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Escher en Madrid, el dibujante de lo imposible

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Escher en Madrid, la obra de Escher, el dibujante de lo imposible, se expone en el centro de la capital. Su obra podrá verse en el Palacio de Gaviria entre el 1 de febrero y el 25 de junio. El surrealismo del artista holandés Maurits Cornelis Escher (Países Bajos, 1898-1972), famoso por sus representaciones paradójicas e imposibles, llega a Madrid con una retrospectiva sobre su obra que podrá verse en el Palacio de Gaviria entre el 1 de febrero y el 25 de junio. La exposición contará con más de 200 sus obras, entre ellas sus genialidades: Relatividad, Mano con esfera reflectante o Belvedere.

Acerca de sus formas imposibles, espacios y asimetrías (*)
En 1979 Douglas Hofstadter publicó uno de los ensayos más originales y sesudos de los últimos tiempos. En él se reflexiona sobre un tema tan arduo como fascinante: la naturaleza de los sistemas que hacen referencia a sí mismos. Perteneciente al ámbito de la lógica pura, el científico y filósofo estadounidense enfoca su libro centrándose en la obra de los tres gigantes intelectuales que figuran en su título: Gödel, Escher y Bach.

El gran músico del barroco, J. S. Bach, hizo de la autorreferencia una manera de componer, la fuga, en la que un tema inicial va desplazándose por distintas voces con ligeras variaciones cada vez ,de modo que conforme avanza la obra va pareciéndose menos al original, va ‘fugándose. ’Kurt Gödel, lógico austriaco que fue compañero y amigo de Einstein, revolucionó en 1931 el pensamiento filosófico y científico de Occidente con sus famosos teoremas de incompletitud (‘ningún sistema consistente puede demostrarse a sí mismo’). En las artes figurativas, el gran genio de la autorreferencia y las paradojas que ella conlleva es sin duda el dibujante y grabador holandés Maurits Cornelis Escher.

Al contemplar la obra de Escher, nos sumergimos en un mundo personal lleno de paradojas visuales, objetos imposibles y perspectivas irracionales, un imaginario casi sobrenatural que el genio holandés erigió sin ser consciente de estar creando algo sumamente profundo, tan sólo dibujando lo que le gustaba.

Si para comprender la fuga es necesario ser un compositor experto y para entender a Gödel debemos sumergirnos en los entresijos de la lógica más difícil, los dibujos de Escher introducen la esencia paradójica de la autorreferencia en nuestro cerebro de forma intuitiva y directa. Su obra ‘Manos dibujando’, una de las más reproducidas y famosas, es buena prueba de ello.

Escher nació en Leeuwarden, Holanda, en 1898, y murió en Hilversum, en el mismo país, en 1972. Muy pronto aprendió la técnica del grabado en linóleo y aunque su padre le influyó para que empezara a estudiar arquitectura, nunca fue un buen estudiante, destacando tan sólo en las artes plásticas y llegando a dominar a la perfección el grabado en distintos materiales. Vivió trece años en Italia y visitó España, donde le impresionaron La Alhambra y la Mezquita de Córdoba por sus motivos ornamentales y la manera en la que los arquitectos musulmanes usaban patrones para embaldosar el plano sin dejar espacios libres, lo que en matemáticas se conoce como teselaciones. Precisamente buena parte de su obra posterior está dedicada al estudio de esta práctica, pues uno de sus motivos recurrentes fue la estructura de la superficie.

La obra de Escher en Madrid
La obra de Escher en Madrid

Fue de manera completamente intuitiva que dirigió su obra a esta y otras cuestiones estrechamente relacionadas con las matemáticas y la dinámica, como las aproximaciones al infinito, las transformaciones y las estructuras reticuladas. Su obra ha sido ampliamente reproducida en todo tipo de ámbitos, desde la publicidad hasta tratados científicos o filosóficos, hasta el punto de que buena parte del público conoce algunos de sus dibujos pero no saben quién es su autor.

Al contemplar la obra de Escher en Madrid, nos sumergimos en un mundo personal lleno de paradojas visuales, objetos imposibles y perspectivas irracionales, un imaginario casi sobrenatural que el genio holandés erigió sin ser consciente de estar creando algo sumamente profundo, tan sólo dibujando lo que le gustaba.

Gran parte de la obra de este genial dibujante puede contemplarse en el museo de La Haya que lleva su nombre.

 (*) Por Luis Linares

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