El gesto simpático de la nutria ha poblado las márgenes de los ríos españoles y europeos durante siglos. Sin embargo, la presión humana a la que ha sido sometido le ha llevado a encontrarse en peligro de extinción. Esta ruta en la comarca de Alta Ribagorza, en Lleida, permite conocer la vegetación donde aún habita.
La nutria es uno de los mayores miembros de la familia de los mustélidos. Su figura, característica en los ríos españoles y europeos, es de muy fácil identificación. La agilidad y simpatía hacen de esta especie una de las más divertidas.
Su cuerpo, que apenas supera el metro de longitud, está recubierto por un pelaje espeso y muy fino, de color pardo, muy apreciado. No obstante, su principal característica es su larga cola, ancha en la base y que, paulatinamente, se va estrechando hacia el extremo. Este diseño responde al tipo de vida que desarrolla, fundamentalmente acuática.
De hecho, también sus dedos están unidos por una membrana, lo cual aumenta sus cualidades natatorias. De hábitats acuáticos, establece sus madrigueras ocultas entre las rocas o la vegetación de las orillas de los ríos y los arroyos, aunque no desecha los embalses, las lagunas y las aguas costeras. Tal tendencia responde a la necesidad de cubrir una dieta basada en los peces, aunque los cangrejos, las ranas, los insectos e, incluso, algunos reptiles y mamíferos forman, con frecuencia, parte de su alimentación.
Curiosidades de la nutria
Debido a su forma de vida, la nutria es un excelente indicador biológico de la calidad de los ríos. Dependiente de los hábitats dulceacuícolas, su presencia o su ausencia permite conocer la salubridad de los diferentes cauces. Sin embargo, esto hace de la especie una de las más vulnerables. Por ello, está calificada como especie «estrictamente protegida» desde octubre de 1973.
La legislación establece la prohibición en todo territorio nacional de la caza, captura, tenencia, tráfico, comercio y exportación de este tipo de animal, así como la preparación y la comercialización de sus restos. Tal protección no es solo una cuestión española, pues la nutria figura en los listados de los convenios de Whashington y Berna, firmados y ratificados por España.
Por otro lado, la conservación de la especie se ve amenazada por los mismos problemas que afectan a los cauces ibéricos. A esto, además, hay que añadirle la persecución sufrida por el valor de sus pelaje.
La Senda
Itinerario de unos 4 kilómetros de ida y unos 3.5 de vuelta.
Dificultad: Fácil.
La ruta se inicia en el aparcamiento de de Palanca de la Molina. Este primer tramo transcurre por la zona umbría del valle de Sant Nicolau, uno de los espacios donde vive la nutria. Tras una pendiente se llega hasta el río, a cuyos márgenes se encuentra una frondosa vegetación de ribera.
A la derecha se extienden pinares de pino negro donde, si hay suerte, se puede contemplar a los rebecos. También se puede buscar la mirada del jabalí u observar el planear de los buitres.
Proseguir hasta encontrar una cabaña de piedra, a la izquierda del camino. Buen momento para hacer una parada y disfrutar de las fabulosas vistas del valle. Aquí se aprecia la forma de «U» del mismo, que desvela su origen glaciar.
Puente de la palanca de Pei, que hay que pasar cambiando el itinerario hacia la otra margen del río.
Continuar hasta una pista forestal que hay que atravesar. Atentos a las señales.
Durante el trayecto se encuentran dos cabañas o bordas, la de Casó y la de Gaspar. Esta última casi al final del camino. Se utilizaban en invierno para guardar pastos y en verano para acoger a los pastores.
A escaso medio kilómetro de la última borda, se encuentra la ermita de Sant Nicolau. Abrir la portilla y cerrarla una vez accedido.
Terreno fácil y llano. Llegada al lago de Llebreta.
Los más andarines pueden subir hasta Aigüestortes, uno de los lugares más bellos del Parque Nacional. El recorrido es de unos tres cuartos de hora.
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