Superadas las últimas rampas de la cuesta de enero, es hora de darnos un capricho viajero con nuestra pareja para celebrar el día de San Valentín. Para este esperado 14 de febrero qué mejor que un fin de semana de turismo rural, un buen spa para disfrutar a dúo o una escapada por las románticas Venecia, París o Praga.
Y cómo no; París, la ciudad del amor. También conocida como ciudad de la luz, donde aquel beso que inmortalizara el fotógrafo Robert Doisneau. Parques, plazas, el mismo río Sena, todas las calles parecen dispuestas intencionadamente para sensibilizar aún más a los enamorados. No en vano está incluida entre las diez ciudades más románticas del mundo.
En tu exclusiva escapada romántica, además de las incuestionables visitas de la Torre Eiffel, Notre Dame, el Louvre, el barrio de Montmartre o la Basílica del Sacré Cœur, no debes dejar pasar por alto pasar por el bello puente de los Enamorados, conocido como el Puente de las Artes. Es costumbre muy parisina hacer el almuerzo a modo de picnic disfrutando de las excepcionales vistas que ofrece sobre el Sena. Y ese día, no se te olvide dejar un candado con vuestras iniciales y tirar después las llaves al río, como símbolo de amor.
Y es este halo de sensualidad, también es recomendable la visita al museo del romanticismo, en la calle Chantal, para adentrarnos en el ambiente del siglo XIX que ya vivieran Chopin, Sand, Liszt, Dickens o Delacroix, cuando este edificio fuera hotel por aquel entonces. Y por supuesto, también imprescindible, al caer la tarde, disfrutar de un placentero crucero en barco por el río Sena y esas inolvidables puestas del sol parisinas.
Pero, si París y Venecia fueron ya testigos de vuestro amor, Praga es también una de esas ciudades que enamoran y se quedan de por vida con un pedacito de nuestro corazón. Prueba a pasear de noche con tu pareja por su afamado puente de Carlos. A media altura del recorrido por el puente, no dejar de pasar la mano por la representación en bronce, ya muy desgastada, dice que trae suerte y te “asegura” tu vuelta en una próxima ocasión.
Y siguiendo el paseo, a pie, por que Praga es para recorrer a pie, para disfrutar bien despacio. Desde la Plaza Vieja, por ejemplo, donde se encuentra el Reloj Astronómico, el reloj medieval más conocido del mundo. Y digno también de pausada contemplación es la Torre de la Pólvora, a la entrada de la Ciudad Vieja. Como sorprendente es su Catedral de San Vito y las maravillosas vistas que se contemplan desde el Castillo de Praga, considerada la mayor fortaleza medieval del mundo, y residencia de los reyes de Bohemia durante muchos años. Con estas impresionantes vistas de la ciudad de Praga se hace bien costoso pensar en al camino de vuelta, pero también nos queda la suerte de que al año que viene también habrá otro San Valentín.