De pronto, no muy lejos del puerto de Barizo, uno sentirá la necesidad de parar nuestro vehículo, ya que habrá que disfrutar de este hermoso lugar. Ante nuestros ojos se halla el mar, inestable y batido, y debajo de nuestros pies la tierra firme. En esos momentos uno siente que está vivo.
La esquina más occidental de la piel de toro es sin duda una propuesta muy seductora para los amantes del mundo de las motos. El sinuoso trazado de las carreteras, junto con las impresionantes vistas que amenizan este recorrido viene siendo muy frecuentado por amigos moteros atraídos por las excelencias paisajísticas, culturales y gastronómicas de Galicia. Una buena planificación del viaje en cuanto a las previsiones meteorológicas, contar con los correspondientes seguros de moto con asistencia en carretera, el hospedaje y una buena selección de establecimientos donde disfrutar de su comida hará de está pequeña aventura un viaje de calificación sobresaliente en nuestro personal cuaderno de viajes.
Es curioso, en “A Costa da Morte” se respira vida, quizás porque la muerte es vida en Galicia, y nuestra fantasía nos traslada en el tiempo. Es aquí, en lo alto de un acantilado frente al mar, donde nace la leyenda de esta afamada costa…
unos bandidos disfrazados de labriegos salen por la noche con una vaca. Es una noche oscura y de tormenta. La mar se encuentra más furiosa que nunca, con olas que crecen y crecen hasta que se tragan todo aquello que aparece en su camino. De pronto, los bandidos encienden unas antorchas, las cuelgan en las astas de la vaca. Con el vaivén natural del andar del animal los barcos creen que se trata de otro navío que hay cerca de la costa. Sin sospechar nada se aproximan hasta allí y ocurre la fatalidad. El barco choca contra las rocas, y las olas lo destrozan poco a poco. Los bandidos han logrado su propósito. A la mañana siguiente bajan tranquilamente a la orilla para apoderarse del botín, el cual se encuentra flotando en la orilla .
Esta es, posiblemente, la leyenda de “A Costa da Morte”. Nadie sabe si es verdad o es mentira, pero el caso es que la leyenda sigue viva.
A 10 kilómetros de Corme, se encuentra Camelle, donde su más famoso inquilino, ya fallecido, un artista alemán llamado Manfred a medio camino entre Robinson Crusoe y un nostálgico hippy de Woodstock expone sus pinturas sobre las piedras talladas que encontraba en zonas apartadas del malecón. Seguidamente llegamos a Camariñas donde está el mítico faro de Cabo Villán, declarado Monumento Nacional, y que desde tiempo atrás ha contemplado como en el corto espacio de poco más de un siglo se hundían en estas aguas más de 140 navíos de todos los tamaños y nacionalidades. Pero, Camariñas nos ofrece además algo de arte y mucho más de alegría, ya que en su interior todavía se pueden ver a mujeres, jóvenes y ancianas, tejiendo los típicos encajes de bolillos como lo hicieran, en otros tiempos, sus madres y abuelas. Dado que Camariñas está en el extremo de una bahía, habrá que regresar por la misma carretera hasta llegar al Ponte do Porto, desde donde hay que continuar con dirección a Muxía. Aquí, frente a la ermita de Nuestra Señora de la Barca, y al borde del mar hay una enorme piedra oscilante, conocida con el nombre de «a pedra de abalar» de la que se dice que tan sólo los inocentes serán capaz de moverla.
Una vez aquí sólo queda acercarnos hasta Finisterre, que está a 14 kilómetros de distancia de Moraime, donde deberemos parar para visitar su famoso Monasterio cisterciense. Después de haber llegado hasta este punto de “A Costa da Morte”, muchos creerán que ya lo han visto todo. Sin embargo, a estas alturas falta lo más importante: la «Fisterra», un curioso rincón de la geografía gallega que se abre al viajero para mostrarle una naturaleza poblada de pequeños arbustos de tojos que buscan su existencia entre las rocas. En Finisterre están grabadas, en los muros de algunos edificios de piedra con escudos de familias nobles, las verdades de esta leyenda, como se puede apreciar en la bella plaza del pueblo y en la capilla del Buen Suceso que data del siglo XVII.
Por fin hemos llegado al Faro de Finisterre, considerado como el extremo más occidental de la Europa continental. Sin lugar a dudas, es aquí donde la mano del hombre no ha logrado dominar la tierra, en la que nace una leyenda, maldita para muchos y sugestiva para la mayoría de los humanos.
¡Cuanta belleza unida en esta zona alejada de la civilización! ¡Qué paz, que tranquilidad, y cuánta vida hay en ella! Finisterre, el «Fin de la Tierra», nos revela el secreto. La leyenda ya no es tal leyenda, es tradición. Es la raíz del ser gallego, es su propia existencia. ¡Galicia, tú que eres tan bella, abre las puertas al mundo y déjate ver!