La honda surge como la reacción espontánea del homo habilis ante el ataque de un enemigo, incluso antes de ser homo sapiens, fue la de agacharse, recoger una piedra y lanzarla contra el enemigo o bien contra alguna fiera amenazante.
Entre las modestas herramientas y otros pequeños artificios elaborados por el hombre de la antigüedad está la honda, ideada para poder propulsar una piedra con más potencia y así conseguir llegar más lejos además de impactar con más fuerza contra el blanco. El material que se empleaba para su fabricación era de diversa índole: a veces unos manojos trenzados de fibra vegetal, de lino, de esparto o incluso de crines de animal; en otras ocasiones se podía emplear las tripas o los nervios entrelazados de algún animal. Parece ser que este invento nació durante el paleolítico, cuando el hombre había aprendido a entrelazar y tejer. Al principio, la honda quizás sirviera de arma defensiva, hasta que el hombre se dio cuenta que también podría ser una excelente herramienta de caza.
La manera de manejar la honda parece no haber variado desde su invención hasta nuestros días. El proyectil se coloca en un pequeño receptáculo (normalmente en forma de bolsa situada en su centro longitudinal) después se juntan los dos extremos de la cuerda agarrándolos con la mano derecha; agarrando la bolsa con el proyectil con la mano izquierda y manteniéndola a la altura de los ojos la honda se extiende apuntando hacia el blanco para así poder centrar su dirección; a continuación, la mano derecha imprime al proyectil un rápido movimiento de rotación por encima de la cabeza (normalmente se dan tres vueltas) y se suelta uno de los dos extremos de la honda para así dejar escapar el proyectil, el cual sale impulsado por la fuerza centrífuga.
La honda a tenido un papel muy relevante en la historia de las Islas Baleares. Sería impensable adentrarse en la memoria de las Illes Balears sin hacer referencia a los foners balears (honderos baleáricos) ya que el vocablo Balear significa literalmente “Maestro de Lanzamiento”.
Para justificar y explicar esta afirmación sería necesario adentrarnos un poco en el tiempo. Existe constancia de que las tribus que vivían en los lindes de Egipto así como las tribus asiáticas ya conocían la honda desde un tiempo inmemorial. Los pueblos semíticos, fenicios e israelíes, la usaron con especial habilidad. A propósito de los israelitas, es de sobra conocida la hazaña de David venciendo con una honda al gigante Goliat.
Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre el origen de los primeros habitantes del archipiélago balear. Algunos aseguran que vinieron desde Oriente, otros tantos dicen que de Occidente. Es cierto que las costas de Occidente están a menor distancia, pero también hemos de tener en cuenta que la travesía desde Cerdeña a Menorca no es tan considerable como para que no pudiera ser realizada por naves primitivas ya que éstas incluso pudieron hacer recorridos mucho más largos. Además, los movimientos migratorios de la prehistoria fueron, normalmente, del este hacia el oeste. De hecho, los restos más primitivos encontrados en Mallorca pueden datarse sobre el año 4500 a.C. en la época del eneolítico, período de transición entre el neolítico y la edad de bronce, que es cuando aparecen los primeros objetos de cobre. Por lo tanto sobre ésta época se puede situar la llegada de los primeros pobladores de las islas. Entonces parece muy probable que si estos pobladores vinieron de Oriente ya conocieran el uso de la honda.
Retomando el hilo sobre el origen del nombre de las Illes Balears, algunos autores dicen que debe su nombre a los romanos, pero si nos fijamos en lo que dice Plinio, el historiador griego, y otros autores clásicos, ya se podía definir el vocablo Balears como “isla de los honderos” mucho antes de la llegada de los romanos. Tanto Diodoro como Servio, entre otros antiguos historiadores, hacían derivar la palabra “balear” del verbo griego ballein que significa: lanzar. La etimología parecería, de otra parte, evidente, al ver la habilidad específica de los habitantes del archipiélago. Pero es curioso destacar que cuando los griegos y posteriormente los romanos llegaron a las islas sus habitantes ya se denominaban a sí mismos Balears, o sea, honderos.
Los griegos denominaron Gimnesias a las islas de Mallorca y Menorca, a la isla de Eivissa la denominaron Pitiusa y a Formentera la denominaron Ofiusa. Mientras que éstas últimas acepciones significan “Isla de los Pinos” e “Isla de las Serpientes”, tenemos que Gimnesias venía a significar “Islas de los honderos” ya que en Grecia los Gimnetas eran los soldados de infantería, a cuyas tropas pertenecían también los honderos. Hesíquios de Alejandría (s.VI) en su Diccionario, hace ésta definición textual del término Gimneta: “Se llama Gimneta al que no porta armas, ya sea porqué es hondero, ya sea porque lucha desnudo. (De esta misma palabra proviene la actual palabra “Gimnasta”)”.
Pero según los más recientes estudios sobre su significado, podemos concluir que el apelativo de Balear no viene del griego, si no más bien del antiguo púnico. En la antigua lengua de los fenicios el verbo lanzar era “yaroh”, y el sustantivo «ba’ lé” venía a ser “maestros de”, uniendo ambos conceptos tendríamos la palabra: “ba’ lé yaroh” que en plural significaba “los maestros de lanzamiento” y su pronunciamiento era un fonema muy parecido a “balear”.
Al ser la presencia fenicia en las islas anterior a la presencia griega se puede entender porqué al llegar éstos últimos al archipiélago sus habitantes ya se llamaban a sí mismos Balear, por lo que parece quedar claro que el actual nombre de las Illes Balears significa “las islas de los maestros de lanzamiento”, o sea: “las islas de los honderos”.
Desde muy temprana edad los habitantes de las islas eran iniciados en el manejo de la honda, obligándoles a un continuo perfeccionamiento de su manejo. Como muestra de ello se puede destacar el hecho de que sus madres les colocaban la comida colgada de una rama y no podían probar bocado si no conseguían derribarla con un certero disparo.
Siempre iban “armados” con tres hondas, una de pequeña atada a la cabeza, la cual se empleaba para disparos a corta distancia, otra más larga atada a su cintura para lanzar proyectiles de mayor tamaño o bien para lanzamientos a larga distancia y la tercera, la que por su tamaño resultaba más manejable, la llevaban siempre en la mano.
La gran habilidad de los honderos de las islas fue ampliamente elogiada y admirada por los grandes historiadores, tanto griegos como romanos. Su gran valor en el combate y su espectacular pericia les hicieron famosos a lo largo de todo el Mediterráneo. Participaron en la guerra greco-púnica como mercenarios a favor de los fenicios siendo decisiva su actuación en la guerra de Sicilia contra el imperio griego. Una vez finalizado el contencioso greco-púnico sobre suelo siciliano, comenzó la rivalidad entre Cartago y Roma. Las relaciones entre ambos imperios eran cordiales hasta que Roma se convirtió en una potencia naval y comercial extendiendo su influencia más allá de la península itálica. No tardó mucho tiempo Roma en entrar en contacto con los dominios cartagineses de Sicilia, con las consecuentes fricciones de tipo económico y político entre ambos. Lo que desembocó en la primera guerra púnica en aguas del mar Tirreno.
Los honderos de Baleares combatieron como mercenarios en las dos primeras guerras púnicas (no así en la tercera). Al lado de Amílcar Barca, a las órdenes de su yerno Asdrúbal y también lo hicieron posteriormente en la gran hazaña de su hijo Anníbal, empujando al gran ejército romano fuera de la península hispánica hasta conseguir acorralarlos en lo más profundo de su propio imperio.
El papel que jugaban los honderos en el campo de lucha era el de iniciar la batalla junto con los arqueros. Con sus tremendo trallazos era capaces de destrozar escudos y armaduras, lanzado proyectiles a una mayor distancia que las flechas de los arqueros y consiguiendo, además, una mayor puntería en sus impactos. Los proyectiles empleados eran de diversa índole, desde piedras de hasta medio kilo (a veces incluso lanzaban dos de estas piedras) hasta pequeñas balas hechas de metal con forma ovoide en cuyo centro solían ir grabadas diferentes oraciones. Estos grabados podían hacer elogios al general que dirigía su tropa o bien podían llevar insultos en contra de sus contrincantes o hacer algún tipo de referencia a cualquiera de sus dioses.
Nunca consintieron los honderos cobrar con dinero ni con objetos de valor, ya que estaban convencidos en la isla de que el dinero solo traía complicaciones y problemas. El cobro por sus prestaciones siempre fue en “especies”, cambiaron su valor y maestría por cosas que en las islas no abundaban y se valoraba mucho, como el aceite, el vino y sobre todo por mujeres, a las cuales parece que tenían una especial devoción. Cuentan los historiadores que, cuando los piratas en alguna de sus escaramuzas, conseguían hacer rehenes, los habitantes consentían en hacer el trueque de tres hombres por cada mujer raptada.
Durante más de doscientos años los balears contribuyeron a las victorias de los cartagineses. Con la derrota de Zama se cerró un glorioso capítulo de la gesta de los honderos baleáricos. Ellos no intervinieron en la tercera guerra púnica (151-146 a.C) viviendo ausentes de cualquier campaña bélica hasta que la llegada a Mallorca del cónsul romano Quinto Cecilio Metelo, el cual conquistó las Baleares el 123 a.C.
Parece haber acuerdo entre los antiguos historiadores sobre la motivación de la conquista de las Baleares por parte de Roma: acabar con la piratería del Mediterráneo, que tenía una de sus principales bases en las islas.
Para poder recalar en las islas los romanos tuvieron que “inventar” el primer barco acorazado de la historia forrando de cuero sus navíos, ya que los honderos hundían sus barcos disparando a la misma línea de flotación de la nave. Cecilio Metelo tardó dos años en conseguir dominar las islas. Fundó en los dos extremos de Mallorca las dos ciudades, Palma y Pollentia, haciendo de ésta última, ya que miraba hacia Roma, la capital. Los baleáricos de la época romana ya no eran los agrestes habitantes que siglos atrás habitaban “montones de rocas” (Poblados Talaióticos). Tal fue su integración en la civilización romana que, según el historiador Estrabón, los isleños inventaron la toga pretexta, una prenda destinada a ser el vestido de gala los habitantes de Roma y símbolo de su ciudadanía.
Los romanos, conocedores del pasado marcial de los balears, continuaron solicitando sus servicios para su propia infantería ligera. Se podría destacar el hecho de que Julio César en la guerra de las Gálias llevó, entre sus tropas, a honderos baleáricos.
Ésta guerra fue de las últimas gestas que de los honderos balears se describen en la historia. La gesta de los honderos Balears convertidos en gimnetas había sido documentada durante más de cuatrocientos años. Posiblemente se prolongó aún durante un cierto tiempo. Pero las islas Baleares se fueron llenando de olivos y viñas dando comienzo así al comercio del vino, el cual fue muy conocido por su buena calidad, el comercio del trigo, el de los higos secos, el del ganado y sobre todo destacó el comercio de la púrpura (producto extraído del murex, un molusco abundante en las islas). Las ciudades de Pollentia y Palma eran habitadas por ciudadanos romanos de pleno derecho y se organizó su administración. Por primera vez hubo escuelas. La vida cambió y nuevas ocupaciones y funciones solicitaron a los Balears, que fueron arrinconando la honda, convertida en instrumento de juegos de habilidad o en herramienta de los pastores, en manos de los cuales ha llegado hasta nuestros días.
En la actualidad se ha vuelto a recuperar el arte del manejo de la honda, a través de la Federació Balear del Tir de Fona se ha conseguido convertirlo en una modalidad atlética dotada con sus propias normas deportivas.
La federación se creó a mediados de los años ochenta, su creador, Biel Frontera, en un sueño tuvo una visión, se le presentó un foner (hondero en mallorquín) y le manifestó su malestar e indignación por la actual pérdida de la honda en todas las islas, la cual había pasado al más profundo pozo de la ignorancia, ya nadie se acordaba de la honda ni de los honderos, sus gestas habían sido prácticamente olvidadas. En base a ese sueño Biel Frontera empezó a buscar a otras gentes que le ayudaran a recuperar ese instrumento y a fomentar la memoria de los antiguos foners (honderos).
El grupo fue creciendo en número, a él se adhirieron personas vinculadas a otros deportes y árbitros de diferentes especialidades deportivas. Entre todos perfilaron el actual deporte de la fona (honda). Una vez definida toda la normativa por las que se debían regir los deportistas confeccionaron un Calendario Anual de Tiro dando así un definitivo paso para su consolidación.
Actualmente este deporte está arraigando con fuerza en las islas, cada día hay más escuelas que lo incluyen entre los deportes a enseñar y practicar entre sus alumnos y el Calendario Anual de Tiro ve aumentar cada vez más su número de competiciones. Por lo que parece que el sueño de Biel Frontera se ha hecho realidad, así el foner que se le apareció en su sueño podrá descansar tranquilo en su eternidad, el pueblo balear ha podido recuperar una parte muy importante de su historia y de paso aprender a disfrutar del deporte de la Fona.
*Artículo basado sobre el libro ELS FONERS BALEARS, Autor: Joan Nadal Cañellas