La franja costera de Cantabria se extiende a lo largo de 220 kilómetros. En su recorrido, se encuentran espacios naturales, playas y montañas. Y, por supuesto, pueblos de pescadores.
En todas estas localidades se puede degustar los manjares de la zona, especialmente los pescados y mariscos. Las frías aguas cantábricas y la fuerza con que golpean las olas en los acantilados y arenales, hacen que los pescados y mariscos sean de sabor fuerte y carne compacta.
Los marineros son expertos en su preparación. Son capaces de tratar al animal de la forma más sencilla, o crear elaboraciones más complejas, como la marmita a base de bonito y patatas. Besugo, lubina o dorada son algunos de los ingredientes de este reino animal tan reconocido en Cantabria.
Los imprescindibles
Un bocado que no podemos dejar pasar en cualquier taberna o bar son las rabas o calamares a la romana. Este clásico se puede encontrar preparado con diversas especies y con rebozados diferentes. Por otro lado, los chipirones encebollados, las sardinas asadas, los bocartes rebozados o el pulpo asado son algunas de las preparaciones clásicas de las cocinas cántabras con los productos del mar.
Itinerario gastronómico en Cantabria
Los caminos gastronómicos costeros tienen un itinerario que se puede hacer comenzando en el extremo oriental y degustando en cada punto el plato típico de cada villa. Laredo, por ejemplo, es famosa por su peculiar forma de preparar el bonito (pollo marino) y también por los multitudinarios concursos de marmitas que se celebran en verano. Pero no es la única. Santoña es universalmente conocida por sus conservas de anchoa y bonito y también por la elaboración de la ‘marmite’ el guiso de bonito y patatas.
Otra parada en este recorrido es Isla. Aquí es imprescindible probar la langosta o bogavante a la plancha. Además, muy cerca, en Ajo, las paellas marineras tienen fama entre las familias cántabras.
Mariscos de Cantabria
En otros pueblos de la costa se puede degustar toda la rica variedad de pescados del Cantábrico. La villa de Suances celebra, a principios de mayo, la cada vez más conocida “Feria del marisco”,. Dos semanas de placer para degustar los más preciados frutos de mar.
Capítulo aparte merece Santander, la capital, donde confluyen todas las tradiciones culinarias y, dentro de la cocina marinera, son imprescindibles las rabas y los maganos, estos últimos en cualquier preparación.
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