de 300 años, en el lugar donde los cristianos ocultaron la sagrada imagen para evitar su profanación por los musulmanes cuando éstos ocuparon Toledo.
Leyendas al margen, lo que sí parece muy probable es que la mezquita se levantara en su día sobre el solar que ocupó anteriormente una iglesia visigoda, como lo probaría el reaprovechamiento de los capiteles con decoración foliada todavía reconocibles.
Bismala (En el nombre de Allah). Hizo levantar esta mezquita Ahmad ibn Hadidi, de su peculio, solicitando la recompensa ultraterrena de Allah por ella. Y se terminó, con el auxilio de Allah, bajo la dirección de Musà ibn’Alí, el arquitecto, y de Sa’aada, concluyéndose en Muharram
del año trescientos noventa.
En 1182 el arzobispo Gonzalo Pérez pone la antigua mezquita, convertida ya en iglesia cristiana, a disposición de los Hospitalarios bajo la advocación de la Santa Cruz, según se la denomina en los documentos mozárabes del siglo XII. Al edificio se le adosa un ábside poligonal decorado exteriormente con dos órdenes de arcos y, en el interior, por pinturas románico-mudéjares que en la actualidad se conservan bastante deterioradas. De aquí, y sin que se haya podido establecer todavía por qué razón, el nombre de Cristo de la Cruz se transformó en Cristo de la Luz, igual que la imagen de la Virgen que se veneraba en la misma ermita.
La mezquita permaneció casi oculta durante muchos años por la casa del santero, adosada a su fachada principal, hasta que en 1899 González Simancas descubrió la inscripción fundacional, realizada en ladrillo, la cual pudo ser leída poco después por Amador de los Ríos. A principios de este siglo fue derruida la citada casa y restaurada la mezquita.
El edificio
Tiene planta cuadrada, de 7,74 por 8,60 metros de lado. Cuatro columnas con capiteles visigodos dividen el espacio en tres naves paralelas cruzadas en sentido contrario por otras tres que generan nueve compartimentos comunicados entre sí por arcos de herradura, hechos de ladrillo y cubiertos por nueve bovedillas de crucería de tipo califal entre las que destaca la central a un nivel más elevado que las restantes. En el lado sureste, correspondiente al muro de la qibla, sobresalía el mihrab, el cual ha desaparecido completamente y que, según Gómez Moreno, era de base cuadrada y de dimensiones ligeramente superiores a la de cualquiera de los tramos. La altura del edificio es de 8 metros, alcanzando los 10,30 m. en el cupulín central.
La Mezquita del Cristo de la Luz, o de Bab al Mardum, pertenece a un tipo de edificación localizada tanto en Túnez como en Al Andalus y Egipto, caracterizada por una estructura cuadrada de pequeñas dimensiones y, según el investigador Geoffrey King, ocuparía el quinto lugar por antigüedad entre las que se conservan de tales características en el mundo.
Pero su importancia principal, desde el punto de vista artístico, reside en haber servido como modelo –«una copia» dice el profesor Christian Ewert– de la arquitectura califal de Córdoba y, en concreto, de la mezquita mayor de aquella ciudad. Así, las fajas de decoración simulando dientes de sierra y los arcos lobulados entrelazados que se ven en las fachadas de la mezquita toledana, al igual que sus bóvedas de crucería, corresponden a modelos ya utilizados en Córdoba. Pero además, en la mezquita del Cristo de la Luz nacen las fábricas y los arcos decorativos que habrán de caracterizar las iglesias mudéjares toledanas.
En la actualidad, el edificio pertenece al Arzobispado de Toledo y depende de la parroquia de San Nicolás. Se halla junto a unos pequeños jardines que constituyen una grata sorpresa para el visitante, desde los cuales se accede a la parte más alta de la cercana Puerta del Sol.
La visita a este histórico lugar no se encuentra incluida en los grandes circuitos del turismo toledano y sólo es posible realizarla si se contacta con el guarda que se ocupa de su conservación.