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Tel Aviv, ventana al Mediterráneo

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Tel Aviv es la ventana mediterránea por la que Israel se asoma al siglo XXI. Es el secreto a voces de sus ciudades milenarias y una capital fundada bajo el modernismo.

 

Tel Aviv nació con el sueño profético de la Bauhaus, desde un punto de vista pagano. También supuso el mayor desafío para los diseñadores urbanos del movimiento “Garden City”, partidarios de buenos pulmones de oxígeno para cualquier ciudad del futuro.

La historia de Tel Aviv

Ben-Gurión decretó, hace más de sesenta años, la creación en esta ciudad del estado israelí. Desde entonces, no solo Tel Aviv se postuló como motor de las finanzas y el desarrollo económico israelí, sino que es patrimonio de la peregrinación turística.

Aquí, a vista de pájaro llaman la atención las barriadas de casa cuadrangular con techo blanco. De ahí el sobrenombre de “ciudad blanca” que ganó Tel Aviv, cuyo caserío contemporáneo viene a ser Patrimonio de la Humanidad desde el año 2003.

La decisión de fundar Tel Aviv se tomó tres años antes, durante la Convención de Judíos en Yafo, se ha tomado de común acuerdo la fecha de 1909, a partir de la cual festejar los aniversarios oficial de la ciudad. Una urbe que enseguida contempló en torno a sí el nacimiento del fenómeno kibutz y terminó expandiéndose sin perder el norte ni el “lejano oeste”, del que comenzaron a venir al poco familias del éxodo judío. Al norte, Tel Aviv se desarrolló residencialmente, en tanto su industria apuntaba hacia el oeste, salvando la prohibición de establecer ningún tipo de factoría en el barrio que le dio origen.

La actualidad de Tel Aviv

A día de hoy, la ciudad brilla con luz propia, bajo el sol mediterráneo que incluso reverbera en su caserío blanco. Y, en lo tocante a vida cultural, atesora no solo la gran Casa de la Ópera, sino además los museos más importantes del país, dedicados al arte moderno, el diseño gráfico y fotografía, así como a la rica etnografía hebrea en el denominado Museo Eretz. De ahí que, ya en tiempo real, el barrio de Kerem aglutine en la metrópoli israelí restaurantes yemenitas, los cafés rusos sirvan vodka helado en las inmediaciones de Allenby y el humus haga fortuna entre las callejas periféricas de Yaffa, en tanto la calle Sheinkin reúne a los judíos más ortodoxos, frente a los escaparates de la ultima moda. No, en absoluto la cocina kosher manda en la ciudad.

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