La Virgen del Carmen es la patrona de los marineros y, en honor a ella, toda Cantabria se vestirá de fiesta el próximo 16 de julio. Se trata de una gran fiesta que se celebra con gran devoción en los principales municipios costeros y especialmente en Revilla de Camargo y Suances, donde esta efeméride forma parte del calendario de Fiestas de Interés Turístico Regional. Además, se suman a la algarabía de este día de costa a costa los municipios cántabros de San Vicente de la Barquera, Santander, El Astillero, Colindres, Santoña, Noja y Castro Urdiales.
En verano, cada rincón de Cantabria se viste de fiesta. En cada barrio o cada pueblo es habitual encontrarse grupos que cantan y bailan al son de las tradicionales canciones populares. Pero si hay un día que destaca por excelencia es la celebración de la Virgen del Carmen. Un día que nos permite recorrer de costa a costa Cantabria y conocer los rincones naturales más espectaculares y los lugares de más ambiente marinero. Aquí te proponemos visitar algunas de estas localidades:
San Vicente de la Barquera
Nuestro recorrido comienza en San Vicente de la Barquera, esta villa está situada en la costa occidental de Cantabria, dentro de la Comarca Saja Nansa, y está considerada como una de las más bellas del norte de España, tanto por su privilegiado entorno natural, en pleno Parque Natural de Oyambre, como por su patrimonio arquitectónico. La imagen más difundida de San Vicente de la Barquera es la de la silueta de su castillo y su iglesia medieval recortada sobre las blancas nieves de los Picos de Europa, mientras una barca de pescadores faena en las tranquilas aguas de su ría. Igualmente típica es la imagen de la villa flanqueada por sus dos puentes que dan acceso a la villa desde el este y el oeste.
Esta villa, eminentemente marinera y pescadora, cuenta con magníficas playas de distinta personalidad, desde El Merón, un largo y extenso arenal, a playas, como Gerra o Santullán, que se abren bajo abruptos acantilados o El Sable, una pequeña playa bañada por las calmas aguas de la ría de San Vicente.
Suances
La villa de Suances está situada en la costa central de Cantabria y es la capital de un tranquilo municipio de cinco pequeños pueblos por el que discurren unidos los ríos Saja y Besaya. Las playas, la actividad pesquera y el atractivo turístico son las señas de identidad de este enclave, cuyos orígenes se remontan al Paleolítico y que ya fue colonizado por los romanos e identificado como Portus Blendium. El ambiente marinero de Suances se percibe sobre todo en el barrio de La Cuba, con las típicas casas marineras arracimadas y desde las que se divisa la entrada de la ría de San Martín, uno de los símbolos de este pueblo. Entre los edificios más representativos de la villa suancina destacan la casa de los Polanco, situada en la céntrica plaza de Viares, y la iglesia de Nuestra Señora de las Lindes.
Santander
La capital de Cantabria, Santander, es el núcleo de la actividad marinera, ya que aquí se encuentra la lonja con mayor actividad de la comunidad. Pero, además, si uno se quiere empapar del ambiente marinero, lo mejor es que visite el Barrio Pesquero. Se trata de una zona humilde pero con una alta calidad gastronómica. Aquí se encuentran algunos de los restaurantes cántabros más afamados por su carta de pescados y mariscos frescos, con las más exquisitas elaboraciones.
Santoña
La Villa Marinera por excelencia, Santoña presume de ser uno de los lugares más turísticos de Cantabria por su riqueza paisajística y por la de su patrimonio histórico. Este municipio, que está enclavado en la Costa Oriental de Cantabria, cuenta con unas comunicaciones inmejorables.
Santoña surgió en torno a Santa María de Puerto, un poderoso monasterio que llegó a controlar buena parte de las instituciones religiosas de la zona y cuya santa se ha convertido en la patrona de la villa, del cual ha sobrevivido la Iglesia Santa María de Puerto, un tesoro que liga elementos románicos, tardogóticos y clasicistas.
En Santoña, son numerosos sus monumentos y edificios notables. Desde los edificios militares situados en el Monte Buciero como los Fuertes de San Martín, San Carlos o del Mazo; hasta las iconografías religiosas como el monumento a la Virgen del Puerto que sirve de faro-guía para las entradas y salidas de las embarcaciones del puerto. Así como los dos monumentales faros de El Caballo y El Pescador.
Noja
Noja integra dentro de su territorio municipal una parte de la Reserva Natural de las Marismas de Santoña, en concreto los dos grandes humedales de Joyel y Victoria. Las Marismas de Joyel están junto a la ría de Cabo Quejo, en el extremo noroccidental del municipio. Tienen una extensión de alrededor de 250 hectáreas de gran valor paisajístico y ornitológico. La mezcla entre el agua salada y la dulce proveniente de las precipitaciones crea un espacio natural de gran valor medioambiental, donde conviven numerosas especies de fauna y flora. Por su parte, las marismas de Victoria están situadas en la zona oriental del municipio. Se trata de un pequeño humedal que, en sus orígenes, estaba unido al mar por un gran canal. Es una zona de importante nidificación de aves.
Entre sus atractivos naturales se encuentran, además, las playas de Tregandín, Noja, Ris y Joyel.
Castro Urdiales
Ubicada en la franja costera oriental de Cantabria, se encuentra la villa marinera de Castro Urdiales, rodeada de bellos paisajes costeros, tanto de acantilados como playas de fina arena. La población de la villa ha vivido tradicionalmente vinculada a la pesca y a las industrias conserveras y, en los últimos años, ha desarrollado notablemente el sector turístico.
Desde la Alta Edad Media, Castro Urdiales se ha mantenido como una gran villa comercial, cuya actividad se desarrollaba en torno al puerto, de donde partían y llegaban barcos de Flandes, Inglaterra y norte de Europa. Sin embargo, a lo largo de su historia la pesca ha sido el gran recurso de Castro, y no sólo la pesca de litoral, sino también se organizaban larguísimas expediciones hasta aguas muy lejanas. Destaca entre la actividad pesquera medieval, la caza de ballenas, de hecho, todavía en Castro hay un lugar llamado punta de la ballena, que era desde donde se avistaban estos grandes mamíferos que poblaban el Cantábrico. Castro Urdiales conoce una época de esplendor a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando se desarrolla un crecimiento urbano notable, se gana mucho terreno al mar, se hacen los nuevos muelles y se crean los ensanches, sobre los que se construyen importantes edificios.