En Comillas, desde entonces, aún se conservan restos en sus casonas blasonadas con sus correspondientes linajes y que dan fe su antigüedad.
Sus calles empinadas, empedradas y sus bellísimas plazoletas no aparentan haber sido modificadas. Hoy todavía trasmiten la misma serenidad que suponemos de antaño, algunos siglos atrás de la despiadada invasión de nuestros cacharros a motor.
La denominada como La Plaza, se enseña rodeada de casonas de miradores, junto al Ayuntamiento y la iglesia parroquial de San Cristóbal, cuya construcción data del siglo XVII. Y, en el centro, la plaza del Corro de Campíos, lugar inevitable de reunión y de alterne. Algo más alejada del bullicio de sus tabernas, se encuentra la plaza de los Tres Caños, con torre y casas con amplias solanas y su fuente, de trazas modernistas.
De su pasado cuentan que fue don Antonio López, primer marqués de Comillas, quien convenció a Alfonso XII y su corte para que eligiese este puerto pesquero como lugar de descanso, en el verano de 1881. Sin ninguna duda, don Alfonso fue quien publicitó a los cuatro vientos las inigualables condiciones de Comillas como lugar de veraneo. Así, importantes arquitectos catalanes del momento eligieron esta villa el lugar en el que mostrar buena parte de sus obras modernistas, un particular encanto que cautiva cada año a miles de visitantes. Aquel inolvidable verano, marcó el inicio de la tendencia modernista que colonizaron las emblemáticas construcciones levantadas por los artistas catalanes de renombre.
A saber:
El Palacio Sobrellano, también llamado Palacio del Marqués de Comillas, de estilo neogótico con esculturas de mármol. Parte del mobiliario fue diseñado por el insigne Gaudí
La Universidad Pontificia, clausurada desde 1968 es obra de Martorell, Cascante y Doménech. Constituye una muestra ejemplar del modernismo catalán. Es uno de los edificios emblemáticos de la villa que domina todo el pueblo desde una atalaya.
«El Capricho» de Gaudi. Declarado monumento histórico-artístico en 1969, se trata de un hermoso edificio de estilo arabesco en el que destacan su pórtico con grandes columnas junto con las decoraciones cerámicas de sus muros; sus muros desprenden originalidad y brillantez y color. A él se accede entrando en Comillas por la carretera que viene desde Cabezón de la Sal. Fue construido en 1885 y actualmente está acondicionado como restaurante. Es una de las tres únicas obras de Antonio Gaudí, además del palacio Episcopal de Astorga y la Casa de los Botines de León, que se conservan fuera de Cataluña.
El cementerio, con la escultura de El Ángel exterminador de Joseph Llimona, dominando las ruinas del viejo monasterio gótico, representa uno de los más bellos detalles del paisaje de Comillas.
Monumento al Marqués de Comillas. Obra de Doménech, que se erigió en 1980, se levanta en una colina, desde donde se contemplan excelentes vistas al mar.
Para dormir: Por su carácter eminentemente turístico, y su proximidad con Santillana del Mar y San Vicente de la Barquera, no faltan alojamientos adaptables a todos los bolsillos y preferencias. Tanto en el mismo pueblo de Comillas como en los alrededores hay campings, perfectamente acondicionados; casas de alojamientos rurales, hacia el interior y plazas hoteleras de todas las categorías.
Para comer: Los pescados y los mariscos son los grandes protagonistas en los comedores de Comillas; con su conocido zorropotún, preparado muy similar al marmitako del vecino País Vasco. Son muy apreciadas, también, la langosta, las nécoras o andaricas y las exquisitas angulas del la ría de Rabia.
Para llegar: Comillas se encuentra entre las turísticas localidades de San Vicente de la Barquera y Santillana del Mar, un poco más cercana a esta última. Está última se une con Comillas por la carretera CA-131. Desde Santander o desde Asturias se accede a Comillas por la autovía del Cantábrico A-8, utilizando la salida de Comillas y Cabezón de la Sal. Desde el interior peninsular, la opción más rápida es desde Torrelavega y luego por la mencionada autovía del Cantábrico A-8 en dirección a Asturias.