Los Valles Pasiegos están repletos de tradiciones y singularidades, y una de esas tradiciones es ‘el palo pasiego’, que servía antaño para el desplazamiento por los intrincados valles y montañas pasiegas, y que actualmente se sigue utilizando como una modalidad de deporte rural en algunas de las fiestas populares de esta comarca.
El palo pasiego está en pleno proceso para convertirse en bien de interés local etnográfico inmaterial en los ayuntamientos de Vega de Pas, Selaya, San Pedro del Romeral y San Roque de Riomiera, lo que demuestra la importancia que este humilde elemento ha tenido en la vida de esta comarca.
El palo es una rama, que normalmente se elegía en monte y solía ser de avellano blanco que se cortaba cuando la luna estaba menguante en enero, ya que la creencia popular era que de esa forma tendría más resistencia y duración. La rama se dejaba secar para que adquiriera flexibilidad y luego se descortezaba al calor de la lumbre.
Este palo, así elaborado, servía para desplazarse por las brañas, los praos, los caminos y era especialmente adecuado para saltar riachuelos.
Actualmente es un elemento con el que se realizan diferentes juegos tradicionales, pero el que más se identifica con el palo es el ‘salto pasiego’, que consiste en utilizar el palo como una pértiga e intentar saltar lo más lejos posible. Otras modalidades son ‘andar al palo’, ‘mudar el palo’ y ‘rayar el palo’, que entrañan más dificultad.
Todas estas modalidades están muy ligadas a la vida tradicional del pasiego y unido a la extensión socioterritorial de la comarca, especialmente a la actividad ganadera basada en la trashumancia de corte recorrido que se practica en los montes y valles pasiegos desde el siglo XVI.
Al recorrer la zona, uno puede imaginarse fácilmente a los antiguos habitantes utilizar estos palos en sus quehaceres diarios y en sus desplazamientos.
La vida del pasiego estaba íntimamente ligada a la actividad ganadera, y sus tradiciones emanan de ella como el uso de las cabañas durante las mudas que realizaban en verano con sus vacas buscando los pastos, la elaboración de productos derivados de la leche especialmente las mantequillas, los quesos y los típicos dulces como el sobao y la quesada, o la utilización de elementos singulares para sus labores como el cuévano. Todo ello se puede conocer mejor a través de los centros de interpretación, y especialmente en el Museo Etnográfico de las Villas Pasiegas en la Vega de Pas, en el Museo Etnográfico del Hombre y el Campo en San Vicente de Toranzo y en el Centro de Interpretación de la Casa del Pasiego en San Roque de Riomiera.