Bajo el famoso monumento a los conquistadores del espacio, se encuentra un espectacular museo interactivo dedicado a la cosmonáutica rusa.
Este original museo, cuenta con una superficie tres veces mayor de lo que era cuando se inauguró en 1981, así como numerosos objetos expuestos, con el fin de que los visitantes puedan conocer todos los logros que Rusia consiguió en el espacio.
Con la nueva ampliación de este museo, se ha conseguido uno mejor e interactivo en el que todo aquel que lo visite podrá experimentar en su propia piel lo que siente un cosmonauta durante el lanzamiento de un cohete y cuando se encuentra en el espacio. Ofrece una superficie de 8.500 metros cuadrados y cuenta con objetos únicos como son el bloque base de la Estación Espacial Mir; como se vivió en la Nave Espacial Soyuz y su módulo de descenso TM-7; el asiento eyectable del Transbordador Buran, etc… Pero además cuenta con simuladores por ordenador que permiten a los visitantes realizar un viaje virtual por la Estación Espacial Internacional o demostrar sus habilidades como cosmonautas.
Hace ahora medio siglo que los rusos enviaron un hombre al espacio. Se trataba del cosmonauta soviético Yuri Gagarin quien además se convertiría en el primer hombre en viajar al espacio y dar una vuelta a la órbita terrestre. Han pasado ya más de 50 años, cuando aventurarse en el espacio era casi imposible para el ser humano. No obstante, el joven Gagarin rompió barreras psicológicas, obligando a la humanidad a mirar más allá de los nacionalismos y a poder ocupar un lugar en el cosmos. El vuelo de 108 minutos llevado a cabo por este cosmonauta ruso a mediados del siglo XX representó una contundente victoria de propaganda para la URSS (Unión de repúblicas Socialistas Soviéticas) en su batalla con los Estados Unidos de Norteamérica.
«¡Veo la Tierra! ¡Es tan hermosa!», exclamó el protagonista de aquella aventura que hizo que aquel personaje entrara en la leyenda. Pero el mencionado vuelo tuvo repercusiones incluso más profundas en el plano filosófico. Hasta entonces, los humanos sólo habían girado la mirada hacia el espacio desde la superficie de la Tierra. Ahora, un hombre veía por primera vez el planeta desde arriba. Gagarin, y a través de él, toda la humanidad, pudo contemplar nuestro Planeta sin fronteras políticas. Toda una hazaña muy hermosa.
Se dice que todo se inició con la curiosidad de un muchacho, que portando alas hechas de plumas de aves de todos los tamaños, y unidas con cera, se vio libre y voló tan alto que trató de alcanzar el Sol hasta que este lo derritió y cayó a la tierra. La leyenda de Ícaro y Dédalo se reconoce como el primer registro de un vuelo “astronáutico”, y es consignado también como el relato del primer intento del ser humano por conocer más de esos cuerpos celestes que custodian nuestro mundo. Y si no, que se lo digan al genial Leonardo DaVinci.
Pero el Museo Memorial del Espacio y la Cosmonáutica es mucho más que la historia de los viajes espaciales. Sus 8.500 metros cuadrados reúnen varias secciones relacionadas con la historia y la tecnología espacial. Ofrece una colección que incluye libros, muestras de arte sobre astronáutica, fotografías, películas, equipos y trajes espaciales, objetos personales de los tripulantes, satélites artificiales y piezas de cohetes. Además, recientemente se han incrementado algunas secciones dedicadas a otros programas espaciales, como el de Estados Unidos y el de China. Quien iba a decir esto hace poco más de dos décadas.
El museo se encuentra ubicado en el noreste de Moscú, cerca de la Avenida de la Paz , en frente de histórico Hotel Cosmos, concretamente debajo del Monumento a los Conquistadores del Espacio. Una estructura de aluminio que representa un cohete saliendo al espacio, construida en 1964 para celebrar los logros soviéticos en materia de exploración espacial, es el principal punto de encuentro.
Museo del Espacio y Memorial de los Cosmonautas Rusos
Porstpekt Mira, 111 Moscú
Horario: Martes a domingo de 10:00 a 19:00 horas (Lunes cerrado)
Para llegar en Metro: Parada en la estación VDNKn
