Entre las cuencas del Alberche y el río Perales se extienden pinares, encinares y castañares que hacen de esta porción madrileña un interesante destino para ser visitado en cualquier época del año. Los embalses de San Juan y el embalse de picadas son los dos grandes protagonistas de estas cuencas. Otros entornos naturales como la Sierra de de la Higuera, el Monte de Santa María o las Peñas de Cadalso y Cenicientos servirán al viajero como excusa para acercarse a conocer las bellas localidades que disfrutan de estos cauces.
Cadalso de los Vidrios
Cadalso tiene merecida fama por la peculiaridad de sus vinos. Su historia, pinares y sus viñas tienen como decorado de fondo las bellas crestas de la Sierra de Gredos. El paisaje que conforman sus viñas enseñan aún algunas interesantes escenas agrícolas.
En tiempos, celtíberos, romanos, visigodos y árabes utilizaron este enclave estratégico para su defensa, se sabe de una vieja fortaleza de los años 182 y 189 que fue destruida y levantada en tiempos de los romanos. A Carlos III se le debe la denominación de “los vidrios”, él se encargó de la puesta en funcionamiento de una real fábrica de vidrio soplado en donde ejercían su profesión expertos venidos de Francia y Flandes. De aquél entonces les viene a los lugareños el apodo de “soplones”.
Entre sus reliquias cuenta con la iglesia de la Asunción, terminada en el año 1574, edificio de factura gótica con algunos detalles herrerianos. También el Casón de los Austrias, con portada renacentista; la Calle real; la ermita del cementerio y el Palacio de los Duques de Frías.
El casco antiguo conserva edificios interesantes como la Casa de los Salvajes y el palacio de Villena, interesante ejemplo de arquitectura renacentista.
Cenicientos
Cenicientos, también afamado por sus preciados vinos, conserva su iglesia Parroquial de San Esteban Protomartir. El edificio es de estilo gótico y guarda en su interior obras pictóricas e interesantes esculturas del siglo XVI, así como una pila bautismal de la misma época. No menos interesantes son las visitas a la ermita de la Virgen del Roble, construcción del XV y su necrópolis medieval.
De tiempos anteriores se conserva un monolito romano del siglo IV, Piedra Escrita. Dicho monumento muestra un grabado de la diosa Diana.
Son también de interés: la Casa del minero, el Puente Romano y la Fuente de los Caños
Rozas de Puerto Real
Rozas de Real se encuentra en el extremo más occidental de la Comunidad de Madrid, ya lindando con Avila. Debe su nombre a la Cañada Real Leonesa que cruza este municipio. Aquí se encontraba la Venta del Cojo, donde se cobraba el portazgo Real a los ganaderos trashumantes. Hoy en día es más conocido por su extenso castañar, es interesante realizar este recorrido de unas dos horas de duración y que se encuentra perfectamente señalizado.
Aldea del Fresno
En cuanto a su monumentalidad, el pueblo carece de gran interés. No obstante merece por su situación natural, entre los dos ríos, el Alberche y el Perales; y por la frondosidad de sus márgenes. Estas arboledas y la concurrida playa artificial a orillas del Alberche han transformado a esta localidad en un lugar muy solicitado por los veraneantes. De máximo interés es la reserva del Rincón, “safari” que imita el paisaje africano, en el que se pueden observar y fotografiar hasta casi quinientas especies animales en libertad.
Villa del Prado
Localidad poco renombrada y de intensa historia. Fue propiedad de los arzobispos de Toledo, de don Alvaro de Luna y de los Duques del infantado hasta ser comprado por sus propios vecinos en el siglo XVII. Sus alrededores se decoran con fértiles huertos e invernaderos que dan excelentes hortalizas de temporada.
Entre sus tesoros artísticos, cabe mencionar su iglesia en honor a Santiago, obra del siglo XV de estilo gótico, con dos torres y esbelta espadaña. En el mencionado templo se guarda un coro renacentista con artesonado mudéjar.
Junto al caudal del Alberche, se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Poveda. Todo su en derredor se muestra cubierto de árboles y vegetación. El edificio religioso es obra del siglo XVII, al que asisten multitudes el Domingo de Resurrección para venerar a su Virgen.
Navas del Rey
A partir de Navas del Rey el paisaje empieza a mostrar los primeros viñedos de la Comunidad de Madrid. Anteriormente se llamó Dehesa Real, hasta el siglo XVII, cuando Fernando VII le otorgara la titularidad de Villa. Estuvo poblado por ganaderos que mantenían frecuentes disputas con los monjes cistercienses, administrativamente dueños del lugar.
Conserva su iglesia de factura barroca, cuya construcción de debe al cardenal Lorenzana. En su interior puede contemplarse el cuadro de la Virgen de la Candelaria sobre un fondo que representa la conquista de Canarias.
San Martín de Valdeiglesias
En los últimos tiempos, la localidad de San Martín de Valdeiglesias se ha visto notablemente favorecida con la construcción de las presas, que originaron los lagos de San Juan y del Burguillo, verdaderos mares interiores de costas recortadas y playas, sitio idóneo y cercano a la capital de Madrid muy apto para la práctica de actividades náuticas. El pueblo conserva varias fachadas con escudos nobiliarios. En una de ellas, en la Casa de la Santa, se dice que pasó noche Santa Teresa en uno de sus viajes.
La iglesia de San Martín, es el monumento más importante de la localidad, obra de Juan de Herrera que contiene una importante colección de pintura barroca. El altar mayor está decorado con un retablo que representa a San Martín compartiendo su capa con los pobres.
Es también interesante el castillo de Coracera, que data del siglo XV y del que fue propietario don Alvaro de Luna. En la actualidad el Castillo continúa en manos privadas aunque en 1997 el Ayuntamiento y los actuales propietarios firmaron un convenio de colaboración para utilizar este edificio histórico como sede de actividades culturales: durante los sábados de julio y agosto hay conciertos de música clásica, en julio se realiza un encuentro internacional de artistas plásticos y temporalmente algunas de sus estancias sirven de improvisadas salas donde exponen pintores, fotógrafos y escultores.
Próximo a San Martín, a ocho kilómetros, aunque ya en tierras avilenses se encuentran los famosos Toros de Guisando, esculturas ibéricas de desconocida utilidad.
Las ermitas de San Martín
La gran cantidad de ermitas que se esparcen por el municipio de San Martín de Valdeiglesias, dio nombre a esta localidad, que se conocía como el Valle de las Iglesias. Aún hoy en día de conservan seis de estos singulares edificios religiosos: la ermita del Cristo, la ermita del Ecce-homo, siglo XV; la ermita de la Sangre, la ermita de la Salud, de reciente construcción; la ermita de la Virgen Nueva y la ermita del Rosario.
Navalagamella
A finales del XVIII, Navalagamella se encontraba rodeada por siete ermitas: la del Santísimo Cristo de la Sangre, la de San Miguel, San José, San Sebastián, San Gregorio, la de San Pedro y la de Nuestra Señora de la Encarnación. En tiempos de la desamortización, esta relación quedó reducida a tan sólo tres: la de San Miguel, el Cristo y San José.
Además de las ermitas aún visitables, Navalagamella cuenta entre sus tesoros historico-artísticos con la Iglesia de Nuestra Señora de la Estrella, siglo XV; la Torre del Reloj e interesantes restos de casonas señoriales.
La ermita de San Miguel
Se levanta en el conocido como paraje de “Los Degollados”. Su nombre le viene del milagro que sucedió allá por 1463. Cuentan que a un pastor de nombre Miguel se le apareció el Santo Arcángel, quien le asignó la responsabilidad de levantar una iglesia en ese lugar. El pastor, ante el temor de no ser creído por sus vecinos, ignoró el mandato, y apareció al día siguiente deforme con las pantorrillas pegadas a los muslos. Este castigo le hizo hacer público el mandato que recibió el día anterior. Fue llevado hasta el lugar de la aparición y se comprobaron signos que confirmaban la veracidad del acontecimiento. El árbol, testigo del encuentro, tenía las hojas más blancas de lo habitual y la mano del santo estampada. Poco después se ofició una misa para celebrar el extraño acontecimiento, y tras finalizar ésta, el pastor quedó sanado. Tal milagro motivó al Licenciado don Francisco de Melgosa a ordenar la construcción de dicho templo en el que debería quedar plasmado un referente sobre la divina aparición.
El actual edificio presenta una cabecera cuadrada de mampostería rematada por una cornisa de sillería en pecho de paloma, que está cubierta por una bóveda de crucería, con arcos de medio punto y nervios del siglo XV.
La ermita del Santísimo Cristo
Edificio de una nave, formado por dos espacios separados que se aunaron posteriormente. El mayor es de planta cuadrada y está construido con mampostería, es probablemente el más antiguo. Posteriormente, tras la destrucción total del edificio durante la Guerra Civil y su consiguiente reconstrucción, se derribó el muro que separaba ambos cuerpos colocándose dos columnas. En el año 1.982 se procedió a la última restauración, cuando se reparó la cubierta y se afianzaron los cimientos del edificio. En su interior se encuentra la imagen barroca del Crucificado obra del siglo XVII.
La ermita del San José
Este edificio de reconstruyó después de la Guerra Civil. Se aprovecharon los restos del templo anterior. La fachada posterior está construida con muros de mampostería sobre un zócalo resaltado y con refuerzos de sillería en huecos y esquinas. En su interior presenta una sola nave cubierta con una bóveda de cañón apoyada en cuatro arcos fajones de ladrillo, que la dividen en tres tramos.