Los avances tecnológicos han ayudado a mejorar innumerables aspectos de nuestra vida diaria, y la cocina no es una excepción. Las formas de cocinar han cambiado y hacerlo ya no es tan difícil.
La evolución de tecnología y cocina
La cocina de gas tradicional fue el boom por muchos años y, hoy en día, continúa teniendo gran demanda. Los cocineros son amantes de estas cocinas ya que dicen que con ellas los platos saben diferente.
Sin embargo, muchas personas han tenido accidentes al momento de preparar los alimentos o limpiar los fogones y las parrillas. Además, el gas es más delicado ante una posible fuga por fallo o despiste.
En ese caso, la tecnología ha evolucionado lo suficiente como para evitar estas molestias. La aparición de las cocinas con placas de inducción y las vitrocerámicas cambiaron la forma de cocinar. Se tratan de sistemas muy modernos, cuya tecnología ofrece una mayor eficiencia.
Las placas de inducción funcionan mediante un campo electromagnético que en contacto con un recipiente metálico, hace que este se caliente, en vez de calentar mediante calor producido por resistencias. La diferencia es que el cristal permanece frío y es menos probable tener accidentes domésticos.
Y, ¿de qué material deben estar hechas las ollas para que sirvan en las cocinas de inducción? Los materiales ferromagnéticos más comunes son el acero y el hierro. También pueden servir las ollas, sartenes o recipientes de aluminio siempre y cuando tengan una base de acero.
Por otro lado, las vitrocerámicas son una opción intermedia entre la inducción y el gas, ya que también cuentan con una placa de vidrio entre la fuente de calor y la cacerola en la que se va a guisar. No obstante, la diferencia es que el calor no solo afecta al recipiente, sino a todo lo que pongamos sobre el cristal.
Aunque estas variaciones todavía son criticadas por tardar un poco más de tiempo en producir el calor, representan menos riesgos que las cocinas de gas tradicionales.
Contaminación y limpieza
En términos de impacto ambiental, un estudio del Lawrence Berkeley National Laboratory encontró que los quemadores de gas añadían un 25-33% las emisiones promedio semanales de dióxido de nitrógeno dentro del hogar. Además, contribuyen un 30% en el invierno y un 21% en el verano a concentración de CO2.
En el caso de los alimentos, no se ha registrado un impacto. “Ahí lo que entran son otros temas, como la calidad del gas, la graduación, que no ahúman las ollas. Pero al final va a depender de la destreza del cocinero”, mencionó un especialista.
Por otro lado, muchas personas prefieren las cocinas con placas de inducción y las vitrocerámicas ya que las cocinas de gas son más difíciles de limpiar. Estas superficies evitan que, cuando se te caiga la comida, ésta se pegue al cristal. De esta manera, te despides por fin de los rascadores y quitagrasas.