Sin duda alguna, haciendo un repaso de la oferta de los museos de Madrid, las recomendaciones más inmediatas coinciden con las reconocidas colecciones del Museo del Prado, el Museo Reina Sofía y las del Museo Thyssen-Bornemisza, los tres que conforman el concurrido Triángulo del Arte, también conocido como Triángulo de Oro de la capital. No obstante, otros no menos interesantes museos completan una valiosa selección de exposiciones que igualmente merece la pena descubrir.
Por su proximidad, a los tres mencionados, recientemente se han incorporado las salas expositivas de CaixaForum y el Centro Nacional de las Artes Visuales en la Antigua Fábrica de Tabacalera. Pero, fuera de este pentagonal recorrido por Madrid coexisten otras, no tan renombradas, aunque sí de gran interés tanto para los amantes del arte como de la cultura y otras curiosidades.
También cercano a ellos, por las inmediaciones del Parque del Retiro, tiene sus puertas abiertas el Museo Nacional de Artes Decorativas. Una interesantísima colección de muebles y objetos de Instalado en un edificio palaciego del siglo XIX. Las piezas que se exhiben son todas de procedencia española y se remontan hasta los tiempos de los fenicios. Se encuentra en la calle Montalbán, Metro de Retiro.
Tras la visita, el paseo se puede prolongar por el Barrio de las Letras, Plaza de Santa Ana y la Puerta del Sol, un itinerario en el que poder disfrutar de lugares baratos y tradicionales para comer en Madrid, hasta llegar a otro de los imprescindibles de nuestro periplo: el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Esta antigua escuela de Bellas Artes, está instalada en un edificio del siglo XVIII, obra de Churriguera, en la calle Alcalá, 13, Metros de Sol y Sevilla. Contó entre sus alumnos con nombres tan importantes como Dalí y Picasso. Se expone una amplia colección de obras de Rafael y Tiziano. En este museo se encuentra la colección de la Calcografía Nacional, la más importante muestra de láminas de grabado de España.
Continuando el recorrido por la castiza calle de Alcalá y su prolongación por la calle de Princesa, se encuentra nuestra siguiente exposición, en la calle Ventura Rodríguez, 17: el Museo Cerralbo, en las estancias de un señorial palacio del siglo XIX, donde se exponen obras artísticas que abarcan desde los íberos hasta el siglo XIX. Son trabajos de la colección de Enrique de Aguilera y Gamboa, decimoséptimo marqués de Cerralbo, gran experto en obras de arte. Para concluir, por los aledaños barrios de Noviciado, Malasaña y la calle Conde Duque, igualmente podremos disfrutar del típico tapeo madrileño por las tabernas tradicionales de la zona.
Dejando la almendra central de la ciudad en la que nos encontramos, la siguiente parada nos sitúa en la calle General Martínez Campos, 37, dónde se localiza el Museo Sorolla, próximo a las estaciones de Metro de Iglesias y Rubén Darío. La exposición se muestra en el interior de un coqueto palacete, la que fuera la última vivienda del artista, que se encuentra rodeado de un fresco jardín de aire andaluz. En realidad es más una casa-museo que aún conserva gran parte de su decoración, por lo que resulta un placer recorrer sus estancias mientras se disfruta de los dibujos del artista. La colección se compone de una interesante selección del propio Sorolla, así como diferentes objetos y el mobiliario que utilizara a lo largo de su vida, como esculturas, piezas de cerámica, joyas, objetos personales y fotografías antiguas que reflejan instantes de la vida del pintor valenciano.
Y el quinto y último espacio museístico propuesto, algo más alejado, en el señorial barrio de Salamanca, es el Museo Lázaro Galdiano, en la calle Serrano, 122. Es uno de los museos más interesantes de la ciudad. Está instalado en un palacete que perteneció al mecenas Lázaro Galdiano. Se muestran, entre otras, obras de Velázquez, Zurbarán, Ribera, Murillo y el Greco, destacando el magnífico Ecce Homo de El Bosco.
Pero, aunque ni son todos los que están, ni están todos los que son, la visita a los mencionados museos de la ciudad de Madrid no deja de ser la excusa perfecta para disfrutar además del paseo por las castizas calles de sus variopintos barrios en que se encuentran, así como de su amplísima y tradicional oferta gastronómica.