En el recóndito valle de Valdeolea se levantan una docena de pequeñas iglesias románicas. Pertenecientes al siglo XII, son muy interesantes desde el punto de vista del románico montañés.
Sumidas en una retahíla de pueblos minúsculos, destacan las verdes praderas de Valberzoso, Mata de la Hoz y Santolalla-La Loma. Y es que en este valle de Valdeolea nos sumimos en una especie de trance. ¿El motivo? Es centro de interés histórico artístico desde tiempos remotos.
Las pinturas de Valdeolea
A lo largo de toda la zona destacan las pinturas. Las hay de todos los tipos. Las pinturas con una fuerte componente hierática y simbólica , representan diversas escenas del nuevo testamento. Estas se refieren principalmente a la vida y pasión de Cristo. La última cena o La matanza de los inocentes son solo algunos ejemplos de ello.
Por otro lado, se encuentras las pinturas románicas. Son las que más se repiten en la zona sur de Cantabria. Además, se cree que es porque tomaban como modelo la planta de la cercana Colegiata de San Pedro de Cervatos.
En los valles del sur de Cantabria comienzan a aparecer iglesias que añaden a su fábrica románica elementos arquitectónicos protogóticos, como arcos apuntados o decoración propia de la época. Por este motivo, las ermitas e iglesias de la zona se pueden datar en torno a la segunda mitad del siglo XII.
La autoría del arte
En cuanto a las influencias artísticas que actúan en Valdeolea hay que hacer distinciones. Por una parte, destaca el foco costero como referencia. Por otra, el estilo gótico en grandes catedrales de la zona.
La cronología que podemos aplicar a estas pinturas al fresco viene determinada por la aparición de una inscripción con fecha en la iglesia palentina de Valberzoso. Según esta, las pinturas fueron ejecutadas en 1483 y si tenemos en cuenta la similitud de estilo, iconografía, etc., las pinturas del valle cántabro deben estar situadas en la segunda mitad del siglo XV, estilo hispano-flamenco, aunque de tradición gótico lineal (siglo XIII).
Sobre la autoría de las pinturas se conocen pocos datos. Podemos pensar que un grupo de canteros-pintores nómadas contratados para decorar las iglesias, fueran sus artífices; es posible que las pinturas las realizaran varios de estos artistas anónimos que recibían las directrices (el jefe de la obra, que sería el encargado de trazar sobre el yeso los perfiles de las figuras, para que, aún estando húmedo el revocado, los aprendices rellenaran los espacios dibujados por su maestro; también cabe la posibilidad de que algunos aprendices copiasen la técnica de un artista y la reprodujeran en sus trabajos de encargo. Esto se puede deducir al contemplar la única inscripción que sobre la autoría de las pinturas se conserva en la iglesia de Sta. Eulalia en La Loma: «Joannes aprhendica» (Juan el aprendiz), aunque no se puede afirmar con rotundidad, ya que hay otras palabras que resultan ilegibles.
La técnica en Cantabria
La técnica utilizada por los «pintores anónimos» de las iglesias con pinturas murales de Valdeolea, es una mezcla entre dos modos de lo más conocidos. Es la mezcla entre la pintura al fresco y el retoque al temple.
Es importante destacar que el fresquista tiene poco tiempo para realizar la obra. Debe pintar sobre la cal aún húmeda para que los pigmentos puedan adherirse a la pared. A continuación, y como los colores pierden intensidad debido a la cal, es necesario aplicar color de nuevo para que mantenga su intensidad.
Por lo que se aprecia en estas pinturas, los artistas no dominaban este arte con soltura, por lo que retocaban en seco al temple. De hecho, a veces parece que muchas figuras estén sin terminar.
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