Esta manera de preparar cocidos, patatas con carne… surgió en torno a la línea ferroviaria de la Robla, que unía León con Bilbao, a finales del siglo XIX, cuando los trabajadores del tren idearon estas ollas para cocinar en el propio ferrocarril aprovechando el carbón que se utilizaba en las máquinas.
Para ello, colocaban las brasas del carbón en la carcasa de metal de la olla, e introducían el puchero donde iban añadiendo los ingredientes del guiso, frecuentemente, patatas con carne. Estas ollas han llegado a nuestros días convertidas en artículos de gourmet.
Abundan durante todo el año diferentes concursos de ollas ferroviarias a lo largo de toda Cantabria, y en muchos hogares se usan en reuniones familiares o de amigos para, además de hacer un buen guiso de alubias, garbanzos o patatas, pasar la mañana alrededor de este artilugio.
En la región existen múltiples artesanos que siguen elaborando estas ollas, y algunas de ellas son casi objetos de coleccionistas. Las hay desde las más sencillas, casi caseras, a otras con elementos de latón, en acero fundido, de acero inoxidable… En cualquier caso, posiblemente muy diferentes a las primitivas que se utilizaban en los trenes mineros de la línea de La Robla.
Aunque en toda Cantabria se ha extendido la utilización de estas ollas, la zona de Campoo sigue siendo donde más arraigadas están y donde más abundan los artesanos, y es que la línea de La Robla transitaba por estas tierras del sur de Cantabria.