Almohades y Almorávides atravesaron el Estrecho de Gibraltar y aposentaron su valor y su saber en muchos puntos de la Península Ibérica. De ellos, es el gran mérito de haber extendido Al-Andalus a lo largo y ancho de Portugal.
El Estrecho de Gibraltar ha sido, durante siglos, un puente de intenso azul hacia la Península Ibérica para fenicios, griegos, cartagineses, romanos, árabes y bereberes. Quizás, por ello, el azul fue, también, el color elegido por los almorávides para cubrirse la cabeza y el rostro.
Surgida en el siglo XI, en las mismas entrañas del desierto magrebí, esta dinastía pisó el suelo de la antigua Al-Andalus en respuesta a la llamada de Al Mutamid, rey sevillano atenazado por la presión cristiana sobre sus territorios. Por caminos de caravanas transaharianas y africanas, siguieron sus huellas los almohades.
Pisadas que el viajero se encuentra en un itinerario de paisajes de olivos y acogedoras campiñas que vuelven a ver el mar en la desembocadura del Tajo. Estos son los escenarios ibéricos de dos pueblos que impulsaron un pujante imperio que ascendió por el Sáhara a través del principal camino caravanero del Africa Occidental.
«Desde esta montaña a Algeciras hay seis millas; está aislada y en redonda en su base; del lado del mar existen extensas cuevs por las que corren fuentes de agua». Así describió el geógrafo y cartógrafo ceutí Al Idrisi la montaña de Tarik, la que, hoy, se conoce como Gibraltar, en el siglo XII. Desde este emplazamiento, parte uno de los recorridos del Itinerario Cultural de los Almorávides y Almohades, cuya primera parada se interna en Tarifa. El laberinto de cuestas y callejas delatan su origen medieval y el visitante no puede dejar de contemplar el panorama que se ofrece desde el adarve de las murallas de color gris plomizo que aún se conservan. En la actualidad, las costas de Tarifa se han visto convertidas en meca y destino del windsurf europeo.
La ruta crece por pueblos andaluces que se entrecruzan en un apellido común. De la Frontera no es otra cosa que el permanente recuerdo de más de doscientos años de escaramuzas entre musulmanes y cristianos. A través de paisajes apacibles de viñas y tierra albariza, aparece Jerez de la Frontera en cuyos rincones está la huella viva de la pertenencia de este emplazamiento al dominio almorávide y almohade, hasta que cayera, finalmente, en las manos del rey Alfonso X. Por tierras gaditanas, el itinerario andalusí conduce desde el Estrecho al poniente peninsular, hasta Sevilla, la opulenta metrópoli de la época y capital almohade, para, luego, dirigirse a Niebla. Desde aquí, se abrirá, más tarde, de las llanuras del territorio extremeño al verdor del portugués.
Bajo Alentejo
En un cerro al borde del río Arade, en medio de una fértil cuenca, encuentra acomodo la ciudad de Silves. Desde cualquier ángulo de la población, es posible divisar su alcazaba, de irrefutable sello almohade y levantada sobre anteriores obras de taifas y de califas. Permanece flanqueada por un muro de once torres, alzado en la arenisca rojiza del lugar y, en su interior, el viajero descubre restos de manzanas de casas y otros lugares destinados a la Plaza de Armas.
Continuando el itinerario y remontando la serranía costera del Algarve, por el bajo Alentejo, se llega a la ciudad de Mértola, cuyo casco urbano surge encima del espolón rocoso formado por la bella junta de los ríos Guadiana y Oeiras. Aunque después transformada para el culto católico, la mezquita almohade de esta ciudad es un monumento único en Portugal y, sin duda, aún es capaz de sorprender al viajero junto al imponente espigón del embarcadero que parte de la muralla de la ciudad para morir en el río. El espigón fue levantado por los romanos y, posteriormente, utilizado por los árabes. Hoy, es testimonio de una frenética actividad portuaria.
A continuación, siguen la ruta la ciudad de Beja, considerada por los geógrafos árabes como una de las villas más antiguas de todos los territorios que se reunieron bajo el nombre de Al-Andalus, y la de Evora. La, hoy conocida, como cerca velha, es una muralla romana de granito bien visible a vista de pájaro y que fue remodelada entre el final del dominio almorávide y la llegada de los almohades tras servir como perfecto escondite de rebeldes durante siglos.
«Desde Silves a Alcázar, cuatro jornadas. Alcázar es una bonita ciudad de regular extensión construida en la orilla del Satubar (Sado). Su orilla está rodeada por todas partes de bosques de pinos y con ellos se construyen allí embarcaciones. La comarca es naturalmente muy fértil, produce en abundancia leche, manteca, miel y carne. Desde el Alcázar hasta al mar hay veinte millas, y de Alcázar a Evora, dos jornadas». Al Idrisi se refirió a la ruta de Poniente hacia la localidad de Alcacer do Sal, resguardada por el estuario del Sado. Los paños de muro que aún subsisten en estas tierras pueden relacionarse, de forma directa, con la alcazaba de Badajoz y con las murallas de Cáceres, reedificadas por los africanos antes de la definitiva caída del Algarbe musulmán.
Ciudad Andalusí
Lisboa fue la ciudad más occidental de Al-Andalus y, por ello, también se incluye en este recorrido zigzagueante que sigue los pasos de las dinastías africanas que establecieron su capital en la enigmática ciudad de Marrakech, a los pies del macizo montañoso de Atlas. Los cronistas dibujaron con exactitud la ciudad lisboeta durante los siglos XI y XII: sobre un cerro abierto al estuario del Tajo, el mar de Paja, se alzó la alcazaba del Gobernador, el actual castillo de San Jorge. Un recorrido por el centro de la ciudad, por cuestas, escaleras, callejones, patios y jardines sumergen al paseante en el trazado inequívoco de una ciudad inequívocamente andalusí.
Lugar de marineros y comerciantes por su incesante actividad portuaria y último lugar del mundo islámico antes del desconocido Océano, Lisboa dio cabida a una amplia comunidad mozárabe que vio cómo la mezquita mayor fue sustituida por la iglesia-catedral, la Sé. Antes, en 1147, el Islam perdió, definitivamente, la apreciada Lisboa tras sucumbir al asedio mantenido por tierra y por mar, descrito por José Saramago en su libro Historia del Cerco de Lisboa.
El itinerario continúa atravesando Santarem, Badajoz, que fue incorporado por los califas almohades a su vasto imperio, Sagragas y Cáceres, ya cerca de la antigua línea divisoria del reino de León y lugar donde se hicieron fuertes almorávides y almohades durante cerca de dos siglos. Su recinto amurallado y su casco medieval conocieron aquellos días de luchas fronterizas.
Los itinerarios del Legado Andalusí
El Legado Andalusí pretende potenciar interacciones culturales y sociales entre Africa, Iberoamérica, en el mundo árabe y Europa.Además del Itinerario Cultural de los Almorávides y Almohades, El Legado Andalusí impulsa otros dos recorridos que transcurren por la Península Ibérica. Uno, discurre por el Guadalquivir y la Meseta e integra las poblaciones de Carmona, Ecija, Córdoba, Arjona, Andújar, Jaén, Alcalá la Real, Baeza, Ubeda, Navas de Tolosa, Calatrava la Vieja, Alarcos, Consuegra, Uclés y Talavera la Reina.
El otro se extiende hacia oriente atravesando Ronda, Málaga, Antequera, Granada, Guadix, Aledo, Murcia, Orihuela, Cieza, Elche, Villena, Biar, Játiva, Valencia, Palma de Mallorca, Cuenca y Zaragoza. El itinerario también discurre por tierras africanas, fundamentalmente, por algunas de las ciudades que representan la tradición bereber y presahariana, tales como Marrakech, Tinmel, Fez, Casablanca, Kenitra, Tetuán o Tánger.
Mediante la puesta en marcha de estas rutas e itinerarios, que no dibujan únicamente recorridos físicos o históricos senderos, se pretende vertebrar las vías de cooperación en el seno de la cuenca mediterránea y el fomento del turismo cultural. El Legado pretende potenciar tanto al diálogo político-cultural como el interreligioso entre las diferentes culturas. Igualmente, trabaja para propiciar interacciones culturales y sociales entre Africa, Iberoamérica, el mundo árabe y Europa.
El Legado es una iniciativa de las Consejerías de Cultura, Turismo y Obras Públicas de la Junta de Andalucía, conjuntamente con el ICMA (Instituto de Cooperación del Mundo Arabe) y diferentes universidades.
El Legado Andalusí. C/ Mariana Pineda, s/n. Edificio Corral del Carbón, 2ª planta. 18009 Granada. Tel.- 902 19 51 95 / 958 22 59 95. Fax.- 958 22 86 44.
La vegetación de la fortaleza de Silves recuerda un escenario africano. Desde el desierto
En el siglo XI, un grupo de bereberes, lejanos ancestros de los tuaregs, surgen con fuerza del desierto magrebí para iniciar una renovación religiosa y una unificación política y de carácter territorial. Los llamados almorávides o al morabiun fundaron la ciudad de Marrakech e hicieron respirar a un imperio que se extendió desde Argel hasta el Atlántico y desde Zaragoza a Senegal. Otro grupo de bereberes, conocidos como almohades, recogieron este testigo, que se tradujo en las artes, particularmente, en la arquitectura y en similares argumentos de pureza espiritual.
Datos prácticos
La Ruta Almohades-Almorávides descrita parte de Gibraltar y abarca dos provincias de Andalucía, Extremadura y varias ciudades de Portugal, entre ellas la capital lusitana. Por ello, es tarea difícil recomendar hoteles y restaurantes que se encuentren dentro del itinerario, pues el viajero debe buscar un alto en el camino en aquel momento en que las fuerzas flaqueen y el cuerpo solicite algunas viandas para reconfortar el ánimo.
No obstante, en las diferentes oficinas de turismo se puede encontrar información sobre los establecimientos hosteleros. Las gentes del itinerario tienen un carácter afable por lo que tampoco resulta nada difícil conseguir información sobre un buen hotel o un buen restaurante, de acuerdo con los gustos y las posibilidades.
Información Tarifa. Plaza de Santa María, 3. Tel.- 956 68 41 86.
Información Jerez. C/ Alameda Cristina, 7. Tel.- 956 33 11 50 / 33 11 61. Fax.- 956 33 17 31.
Información Sevilla. (Oficinas en Avda. de la Constitución; Aeropuerto de Sevilla; Estación de Santa Justa; Paseo de las Delicias y Arjona, 28). Tel.- 95 444 91 28 / 453 76 26 / 423 44 65 / 450 56 00.
Información Beja. Rua Capitao J.F. de Sousa, 25. Tel.- 084 236 93.
Información Evora. Plaça do Giraldo, 71. Tel.- 066 226 71.
Información Lisboa. Palacio Foz. Praça dos Restauradores. Tel.- 01 346 70 31 / 346 25 31.
Información Badajoz. Plaza de la Libertad, 3. Tel.- 924 22 27 63.
Información Cáceres. Plaza Mayor, 33. Tel.- 927 24 63 47.
* Julia Saiz-Pardo es miembro de El Legado Andalusí. Las fotografías pertenecen al Archivo fotográfico de El Legado Andalusí.