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Miranda do Douro

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Desde principios del siglo II, Mirada do Douro ya contó con grandes admiradores, como Alfonso Enriques, quien fuera primer rey de Portugal. Tal era la fascinación que le producía este paisaje que acabó revelándose contra sus vecinos los españoles, fortificó sus dominios y comenzó su imparable conquista por la Lusitania. Desde entonces, Miranda do Douro a pesar de haber padecido otros muchos enfrentamientos se ha levantado una y mil veces haciendo valer siempre sus envidiadas peculiaridades.

Miranda do Douro muestra el carácter más propio de un pequeño pueblo a pesar de que la historia le otorgase el título de ciudad. Este nombramiento fue producto de las rivalidades que mantenían las jerarquías eclesiásticas de Miranda y Braganza. De aquellas rencillas aún escucha Miranda el elogio de sus vecinos cuando afirman que “la sacristía está en Braganza pero la Catedral está en Miranda. Los otros, astutos y celosos, responden: “si vas a Miranda, ve la Catedral y vuélvete a casa.

Pero no le es suficiente con su Catedral. Su historia también se recuerda en la contemplación de las ruinas del palacio episcopal, hoy transformado en un café. No menos interesantes son las fachadas medievales que se muestran a lo largo de la conocida Rua de Costanilha, el puente medieval bajo el que corre el tímido río Fresno o la Fonte dos Canos, que sigue ahí desde el siglo XVIII.

Y como no podía faltar, en una pequeña bocacalle de la mencionada Rua de Costanilha, se encuentra el valioso Museo de Terra de Miranda. Se trata de una original y extensa colección de objetos de lo más singular. En esta exposición, el visitante podrá encontrase con algo tan simple como una piedra, una pistola o con la fiel reconstrucción de una casa típica de la región.

Puestos a llevarnos una impresión más lúdica de la ciudad, es aconsejable dejarse ver por Miranda cuando la celebración de sus fiestas, las llamadas de los Pauliteiros, en honor a Santa Bárbara, el tercer domingo de agosto; o también cuando la Romaria Nosa Senhora do Nazo, los días 7 y 8 de septiembre.

La fiesta de los Pauliteiros es una de las más curiosas convocatorias que es posible vivir en la región de Tras os Montes. Hombres vestidos de blanco y con sombrero negro recorren las calles de Miranda paloteando al son de danzas guerreras, al parecer herencia del pueblo griego.

Interesantes son también las representaciones que se hacen los días 27 y 28 de diciembre. En los pueblos cercanos a Miranda salen a la calle las figuras del “velho y la velha”. Personajes que hacen una peculiar representación de viejas tradiciones paganas. Van ataviados de manera extravagante y portando tripas de cerdo, con las que golpean a aquellos vecinos que les niegan el aguinaldo. Estos, tienen total inmunidad y por estos días son intocables, pueden incluso adentrarse en las viviendas y hacerse dueños de los alimentos. No termina del todo mal esta original festividad, los productos y el dinero obtenido durante esos días es llevado a la iglesia con el fin de hacérselos llegar a los más necesitados.

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