No resulta difícil relacionar la ciudad de Málaga con su Costa del Sol, las playas, Torremolinos, Marbellla, Benalmádena y tantos otros destinos mayormente frecuentados en los meses de verano, pero la capital andaluza guarda muchas más sorpresas para disfrutar y poder descubrir también sin sombrilla ni bañador.
Como reconocido destino de sol y playa, por su amplia ocupación en verano y sus excelentes infraestructuras, no deja de disponer el resto del año de suficientes hoteles para descansar en Málaga y conocer la otra cara de la ciudad y sus alrededores: su gastronomía, su patrimonio, excelente entorno natural, su clima y su gente, esto último digno de especial mención por su particular desenfado y hospitalidad.
Un fin de semana o unas minivacaciones de invierno son también fechas acertadas. Y es así, que, en cualquier época del año, Málaga ofrece infinitos alicientes a tener muy en cuenta también fuera del bullicio estacional. No en vano, buena cuenta de sus excelencias ya dejó, tiempos hace, aquel viajero del medievo al afirmar:
«¡A Málaga, capital, perla de Al Andalus, que Alá te dio a ti sola la belleza que a tus hermanas dejó repartida!»
Si, no obstante, no es convincente tal afirmación, otras figuras menos anónimas también han engrandecido la ciudad. Desde Pablo Ruiz Picasso, como natal y vecino en su joven infancia; o Vicente Aleixandre, Premio Nobel de Literatura, quien aportaría en su poemario: «Ciudad del Paraíso»; así como las declaraciones del inigualable «cuentacuentos» y poeta danés Hans Christian Andersen, que ya a mediados del XIX venía a decir: “En Málaga, toda la gente parecía tener buen humor, como si ellos viesen solo el lado bueno de la vida» !Genial descripción del paisanaje malagueño!
Pero ahora nos toca a nosotros ser los espectadores de excepción de la ciudad de Málaga. Y qué mejor primer encuentro que aprovechar de un paseo matutino por los jardines escalonados de Puerta Oscura y disfrutar de las vistas que ofrece del castillo de Gibralfaro y de su Alcazaba. Cerca de los jardines también se encuentra el edificio del Ayuntamiento, que merece la atención por las esculturas de su fachada principal, cuyo autor es el escultor Francisco Palma. Casi colindante a este, se levanta el edificio de la Aduana, en la plaza del mismo nombre, indiscutible referente arquitectónico del estilo neoclásico.
Otros edificios emblemáticos y rincones imprescindibles a visitar en la ciudad los iremos encontrando al deambular por la peatonal calle Granada, como la iglesia de Santiago, con su torre mudéjar, y junto a ella, en la calle San Agustín, el Palacio de los Condes de Buenavista, actual sede del Museo Picasso, este último de visita obligada y pausada, al igual que la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso, situada en la Plaza de la Merced.
Para concluir este periplo artístico y monumental, la calle de San Agustín nos conduce a la Plaza del Obispo, en donde nos encontramos ante el Palacio Episcopal y la fachada barroca de la Catedral, en cuyo interior, de impresionante estilo renacentista, se encuentra la magistral Sillería del Coro, obra de Pedro de Mena, considerada como uno de los mejores logros de la escultura barroca de España.
Ahora, echando un vistazo al devenir histórico de la capital: La Alcazaba, Gibralfaro y el Teatro Romano son su mejor legado. Aunque ya poco queda de los restos del aquella construcción de la época de Augusto, del siglo III antes de cristo, ya que gran parte de de sus sillares y columnas fueron a parar a la Alcazaba. Este edificio, La Alcazaba (siglo XI), es uno de los emblemas malagueños, se alza en un cerro, fue testigo y protagonista de muchos episodios de la historia de Málaga, ya que fue residencia del soberano en aquellos revueltos tiempos. Al igual que el castillo de Gibralfaro, ordenado construir por los musulmanes, bajo el cual comenzó el desarrollo y expansión de la actual Málaga. Llama poderosamente la atención las vistas que desde este cerro se contemplan de la urbe malagueña.
Y de vuelta al presente, no podremos dejar de lado disfrutar de otro de los grandes atractivos de la ciudad. La céntrica calle Larios, el Pasaje Chinitas y sus alrededores, en pleno casco histórico, sin duda un buen escaparate de su actual catálogo gastronómico en dónde reponer fuerzas y disfrutar del típico y divertido tapeo malagueño por sus animados mesones y restaurantes. Otras localizaciones también a tener en cuenta se encuentran en el Paseo Marítimo, La Malagueta y las barriadas de El Palo Pedregalejo
A la vista, sobra decir que Picasso, Vicente Aleixandre, Christian Andersen y otros anónimos no andaban mal encaminados con sus afirmaciones acerca de la «Ciudad del Paraíso»:
“Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria,
antes de hundirte para siempre en las olas amantes.
Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama, por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví, y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas […]”
[Vicente Aleixandre]