Aquellos que adoran Lisboa, la acaban amando aún más cuando comienza a caer el sol. Esta ciudad es uno de esos lugares en los que la noche vibra y te envuelve la brisa marina. El carácter de la gente que habita sus calles y la amplia oferta nocturna no deja indiferente a nadie. Se dice que las noches son largas y emocionantes, aptas para cualquiera que quiera disfrutar de una ciudad que encandila a primera vista.
Las farolas de luz amarillenta comienzan a encenderse en Bairro Alto, el más prominente en las noches de la ciudad. Los pequeños bares y clubes comienzan a abrir sus puertas y en ellas una amalgama de músicas confluye. Lo peculiar que nos ofrece este mítico barrio son unos locales pequeños, de ambiente íntimo, lo que proporciona una oportunidad perfecta para conocer a personas de todos los lugares que se acercan allí. Así, la virtud de todo esto es que puedes desgastar la pista, relajarte con un concierto de fado en una casa de fado o disfrutar de bebidas en una terraza.
Situadas a orillas del río Tajo, hace no muchos años se pusieron de moda en Lisboa las Docas (los Muelles). Las reformas de los antiguos edificios industriales y pesqueros han convertido esta zona en una opción ideal de ocio nocturno. Entre lo viejo y lo nuevo –una de las características más valoradas de Lisboa– se crea el ambiente aquí, con un toque chic y a la vez espontáneo. La ribera es el marco perfecto para bailar en un lugar único.
Alcántara, Santa Apolonia, Príncipe Real, Chiado y la Avenida 24 Julho son paradas obligatorias para deleitarse con la música en exclusivas discotecas y bares.
Otros lugares donde perderse
Caminando por Cais do Sodré uno se puede encontrar con música en directo por todas partes; música que hace las delicias de los amantes del rock alternativo en Incógnito, el indie o el hip hop. También por las calles se aglutina la gente para escuchar a los músicos callejeros que animan a los viandantes.
En Cais do Sodré podemos encontrarnos también la Rua Nova Carvalho, más conocida como “la calle rosa”. Antiguamente era un lugar frecuentado y habitado por pescadores, pero, a día de hoy, se ha convertido en la calle más animada de Lisboa, con bares que dinamizan la zona sobre una alegre “alfombra” color de rosa.