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Sevilla, una ciudad con un color especial

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Toda Andalucía tiene un algo que enamora. Cádiz, Almería o Málaga son algunos de los destinos preferidos a la hora de veranear. Eso sí, no hay duda de que una de las mejores ciudades en la zona para visitar en esta época del año es Sevilla.

Esta ciudad, la más poblada de Andalucía, no es quizás la más apropiada para visitar en verano debido a sus altas temperaturas, que superan sin problema los cuarenta grados en los meses de julio y agosto. Sin embargo, tanto en primavera como en otoño, es uno de los mejores destinos por lo mismo. Te encontrarás fácilmente yendo en ropa corta en meses como abril o mayo.

Eso sí, no creas que eres la única persona que ha caído en que es ahora cuando Sevilla se llena de vida, de buen tiempo y de mucha marcha. Como tú, hay muchos. Por eso es recomendable reservar un parking con antelación. Así no te arriesgarás a pasar gran parte de tus vacaciones dando vueltas por la ciudad buscando un sitio donde dejar el coche.

Qué ver en Sevilla

Una vez hemos dejado el coche en el parking y nos hemos instalado en el hotel, toca salir a descubrir una de las ciudades más bellas, personalmente hablando, del país. No es porque Los Chungitos lo digan, pero realmente Sevilla tiene un color especial. Bueno, más que un color, un aire. El mero hecho de callejear ya te sube la autoestima. Sorprendente, ¿verdad? Pues lo es más si le sumamos sus monumentos.

Plaza de España. Más famosa que nada, no puedes perder la oportunidad de hacerte una foto en ella. Creada por el arquitecto Aníbal González en 1929, te animamos a dar una vuelta por ella y localizar tu ciudad. Todas están proyectadas con su nombre en la plaza.

Reales Alcázares. Este conjunto arquitectónico de palacios y jardines es uno de los símbolos de la ciudad y podría considerarse pecado no pasar por allí. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1986, ha sido utilizado por monarcas como Carlos V o Alfonso X El Sabio. Sin duda, un lugar realmente hermoso por el que perderse una tarde.

La Giralda. Este minarete formaba parte de la antigua mezquita de Sevilla, de aquí que esté unido a la Catedral. De 100 metros de altura, se construyó en el siglo XII y está coronado por el Giraldillo, una estatua en forma de veleta elaborada con bronce.

La Catedral de Sevilla. Antes de pasar a hablar de la Catedral, recomendar la ruta por los tejados de la misma (si no se tiene vértigo). No hay duda de que es uno de los mejores tours, ya que además de completo, sus vistas y el estar sobre el templo religioso más grande de España es de otro mundo. Obra de estilo gótico, conserva herencia de la antigua mezquita en detalles como el Patio de los Naranjos.

«Las setas» de Sevilla. Conocidas así por todo sevillano que se precie, su estructura de madera, con dos columnas de hormigón alberga las que son, probablemente, las vistas más bonitas de la ciudad. ¡Sin duda te permite verlo todo!

Disfrutar de Sevilla a través del paladar

Tapeo. La palabra clave cuando viajamos a Andalucía y, por tanto, también a Sevilla, es el tapeo. Eso y «¡qué barato!». Dos palabras que te acompañarán todo el tiempo porque, sin duda, comer allí es muy rico de sabor y los precios son realmente bajos.

Lo mejor allí es tirar, como comentaba antes por las tapas. Si vais con amigos, lo mismo. Podéis pedir muchas diferentes y seguro que dará para que todos probéis, al menos, un cacho.

Tosta de salmorejo. Como lo lees. Allí hay platos tan sorprendentes como este. Una sencilla tostada con un poco de salmorejo, plato estrella, por encima. Desde luego, una tapa muy sorprendente que querrás repetir.

Cazón aliñado. Pescadito cortado en cubos, con un adobo de vinagre y especias y envuelto en harina de garbanzo. Posteriormente, y como es tradición allí comer el pescado, frito en aceite de oliva virgen.

Huevos a la flamenca. Se trata de un guiso sevillano que, aunque por un momento puedas llegar a pensarlo, nada tiene que ver con los huevos rotos. Y es que su elaboración es sobre un refrito de mantequilla y aceite de cebolla, y acompañado de jamón y tomate al que se le añaden guisantes, huevos y espárragos.

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