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Sierra de Baza, Granada

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Sierra de Baza abarca los términos municipales de Baza, Caniles, Gor, Dólar y Valle del Zalabí, cuentan con la gracia de tener entre sus dominios uno de los parques más bellos y desconocidos de Granada. Baza es todo un canto a la naturaleza, pero a la vez todo un mundo para disfrutar del senderismo y el contacto con el aire libre.

El Parque Natural Sierra de Baza, forma parte de la sierra de su nombre, entre los términos municipales de Baza, Caniles, Gor, Dólar y Valle del Zalabí, del que el núcleo de población de Charches, queda comprendido en el perímetro del Parque. Se emplaza en la parte oriental de Andalucía, al NE de la provincia de Granada. Limitando en su viento E con la provincia de Almería. Desde el punto de vista de la geología, forma parte de las Cordilleras Béticas.

Con relación a la altitud, se hace necesario poner de manifiesto como el Parque Natural de la Sierra de Baza, forma parte de un macizo muy montañoso, con importantes diferencias, de forma que en pocos kilómetros podemos pasar de la cota 845 en Baza a la de 2.269 en el Calar de Santa Bárbara, máxima altura de este Parque.

Flora y vegetación
Uno de los ecosistemas de más alto valor en la Sierra de Baza es el de los pinares autóctonos de alta montaña, o del piso oromediterráneo. Los pinares de pino silvestre de la Sierra de Baza, junto con los de Sierra Nevada, son conocidos como «pinares relícticos de pino silvestre». De la importancia e interés ecológico de estos pinares y en particular del Pinus sylvestris, nos da una idea el hecho de que este árbol ha sido elegido para figurar en el logotipo oficial del Parque Natural Sierra de Baza que simboliza este espacio protegido. No siendo de extrañar que estos pinares autóctonos de alta montaña colmen de satisfacción a todo buen montañero y a aquellos aficionados a la naturaleza, que sepan disfrutar con su contemplación.

Como monte propiamente mediterráneo la encina ocupa en esta Sierra todos los pisos bioclimáticos, excepto el oromediterráneo, y se extiende desde la zona basal (1.000 metros) hasta 1.800-1.900 en que asciende en determinadas solanas como La Carrasquilla o El Cerro de la Virgen, al Sur del Calar de Rapa, donde alcanza la mayor altura topografiable. El sustrato sobre el que se asienta la encina, va a condicionar de forma fundamental el tipo de encinar. De manera que, por la riqueza edafológica de la Sierra de Baza, no encontramos un sólo tipo de encinar, sino que son muy variados y con peculiaridades muy específicas.

No podemos olvidar en esta breve reseña los bosques galería, los que suelen constituir islas biogeográficas, caracterizados por poseer una flora y fauna compuesta por un gran número de especies ausentes, o de difícil localización, en los espacios exteriores a los bosques ripícolas. En el interior de estos bosques se experimenta un incremento de la humedad relativa del aire, debido a la evapotranspiración de agua desde las superficies vegetales y desde el suelo. También es diferente la temperatura al medio que los rodea, siendo menores las oscilaciones térmicas. Todo lo cual produce un microclima especial en estos bosques.

Los sabinares y enebrales, son otros ecosistemas a destacar. La sabina, junto con el enebro, es muy abundante en todo el macizo central, donde podemos comprobar como está colonizando antiguas escombreras de las minas abandonadas y tapiza importantes extensiones de terreno.

Tampoco podemos dejar de hablar de prados de alta montaña de tipo húmedo y a la verdadera joya botánica de la Sierra de Baza: Los Prados del Rey. Ningún texto, publicación o artículo sobre la Sierra de Baza, puede leerse, sin que aparezca con orgullo la referencia al bello paisaje de estos prados, conjuntamente con sus alrededores

El elemento antrópico es muy notable, de modo que a lo largo de los principales ríos y arroyos de esta sierra, podemos apreciar hermosas huertas, donde se conservan con su originaria fisonomía estas zonas de cultivo, las que tienen un marcado carácter de economía de subsistencia, de forma que los habitantes de estos lugares dependen prácticamente de lo que se produce en estos terrenos, lo que hace que sean utilizados y aprovechados al máximo, con un perfecto conocimiento de la agricultura, de las más tradicionales técnicas de cultivo y de las lucha contra plagas y enfermedades. Girando todo alrededor del agua, en una cultura mantenida durante siglos y posiblemente heredada de los árabes, que ya habitaron en estos lugares hace más de quinientos años.

La Fauna
La fauna es la propia de los ecosistemas mediterráneo y hay catalogadas más de 100 especies de aves, de las que destacan las rapaces, muy bien representadas, como las águilas real, calzada o culebrera, azores, gavilanes, halcones, ratoneros o cernícalos, sin olvidar aves de caza como la perdiz roja, paloma torcaz y bravía, o los zorzales, unos incansables visitantes invernales. Igualmente están catalogadas más de 30 especies de mamíferos en libertad, de ellos 7 carnívoros (comadreja, tejón, turón, garduña, gato montés, gineta y zorro), además de ciervo, jabalí y cabra montes, como especies de caza más representativas.

A todo lo cual habría que añadir 17 especies de reptiles y 8 de anfibios, de los que destacamos al sapillo pintojo bético y al sapo partero bético, dos endemismos béticos, datos que se engrandece si se tiene presente que España es el segundo país europeo en cuanto a numero de herpetos (anfibios y reptiles), encontrándose contabilizadas, sin incluir las especies marinas e Islas Baleares 84 especies (31 de anfibios y 53 de reptiles), de forma que en este espacio protegido se encuentran catalogadas el 30 % del total de las especies ibéricas.

Arquitectura popular
Sin temor a equivocarnos, podemos decir que una de las joyas del Parque Natural lo constituye su arquitectura popular. El empleo de materiales autóctonos, hace que, según en qué zonas del Parque Natural nos encontremos, podamos observar ciertas variaciones en las construcciones que se reflejan fundamentalmente en el tipo de cubierta empleada y en la construcción de los muros, de modo que se refleja el empleo de un tipo de piedra u otra, según nos encontremos en un sector u otro de la Sierra. Así, en la mitad occidental se emplea con mayor profusión la piedra caliza, más o menos «careada», además de los socorridos cantos rodados de grandes dimensiones, mientras que en la oriental, de nuevo se recurre mayoritariamente además de los propios cantos, a los bloques de micasquistos y cuarcita, de los que se obtienen fácilmente superficies planas por exfoliación.

Las viviendas serranas suelen tener una sola planta, excepcionalmente dos; son de formas cúbicas, irregulares y anárquicas en cuanto a la distribución de las distintas habitaciones, que iban creciendo en número paralelamente al aumento de miembros en la familia o a las necesidades de estos. La estancia principal la constituye la cocina, alrededor de cuya chimenea o fuego, al que solía estar adosado el horno para aprovechar el tiro de aquella gira gran parte de la vida de sus moradores, fundamentalmente en los duros meses de invierno; los dormitorios se sitúan alrededor de ésta, y cuando hay una segunda planta se dedicaba a granero y solana, donde se guardan los granos de la siembra y otros productos del campo y del cerdo.

Rutas
Ruta 1. Ruta del Cortijo de Santaolalla (Cruz de la Chaparra): Monte bajo y pinar de repoblación del piso Mesomediterráneo seco.

Ruta 2. Ruta de los álamos centenarios: Bosque galería.

Ruta 3. Ruta del Encinar de la Carrasquilla: Encinar bético del piso Supramediterráneo.

Ruta 4. Ruta del Coronel Morente: Aznachal o codesal asociado a espinal de la zona silicícola del Parque.

Ruta 5. Ruta del Barranco de la Fonfría: Bosque caducifolio.

Ruta 6. Ruta de los Prados de Alta Monta a: Prados húmedos y pinares autóctonos de pino silvestre del piso Oromediterráneo.

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