En este país, los templarios, bajo la protección de los reyes portugueses a los que ayudaron durante la Reconquista, recibieron castillos que les permitieron asentarse y crecer. Posteriormente y, tras la disolución ordenada por el rey francés Enrique IV, la perseguida Orden del Temple encontró refugio reconvirtiéndose en la Orden de los Caballeros de Cristo.
Uno de los principales asentamientos se encontraba en Tomar, pequeña ciudad de la región de Santarem, en el centro del país. En el castillo de esta villa se encuentra el Convento de Cristo, fundado por el Gran Maestre del Temple de Portugal, Don Gualdim Pais, en 1162 y que se convirtió en la sede principal de su orden y posteriormente de la de los Caballeros de Cristo.
Otra de las partes más visitadas es la ventana del capítulo del convento, de estilo manuelino, y posteriormente copiada en el Palacio da Pena de Sintra. En ella se entremezclan caracteres marítimos con la exaltación del mundo vegetal a través de cuerdas, nudos y raíces cargadas de simbolismo.
El castillo de Tomar es una imponente fortificación que servía de línea defensiva ante el ataque de los almohades. Tras traspasar sus murallas ya se puede contemplar la torre del homenaje y la alcazaba con amplios jardines en el patio interior, que nos conducen hacia su principal edificación: el Convento de Cristo.
Desde su imponente altura en lo alto de una colina, en el Convento destaca por encima de todo, el edificio de la iglesia y los dos claustros principales, de estilo gótico: el Claustro do Cemiterio y el Claustro da Lavagem, con decoraciones platerescas, a los que hay que añadir otros menores como: da Micha, dos Corvos, da Hospedaría y el Claustro de Santa Bárbara.
En la iglesia hay que reseñar principalmente la charola del siglo XII que, basándose en la rotonda del Santo Sepulcro de Jerusalén, permite admirar la riqueza de la orden, tanto en las pinturas y frescos como en las estatuas doradas, siendo el centro de todas las edificaciones que conforman el Convento.
El mejor lugar para su contemplación es desde los arcos del Claustro de Santa Bárbara. Tanto el castillo como el convento invitan al paseo sosegado y a imaginar cómo era la vida de estos monjes guerreros en una época de incesantes batallas por el territorio.
El Convento de Cristo, junto con el Castillo de Tomar, es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1983.
Antes de abandonar esta zona se puede hacer una visita a la ciudad de Tomar, disfrutando de sus jardines al lado del río, donde contemplar un antiguo molino, así como de sus calles empedradas, hasta llegar a la Plaza de la República donde se encuentra la Iglesia de San Juan Bautista.
Y la visita no acaba ahí, pues a escasos 24 kms., en la población de Vila Nova da Barquinha, se encuentra el Castillo de Almourol. Este castillo, situado en una isla del río Tajo, fue construido en 1171 por el Gran Maestre del Temple, teniendo una importancia estratégica en su momento ya que controlaba el comercio de trigo, aceite y otras mercancías entre diferentes regiones portuguesas. Su estructura es claramente templaria destacando la torre del homenaje y sus murallas, desde las que se podía mantener una perfecta vigilancia de cualquier tipo de movimiento sobre el río.
El castillo, declarado Monumento Nacional, puede ser visitado accediendo al mismo en barco desde el embarcadero de enfrente del castillo o desde la cercana localidad de Tancos.
Para más información sobre la historia, horarios y precios del Castillo de Tomar y el Convento de Cristo se puede visitar www.conventocristo.pt.
Fotografías: Jose Vittori
Es impresionante seguir la huella templaria en Portugal.
Lo aconsejo a quien le guste seguir el tema.
Un Diez.
Enhoeabuena Templarios.