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Juegos tradicionales y deportes en Castilla y León

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La cultura y el juego son dos conceptos estrechamente asociados, ya que no solo se juega, sino que se transmite cultura. La comunidad castellano-leonesa es muy rica en manifestaciones lúdicas y deportivas de carácter autóctono y tradicional. Juegos que se vinculan a la historia y son reflejo de una cultura que se dispone relacionada con un marco geográfico muy determinado.

La cultura es algo compartido por los miembros de una sociedad. En este contexto, y en un sentido amplio, es un todo complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y cualquier otra aptitud o hábito adquirido por el hombre como parte de dicha sociedad. Es un comportamiento simbólico adquirido y compartido cuya función es ser guía de la acción colectiva e individual del ser humano. Y es, también, un conjunto integrado de componentes interrelacionados entre los cuales se encuentran los juegos y deportes tradicionales.

De forma general, la cultura, como elemento generado por el ser humano, participa de los procesos de transmisión entre individuos del mismo marco cultural integrando a sus miembros dentro de sí. Así, ocurre cuando los niños intentan jugar con los materiales propios de los adultos, en su deseo de cruzar la frontera que divide niñez de madurez.

Sobre ello, el mejor ejemplo corresponde al valor que tenía antaño la posibilidad de que los jóvenes pudieran participar en un corro de lucha junto con los mayores. Eran los más jóvenes los que desarrollaban los primeros combates, permitiéndoles, en un futuro, aspirar a participar con los adultos más experimentados. En este contexto, el juego desempeña el valor de conducir al ser humano hacia los parámetros que caracterizan la vida de acción social del grupo humano sobre el que desarrolla su vida.

Juegos tradicionales y deportes de Castilla y León
Juegos tradicionales y deportes de Castilla y León

A la par, de la misma forma que la cultura se genera dentro de sí, existe transmisión en el contacto de diferentes grupos, lo que suscita el intercambio y la modificación de las costumbres que caracterizan a cada sociedad. Los juegos de bolos, por ejemplo, experimentaron, entre los siglos XIII y XIV, una influencia del sur de Francia, hasta el punto que del francés bille derivaron bitla y bidlla, con las que, posteriormente, se acuñó el término birla, palabra que aún designa determinados juegos de bolos. También tuvo influencia la llegada del caucho a Europa procedente de Iberoamérica, pues revolucionó el material empleado en los juegos de pelota del siglo XVIII, dando lugar a las actuales manifestaciones autóctonas.

Origen y evolución
Como causas originarias de los juegos y deportes autóctonos presentes en Castilla y León se deben distinguir la actividad económica o laboral; la acción bélico-militar y de supervivencia; y las lúdico-festivas y religiosas. Las primeras son propias de la necesidad del hombre por encontrar recursos naturales que le permitieran sobrevivir día a día. De ellas, surge, entre otros, la corta de troncos de las provincias de Soria y de Segovia que combina la obtención de madera para la construcción de muebles, casas y carbón, con la posibilidad de demostrar, ante un posible desafío, quién es más hábil y diestro en el desarrollo de una faena laboral. En el contexto de las segundas, se origina la utilización de la lucha para salvaguardar a los colectivos humanos frente a las agresiones externas de su entorno y surge una forma de demostrar la valía del sujeto mediante el dominio corporal del adversario, significando, en la actualidad, el fenómeno deportivo de la lucha leonesa.

Por último, las actividades lúdicas, recreativas o festivas han sido una constante humana, apareciendo reflejadas en sus primeras manifestaciones culturales. Al respecto, se deben mencionar algunas modalidades de los juegos de bolos, que implican, simbólicamente, la representación de la lucha entre el bien y el mal. El espíritu festivo y el afán competitivo del ser humano crean las condiciones para el desafío y el reto. No hay duda de que muchos de estos juegos han tenido como base el sentido lúdico que caracteriza al hombre, como por ejemplo la carrera de la rosca que se disputaba en la leonesa Villacidayo, o el juego de la cucaña.

El marco en el que, predominantemente, se han desarrollado y aún se practican estas actividades, aunque no de forma exclusiva, es el rural. De forma general, se practican de forma local y se transmiten vía intergeneracional, exigiendo aptitudes muy particulares que afectan a la condición física de los sujetos, a la estrategia, a la suerte o a la combinación de estos tres elementos.

Pero no han surgido tal y como se conocen actualmente, sino que han experimentado un desarrollo a partir de una reglamentación sencilla, creada para matizar y dar sentido a la lógica interna del juego. Esto permite que la normativa pueda variar de una zona geográfica a otra y que los propios participantes puedan modificarla por o mediante negociaciones y contratos, ya que los instrumentos y terrenos de juego no estaban, en la mayoría de los casos, delimitados y estandarizados. La evolución, el paso del tiempo y el mayor número de relaciones entre los individuos y entre las diversas culturas han desembocado en la normalización estricta de las pautas externas (reglamentación) que rigen la lógica interna del juego y que persiguen la universalización de la actividad, fenómeno protagonista del deporte moderno y que conlleva la unificación de normas, instrumentos y terrenos de juego. Igualmente, se produce el cambio en las técnicas de ejecución que provocan la aparición, en la actualidad, de una práctica sistemática de determinados aspectos para mejorar el rendimiento.

De forma general, los deportes autóctonos en Castilla y León tienen una reglamentación sencilla, en algunos casos, mínima, siendo antaño convenida de forma oportuna en el momento del juego, lo que implicaba que éstos pudieran variar en gran manera, en cuanto a materiales, lugares y normas, tal y como sucedñia entre los pastores con la calva en Salamanca y Avila, donde utiliza como blanco una pieza de madera, mientras que, en Zamora y Palencia, es el asta de una res.

Juego de Bolos
Entre los juegos tradicionales practicados en el Siglo de Oro español como birlos, adquirieron el término de bolos asimilando el nombre del elemento usado para impactarlos y que, en algunas formas de juego, coincidía con una bola esférica, detalle corroborado por Sebastián de Covarrubias, en 1611, al afirmar que «de bola se dijeron bolos, juego ordinario en España».

El Diccionario de Autoridades (1726) lo describe, sucintamente, adaptado a la generalidad de los juegos practicados por hombres: «Juego bien conocido en España, que consiste en poner sobre el suelo nueve bolos derechos, apartados entre sí como una cuarta, y a veces menos, y formando tres hileras igualmente distantes, y más adelante se pone otro, que se llama diez de bolos; y tirando con una bola desde una raya que se señala, gana los que derriba como pase del diez, porque si se queda antes es cinca, y aunque haya derribado bolos no los cuenta: y desde el paraje donde paran las bolas se birla después».

Hoy, los juegos de bolos pueden clasificarse según necesiten la precisión en el lanzamiento de la bola (a derribar), o busquen golpear y enviar los bolos lo más lejos posible (de pasabolo). En aquellos, se pueden realizar dos tiradas diferentes. En la primera, se intenta derribar la mayor cantidad de bolos y que la bola realice determinados recorridos en el suelo para una mayor puntuación. Si la bola, siendo válida, se para en el espacio del birle, se efectúa la segunda tirada. En pasabolos, se debe golpear los bolos con un proyectil, no necesariamente esférico, para enviarlos lo más lejos posible. Para ello, los jugadores se colocan muy cerca de los bolos. En ocasiones, se permite un segundo lanzamiento, desde gran distancia.

Juegos de bolos.- Bolo Leonés (media bola y bola redonda), Bolo Tres Tablones, Bolo Palentino (llano, media bola y femenino), Bolo Ribereño, Bolo Femenino Segoviano, Bolo Burgalés, Pasabolo de Tablón, Bolos Maragatos, Bolos Bercianos y Bolillos.

La Calva
Fueron, probablemente, los pastores quienes, para distraer los momentos de hastío, colocaban el asta de una res o macho cabrío en el suelo y le lanzaban piedras desde una distancia convenida para tocarla. Extendida en buena parte de Castilla, sobre todo, en Salamanca, Avila, Zamora y Valladolid, actualmente, el jugador lanza sobre la calva (objeto de madera usado como blanco), un cilindro metálico, el marro. Se debe impactar el mayor número de veces en la calva. Varia en Palencia y Zamora, donde utilizan como blanco el cuerno de un animal y, como proyectil, una piedra.

La Llave
Se juega en algunas localidades de El Bierzo (León) como Molinaseca. Practicada en recintos cerrados como las bodegas de los pueblos, el juego utiliza dos elementos metálicos: la llave y los tejos. La primera, un hierro clavado en el suelo que puede tener unas aspas giratorias, se debe tocar con los tejos. El equipo campeón por mayor número de impactos disfruta del porrón de vino o de las viandas apostadas previamente.

La Tanga
Extendido por toda la geografía española, aunque con diferentes nombres. Emplea unas fichas metálicas o tostones, una pieza de madera o tanga y una chapa o moneda que se coloca en la parte superior de aquélla. Los tostones deben derribar la tanga y quedar más cerca de la chapa que ésta de la tanga. Para apostar, todos los jugadores colocan un número igual de monedas encima de la tanga. El orden de tirada se establece por sorteo. Cada jugador lanza tres tostones o pulsos para tirar la tanga y lograr que las monedas queden más próximas a los tostones, en cuyo caso pasan a su posesión. Si no es así, se levanta la tanga, se colocan nuevamente las monedas y lanzan los demás jugadores.

La Rana
Juego de lanzamiento de precisión múltiple, donde se intenta introducir diez fichas o discos de hierro en los múltiples agujeros que existen en la mesa de la rana. Algunos de ellos tienen obstáculos que dificultan la precisión del lanzamiento. Las partidas se celebran a diez tiradas. La rana da cincuenta puntos; el molino, veinticinco; el puente, diez; y el resto, cinco puntos.

El Billar Romano
El billar romano es un juego de bolas. Aunque se cree que procede de los antiguos pasatiempos romanos, realmente recibe tal nombre porque uno de los primeros carteles anunciando un concurso tenía pintado un jugador romano. La actividad se desarrolla en un recinto cerrado, en cualquier época del año. El terreno de juego es octogonal y se encuentra por debajo del nivel del suelo. Consta de una bola pequeña, denominada bili, y ocho bolas (cuatro, blancas y cuatro, negras), que corresponden a los equipos participantes. La puntuación se otorga en función del número de bolas del mismo equipo que queden más cerca del bili, siempre y cuando no haya más próxima ninguna del contrario. Cada bola vale un punto. Casa Marcos (C/ Buscarruidos, 15) y Bar Oviedo (C/ San Juan de las Monjas, 8), en Zamora son lugares ineludibles para disfrutar de este juego.

Lanzamiento de Barra Castellana
«De estas (barras) tienen en los molinos para levantar las piedras de ellos, y los molineros, que de ordinario son hombres de fuerzas, suelen tirar con ellas y hacer apuestas». Así refiere Sebastián de Cobarrubias, en 1611, este juego que, en la actualidad, se ha extinguido. Su práctica consistía en el lanzamiento a pecho, desde el pate, de un barra metálica de setenta y cinco centímetros de longitud y cinco kilogramos de peso. El lanzamiento era nulo si la barra giraba en el vuelo por su eje transversal o si salía del terreno marcado. Ganaba el lanzador que conseguía enviarla lo más lejos posible.

La lucha leonesa
Antaño, a las romerías leonesas acudían muchos para no perderse el famoso corro del aluche. La romería se iniciaba con la misa, a la que seguía la relación social, el festejo, la comida, la bebida y una buena charla. Luego, la gente iba al prao, lugar escogido para celebrar los aluches y los bailes. Allí, se formaba el corro, donde tenían lugar los aluches. La gente se sentaba alrededor formando un amplio círculo y, a la voz de «¿Hay quien luche?», se producía el primer reto. A partir de ese momento, salían al corro jóvenes y no tan jóvenes a luchar con el retador. El que era derribado se eliminaba para el resto de los aluches y el vencedor seguía en el corro hasta que fuera derribado.

Actualmente, los luchadores están agarrados al cinturón del adversario e intentan derribarse mutuamente con la intención de que el oponente, al caer, toque el suelo con la espalda. Gana el luchador que consigue sumar más puntos durante el combate.

La Corta de Troncos
Las competiciones de corta de troncos con hachas prácticamente no existen, limitadas a algunos concursos de destreza. En Soria, se realiza en pueblos pinariegos, como Tardelcuende, Quintana (al sur de la capital), Covaleda, Navaleno, Duruelo y San Leonardo de Yagüe (en la Comarca de Pinares), junto con Vinuesa y otros pueblos cercanos de la provincia de Burgos. El entorno se caracteriza por abundantes bosques de pino, principalmente, albar y, también, negral. Por ello, la profesión de leñador o hachero está directamente vinculada con los participantes en competiciones y concursos. Quizás, tenga algo que ver también con los carboneros, aunque apenas existen. La prueba consiste en cortar tres o cuatro troncos, colocados horizontalmente en el suelo y sin ninguna sujección, en menor tiempo que el resto de competidores. La prueba puede ser individual o por parejas.

Hay constancia de esta actividad en Segovia, de donde la Federación de Deportes Autóctonos de Castilla y León recoge un reglamento marcado por la esencia de las pruebas del País Vasco y Navarra. Esta modalidad, se caracteriza por cortar con hacha lotes de madera de indeterminadas medidas en la comparación de lotes, en el menor tiempo posible. Se usa, fundamentalmente, pino. Hay dos formas de cortar: la horizontal (con la madera tumbada y clavada en travesaños para facilitar su corta) y la vertical (el tronco fijado perpendicularmente al suelo).

Por Juan Carlos Martín Nicolás. Profesor de la asignatura Juegos y Deportes Populares 
del Instituto Nacional de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (INCAFD)

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