Los monasterios de La Rioja, Yuso, Suso, Santa María la Real de Nájera, Cañas y Valvanera guardan en sus muros antiguos secretos de una vida llena de avatares y de historia. Viejos legados, fundamentales para comprender la identidad propia y la ajena.
Camino de Santiago, primeras décadas del año 1.000. Sancho III El Mayor, el rey más grande de los soberanos navarro-najerenses, hace que la ruta hacia Santiago pase por Nájera, en lugar de por Alava, como se hacía hasta el momento. Y es que esta localidad por cuyas venas corre el rumor del río Najerilla es capital histórica de La Rioja. Del año 918 al 1076 fue Corte para convertirse más tarde en panteón de los Reyes de Navarra-Nájera, antes de su incorporación a Castilla. Pero si las aguas del Najerilla guardan secretos, también los muros de Santa María la Real han visto pasar el tiempo y, a cada paso, en cada mirada, sus dependencias regalan alguna que otra confidencia.
Cuentan los ecos de estos muros que García el de Nájera fundó aquí un monasterio para consagrar la ciudad como capital del reino de Navarra, en lugar de Pamplona. Yendo un día de caza, su halcón se introdujo en una cueva persiguiendo a una paloma. Allí, descubrió la imagen de la Virgen con una terraza de lirios a sus pies, iluminada con una lámpara. A su lado, acurrucada, la paloma. La aparición le incitó a construir una iglesia y a fundar la orden de Caballería de la Terraza, la más antigua de España.
Aunque en principio el monasterio fue ocupado por los clérigos de la regla de San Isidoro, cuando Alfonso VI incorpora Nájera a Castilla, se lo entrega a los benedictinos de Cluny. Su esplendor arquitectónico se deja admirar en el claustro de los Caballeros una verdadera delicia y una de las instantáneas más típicas de La Rioja. Y, de igual modo, hay que detenerse en el sepulco romántico de Doña Blanca de Navarra, del siglo XIII. Igual que en gran parte de los monasterios españoles, la Desamortización provocó el expolio y la decadencia del cenobio, hasta 1895 que es habitado por franciscanos. Desde entonces, diversas restauraciones han permitido recuperar una gran parte de lo quemado, pero no de lo robado.
La magia de las palabras envuelve tanto a Suso o de Arriba como al monasterio de Yuso o de Abajo
Nájera, a 27 kilómetros de Logroño, es el punto de partida de una ruta cargada de tesoros recogidos en sí mismos al calor de pequeños y grandes monasterios. Una vez admirado el monasterio najerense y sus calles, el camino conduce hasta Cañas. Antes se encuentra Azofra, donde muy cerca se halla el Campo de Valtierra, punto de encuentro entre Fernán González y Sancho de Navarra, como cuenta el Poema de Fernán González. Desde aquí la visita conduce al pueblo de Cañas, que acoge El Real Monasterio de Santa María del Salvador de Cañas. Una construcción cisterciense conocida también como el Claraval de La Rioja. En un hermoso paisaje, Cañas también se enorgullece de ser cuna de Santo Domingo de Sios y de haber tenido como abadesa a doña Urraca. La sala capitular acoge actualmente un museo. Destaca en la iglesia sus catorce ventanales, en doble piso, unidos por pequeñas columnas que bien se asemejan a unas cañas, tal vez para evocar el nombre del lugar.
Pero si hay una localidad monástica por excelencia, esa es San Millán de la Cogolla. Allí, cierto día del año 977, en el monasterio de Suso, un monje anónimo se atrevió a interpretar un texto latino y pasarlo a la lengua que él y sus vecinos usaban, «osando» a escribir esas palabras por primera vez. En las glosas también aparecen las primeras palabras en vasco. La magia de las palabras envuelve tanto a Suso o de Arriba como al monasterio de Yuso o de Abajo. El primero fue un antiguo cenobio visigótico y se cree que es el más antiguo de España. Sencillo y austero, es un verdadero reencuentro con nuestra identidad. Igual que visitar Yuso, considerado como El Escorial de La Rioja, que cuenta con uno de los archivos más importantes de España en lo que a historia medieval se refiere. Ambos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1997.
La última de las piezas-clave de este itinerario se sitúa a 14 kilómetros de Anguiano, lugar conocido por sus espectaculares danzantes. El Monasterio de Valvanera, en las estribaciones de la sierra de San Lorenzo, es punto de peregrinación obligada para los riojanos, pues en él se alberga su patrona. Aún se desconoce el origen de la imagen, de la que cuentan es una de las más antiguas de España. Diferentes estudiosos la sitúan en torno al siglo XI.
Si se quiere completar la ruta Casalarreina, San Asensio, Arnedo, Calahorra y Santo Domingo de la Calzada, deberán ser paradas obligadas en el recorrido.
Riqueza histórica y cultural acompañada en todo momento por ríos, montañas y valles repletos de verdes mantos, salpicados de cientos de viñedos que proporcionan excelentes y deliciosos caldos.
Gracias por este bonito reportaje