En lo más alto, su Colegiata y el Castillo. Hasta ese punto: la Plaza Mayor, soportales, porches, construcciones de ascendencia mudéjar, balconadas de madera, portadas de arco con dovelas y galerías de ladrillo. En resumen uno de los conjuntos urbanos más interesantes del Alto Aragón. Lugar donde la historia, los monumentos, las pinturas rupestres, la naturaleza y el deporte al aire libre han encontrado una misma ubicación.
Por el Alto Aragón, a punto de adentrarnos en los pronunciados valles del Pirineo, algún amable vecino de cualquier población próxima nos indica como inexcusable una visita a Alquézar. Salen entonces a relucir en nuestra memoria: algunas cumbres, gargantas, barrancos, cuevas, ríos y valles que ya nos deslumbraran en anteriores visitas al conjunto natural de la Sierra de Guara. El turismo francés de principios de los ochenta supo sacar buen provecho de este entorno. Fueron, en cierta medida, sus descubridores y quienes potenciaron esta zona como centro de máxima atracción para la práctica de deportes como el barranquismo, la espeleología o la escalada.
Este espectacular escenario cobija la villa de Alquezar, donde la naturaleza derrocha color, contrastes, lugares insólitos y formas inimaginables. Por su parte, la villa oscense de Alquézar aporta su enorme grano de arena para dotar a este Parque Natural, aun más si cabe, de otros encantos no menos sobresalientes.
Como cabría de esperar, las mismas aguas del río Vero ya nos anuncian la proximidad de nuestro destino. Un poco después, entre olivos y almendros asoma la singular silueta de su conjunto monumental. Así, poco a poco vamos descubriendo su entramado urbano. La estampa que se nos presenta abarca un largo precipicio, las casas se suceden como amontonadas, dispuestas todas bajo la esbelta forma de las murallas y la Colegiata, en lo más alto. En ese tumulto medianamente ordenado, mezclas de materiales y colores, asoman los tejados de las viviendas como parte misma de la pendiente y en equilibrio perfecto.
El mencionado curso del Vero abriga con su agresiva fisonomía y con la fuerza natural que le caracteriza a esta localidad de evidentes trazas medievales. El casco urbano brevemente descrito se va extendiendo por la ladera de la montaña dibujando sus curvas de nivel. Entre sus callejuelas, el paseo de hace apasionante, cada paso anuncia un nuevo rincón en donde, una vez más detener nuestra atención. Pasadizos fortificados, sinuosos recorridos, y sabor y ambiente islámico que desprenden las fachadas que nos guían a alguna de sus arterias principales, alguna de sus plazas o hacia el castillo. Los pasos cubiertos y abovedados reiteradamente dan ese efecto de luz y sombra al que nos vamos acostumbrando y que dota a la ciudad de cierto halo de misterio, muy atractivo a la vez.
En su patrimonio monumental se incluye la iglesia de San Miguel, fue designada como vicaría parroquial en el siglo XIV. Exteriormente conjuga formas de gran solidez y colorido en consonancia con la villa. El edificio es del XVII. Una pequeña balconada en la misma plaza nos permite su contemplación desde una altura media del edificio, así descubrimos una mejor perspectiva de tan monumental obra arquitectónica.
Desde este templo hasta la Plaza Mayor se suceden construcciones que en otra época servían bien para desarrollar labores agrícolas y ganaderas; algunas más señoriales conservan sus escudos de armas. La mayor parte de estas edificaciones tienen el ladrillo como principal elemento constructivo. Aleros y balconadas de madera, ventanales adornados con macetas y flores llaman constantemente la atención del paseante, como también la pequeña capilla de la Virgen de las Nieves.
Otra parada inevitable, la Plaza Mayor, bien recogida, porticada, rectangular y austera. Desprende de los irregulares porches y rústicos soportales el ambiente que dejaron los mercados que semanalmente aquí de daban cita, huella que el tiempo aún no ha conseguido borrar.
El Castillo
Por encima de la gran mole rocosa sobre la que descansa el pueblo pueblo se alza el recinto amurallado. Esta imponente construcción abarca únicamente la cara oeste de la montaña. Los enormes y verticales laderas que forma el río Vero hacen las veces de fortaleza natural en los restantes flancos del castillo. La fortaleza se compone de una doble muralla almenada a la que se accede salvando el desnivel del terreno. Un poco más hacia el interior, en los muros, se encuentra el relieve gótico del siglo XV que representa a las vírgenes de Munila y Alodia, dos jóvenes que fueron decapitadas en el año 851. El último tramo de la rampa de acceso termina en la plazuela de la Colegiata, con su entrada principal. Dos torres rectangulares y un tercer torreón adosado a ésta, utilizado como campanario, completan el conjunto.
La Colegiata
Ya, en lo más alto de Alquézar, se encuentra su gran tesoro: El Claustro, la Colegiata, el Museo, la Iglesia Prioral y los restos de la iglesia Abacial. Historia, arte y cultura en un recinto que, salvando el paso de los años, continúa siendo el eje central del Alto Aragón. La iglesia Abacial, antigua iglesia de Santa María de Alquézar, conserva su muro meridional y el atrio porticado de estilo románico. Está compuesto por arcos desiguales de medio punto, sostenido con columnas pareadas cuyos capiteles presentan escenas del Viejo y Nuevo Testamento.
Del claustro se tienen noticias que datan del año 1258. Está constituido por cuatro arcadas de medio punto sobre columnas germinadas con interesantes capiteles y representaciones arcaicas y esquemáticas. Las pinturas y murales que decoran los muros datan del siglo XV y principios del XVI. Son representaciones de la infancia y pasión de Cristo.
Sobre el perímetro del claustro se levanta una galería donde se aloja el museo. Las vistas desde aquí resultan del todo impresionantes. Desde lo más alto de domina una gran extensión del terreno de esta parte de Aragón, el espectacular curso del río y, debajo, los tejados de la muy noble villa de Alquézar. El museo expone obras medievales, renacentistas y barrocas. Entre los objetos más valorados se encuentra un cayado de marfil parte de un báculo del siglo XVI. El retablo de Santa Ana es también una de las piezas más admiradas junto con el retablo de Santa Quiteria. Completan esta exposición distintas piezas de orfebrería, cálices, cruces y algunas reliquias procedentes de Colonia.
Y más…
Quedaría mucho por mencionar de los alrededores de la villa, que ofrece un sinfín de posibilidades para los amantes de la naturaleza y otras curiosidades. Tal es el caso de las muchas representaciones pictóricas de nuestros antepasados que se pueden contemplar en las orillas del río. También en los pueblos cercanos de Colungo y Lecina se conservan estas representaciones prehistóricas, que forman parte de los hallazgos de Quizáns y Chimiachas, ubicadas en este gran paisaje que caracteriza el Parque Natural de la Sierra de Guara.
Cómo llegar
Desde Huesca o Lleida se accede por la carretera nacional N240 hasta la ciudad de Barbastro. Desde aquí por la carretera comarcal que asciende paralela al río Vero y que se adentra en el Parque Natural de la Sierra de Guara, pasando por las localidades de Pozán de Vero y Huerta de Vero.
Yantar y pernoctar
Es fácil encontrar alojamiento en el mismo Alquézar, donde predominan los alojamientos sencillos y muy familiares, alojamientos rurales y campings. También disponen de muy buenos establecimientos las localidades cercanas de Bierge, Rodellar o Lecina.
Es una auténtica maravilla. Con razón aparece en todos los rankings de los pueblos más bonitos de España. Perderse por sus callejuelas empedradas es un placer, o tomarse algo en una de las muchas terrazas mientras se contempla la bella estampa de la colegiata.
Y por supuesto no se puede dejar de hacer la Ruta de las Pasarelas por el río Vero para ver hermosos paisajes y disfrutar de la naturaleza.
Muchas gracias por el artículo. Os dejo el relato de mi visita a esta delicia de pueblo.
http://correndoabulixa.blogspot.com.es/2014/09/alquezar-y-la-ruta-de-las-pasarelas.html