La tortilla de patata, el jamón serrano, el cocido madrileño o el queso manchego son algunas de las delicias de la gastronomía española que sitúan a nuestro país como una de las referencias a nivel europeo. Pero no sólo , otros ingredientes como el clásico jamón cocido se convierten en piezas clave para confeccionar algunos de los platos más famosos de la cocina tradicional andaluza: los flamenquines, que se sirven en la ciudad de la Mezquita y traspasan fronteras siendo el deleite para el paladar de los miles de turistas que visitan cada año Córdoba.
Y así es. El año 2017 cerraba con un nuevo récord en turistas extranjeros. A pesar del miedo que se tenía que pudiese afectar el Brexit, los ingleses siguen siendo la nacionalidad que más ha visitado España durante el pasado año.
Según el informe elaborado por el entonces Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital, el récord se ha batido superando los 82 millones de turistas internacionales, casi el 9% más que en el año anterior.
Con respecto al dinero gastado en suelo español, este también aumentó, concretamente en un 12,4%, calculando que cada turista gastó de media durante su estancia un poco más de 1.000 euros, ocupando un alto porcentaje el capítulo bebida y comida en bares y restaurantes.
Habrá que esperar unos meses para conocer las cifras definitivas de 2018, aunque, según lo que se iba conociendo este verano – que es la época del año con más movimiento turístico – es posible que se haya presentado un pequeño retroceso.
En cualquier caso, 2017 nos dejaba en el segundo puesto del país más visitado del mundo y esto sólo puede ser positivo para todas las actividades económicas que dependen del turismo y el sector terciario, donde destaca cómo no, la gastronomía.
España se convierte en un destino goloso por su clima, su comida, su gente, sus paisajes y oferta cultura y su excelente relación calidad – precio. El rico escaparate gastronómico, además, hace que luego, cuando las personas vuelven a su tierra, busquen platos y productos españoles o intenten replicarlos de alguna manera.
Uno de ellos es el flamenquín, uno de los platos más típicos de la ciudad de Córdoba junto al salmorejo, que se cocina a base de un rulo de jamón cocido y queso y después se realiza un empanado.
Este plato ha viajado con cada cordobés que ha vivido fuera – especialmente conocido es el caso del portero de la selección Pepe Reina cuando vivía en Liverpool – y ha sido degustado por todos los españoles expatriados y también por los ingleses, llevados por la curiosidad.
A pesar de que el jamón serrano es el producto estrella, fundamentalmente el ibérico de precinto negro que es el que viaja en business por el mundo llegando, incluso, a los lugares más recónditos de China, el jamón cocido no se queda atrás y también goza de una muy buena reputación jugando papeles tan brillantes como el de esta receta cordobesa.
Igualmente, cortado en trozos pequeñitos, suele protagonizar la receta de las croquetas. Al igual que hay un debate entre tortilla de patata con cebolla o sin cebolla, con las croquetas pasa casi parecido. Los hay quienes la prefieren con el clásico jamón cocido de marcas de toda la vida como Campofrio y los hay quienes la prefieren con jamón ibérico de marcas como Joselito o Jamones Benito Pérez. Otros, no se complican y se decantan por las de bacalao o puchero, sin meterse en conflictos.
Y es que este producto, de excelente calidad, es muy versátil y acompaña en casi todas las etapas de la vida, desde que se es pequeño, protagonizando las meriendas, las de todos los días y las de los cumpleaños, hasta la edad avanzada, siendo un alimento muy saludable y aconsejado en todas las dietas equilibradas.
Ensaladas espolvoreadas con taquitos de jamón cocido, rulos con anchoas y paté o el típico sándwich de jamón y queso, son algunos de los platos que se pueden preparar con este alimento, ligero y fácil de digerir.
Además, haciéndolo al horno puede servir de un muy buen acompañante para unas espinacas o acelgas o, incluso, para un pulpo a la gallega, simulando al lacón, más contundente y con mayores fases de tratamiento.
Y como siempre, en la era de la globalización, los productos como las recetas viajan de un país a otro y uno de ellos, muy viajado, es la quiche lorraine, una receta de nuestros vecinos franceses que cuenta con más de 400 años de historia y que surgía por un excedente de mantequilla y nata en la región de Lorena.
La receta original habla de tocino o panceta, pero se le ha ido sustituyendo a lo largo del tiempo por otras variantes como el jamón cocido, más ligero que el bacon. Este pastel, aunque no sea de nuestra gastronomía, también ha sido asimilado por nosotros y se ha variado de muchas maneras para crear platos con distintos ingredientes como pasteles de calabacín o salmón.