Más allá del bullicio estival y de los enclaves más concurridos de la isla, Ibiza conserva una cara menos conocida en la que adentrarse y disfrutar en cualquier época del año. El norte de la isla, junto al Parque Natural de Es Amunts, constituye una de las zonas mejor conservadas del archipiélago balear, donde el visitante puede adentrarse en la Ibiza más genuina a través de su entorno natural, su arquitectura tradicional, paisanaje y su patrimonio cultural.

En este paisaje, entre campos de almendros y colinas de pinares se asientan núcleos rurales como San Mateo de Albarca o Santa Agnés de Corona, entre tantos otros. Estos rincones rurales siguen manteniendo la estética típica ibicenca, con sus muros encalados y aquellos elementos típicos de su arquitectura rural, incluso también quedan representados en sus apacibles establecimientos hoteleros y hosteleros para dar recibir al visitante. Tal es el modelo de Can Pujolet Agroturismo Ibiza, perfectamente mimetizado con el entorno, punto de descanso recomendado por estos parajes y desde donde partir para disfrutar de la Ibiza más genuina.
Todas estas recoletas poblaciones muestran intacto un valioso testimonio del modo de la vida cotidiana y tan tradicional de la isla, con sus mercadillos populares, artesanía, costumbres autóctonas y expresiones culturales fuertemente ligadas a su identidad.


La riqueza del entorno también permite realizar distintas rutas de senderismo por enclaves como Punta de ses Torretes, Ses Torres d’en Lluc o Cala d’Albarca, así como recorrer caminos costeros cercanos al Puerto de San Miguel. El contacto con la naturaleza se completa con la visita a calas y playas que mantienen un alto grado de conservación, como Cala Salada, Cala Saladeta, Punta Galera, s’Aigua Blanca o Pou des Lleó, donde el paisaje litoral, afortunadamente, aún se muestra prácticamente inalterado.
Igualmente, no podría dejar de hacerse mención a la exquisita oferta de su autóctona gastronomía, basada en productos locales y recetas tradicionales, que puede degustarse en muchas de los pequeños restaurantes familiares de la zona, sumando sensaciones que testimonian fielmente el carácter rural y auténtico del norte de la isla de Ibiza.


Ruta por los pueblos más representativos del norte ibicenco
El mencionado Parque Natural de Es Amunts y su entorno más próximo es el escenario en el que se encuentran algunos de los pueblos más representativos de la Ibiza interior, brindando al visitante una muestra de la arquitectura tradicional, el patrimonio rural y la vida cotidiana de los vecinos de la isla.


En el término de Sant Antoni de Portmany se encuentra Sant Mateu d’Albarca, una localidad que ha mantenido su carácter agrícola y su patrimonio arquitectónico. Su iglesia, construida en el siglo XVIII, es el centro de la vida local y destaca por su sobriedad y el entorno natural que la rodea. A los alrededores del núcleo urbano se extienden viñedos y almendros, visibles desde los caminos rurales que atraviesan el valle.
Muy próxima a Sant Mateu, la aldea de Santa Agnès de Corona es conocida por su entorno agrícola, especialmente por los almendros que florecen entre enero y febrero. Esta floración transforma el paisaje en una estampa característica del interior de Ibiza. La iglesia parroquial, de finales del siglo XVIII, sigue siendo el principal punto de referencia de este pequeño núcleo. La visita se completa con un recorrido por sus campos y las vistas desde los acantilados cercanos, como los de Sa Penya Esbarrada.


El municipio de Sant Joan de Labritja ocupa una amplia zona del norte insular y se extiende en torno a su iglesia, un edificio del siglo XVIII con esa sencilla estructura que caracteriza al modelo de los edificios rurales ibicencos. El entorno conserva numerosos ejemplos de su arquitectura tradicional, con casas blancas de piedra y cubiertas planas. El mercado artesanal, celebrado con periodicidad semanal, permite conocer productos locales y en el que se muestran los trabajos de los artesanos de la zona.
En dirección este se encuentra Sant Llorenç de Balàfia, una aldea que ha conservado intacta su estructura original. Destacan las casas fortificadas que formaban el núcleo de defensa del poblado en épocas pasadas, organizadas en torno a un camino central. El entorno está marcado por la presencia de bancales y construcciones agrícolas históricas, como norias y hornos de pan. Este lugar constituye un ejemplo singular del urbanismo tradicional ibicenco.
Más al noreste, Sant Vicent de sa Cala, también conocido como Cala de San Vicente, se encuentra en un entorno más costero pero igualmente tranquilo. La iglesia de Sant Vicent Ferrer, construida en el siglo XIX, se erige en un área de baja densidad de población, rodeada de pinares y con acceso a una cala de aguas tranquilas, que conserva la esencia del litoral menos urbanizado de Ibiza.
En Sant Miquel de Balansat, el elemento más destacado es su iglesia-fortaleza, situada en lo alto de una colina y con una clara función defensiva en siglos pasados. Desde este punto elevado se obtiene una panorámica del valle. El pueblo también acoge un mercado artesanal y representa un punto de partida habitual para excursiones hacia la cercana Cueva de Can Marçà, situada en la zona de Puerto de San Miguel.
La ruta, bien puede concluir en Portinatx, una antigua zona de pescadores que ha evolucionado hacia un enclave turístico sin el deterioro del entorno natural en el que se localiza. Las calas de la zona, como Cala Xarraca o Cala d’en Serra, se encuentran rodeadas de pinares y aguas tan limpias como cristalinas, y que invitan a la práctica del senderismo costero o la simple observación del paisaje marino. A pesar del desarrollo turístico, también mantiene una cierta distancia con los grandes complejos hoteleros del sur y brinda las sensaciones más placenteras y relajantes de todo el litoral ibicenco.
Este recorrido por el norte de Ibiza permite al visitante conocer una parte de la isla de Ibiza que conserva su identidad más autóctona, con las muestras de su patrimonio rural y paisajístico que sigue sobreviviendo al paso del tiempo.