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Aceite: el oro líquido que encaja en todas tus recetas

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Dulce o salado, el aceite es imprescindible en prácticamente la mayoría de platos. Si echamos ojos a un recetario de comida mediterránea, verás cómo esta grasa saludable forma parte, en mayor o menor medida, de gran parte de las elaboraciones.

Es muy difícil encontrar sobre la faz de la tierra una cocina que no cuente con un bote o una garrafa de aceite. No importa el tipo (de eso ya hablaremos después), tan solo el hecho de que prácticamente nadie concibe el mundo, concretamente el culinario, sin este tipo de alimento.

Ya sea para guisos, recetas de estilo vanguardista o postres, el aceite es indispensable. Y esto le convierte en un bien, ya no solo muy preciado, sino codiciado. Es por ello que cada vez más personas se plantean la opción de apadrinar un olivo, para así agradecer a este árbol pequeño y de copa ancha, todo lo que nos regala con sus olivas.

¿Qué tipos de aceite existen?

Seguro que más de una vez has escuchado hablar de lo importante que es saber diferenciar entre los diferentes aceites que existen. Ya no solo porque el sabor te puede pegar, en función del que elijas, más o menos fuerte al paladar. Sino porque dependiendo del tipo de oro líquido, el resultado de tus platos será exquisito o, simplemente, comestible. Además, con la idea de llevar cada vez más un estilo de vida «healthy», la diferenciación entre aceites más o menos «sanos», en referencia a las calorías y aporte nutricional, es un debate más vivo que nunca en las calles.

Desde este artículo, además de invitarte a que también te sumes a la campaña «adopta un olivo», también te presentamos los tipos de aceite más comunes y ya, un poco más adelante, nos lanzamos a cocinar con ellos.

Aceite de girasol. Es el más consumido en Europa y su componente mayoritario es el linoleico. De entre sus usos, destaca la fritura, ya que para elaborarla hacen falta grandes cantidades de aceite y este es de los más económicos.

Aceite de oliva. Este se consume principalmente en España, ya sea para desayunar, preparar postres u otras recetas. Eso sí, no hay que olvidar que sigue siendo una grasa y que, por muchos beneficios que tenga, su consumo debe ser moderado. Con diferentes intensidades en función del proceso de refinado al que la oliva se someta, es un producto que no puede faltar en ninguna cocina saludable que se precie ya que, entre sus beneficios, destaca la calcificación de los huesos, un efecto protector en la piel, el favorecimiento de la absorción de calcio y su ayuda a la hora de reducir el colesterol.

Aceite de soja. Cada vez más conocido en Europa a consecuencia de la influencia de la cocina asiática, es el aceite que más se produce en el mundo. Más elevado que otros en ácidos grasos poliinsaturados, esto facilita que se enrancie con facilidad. Su uso es principalmente para aliño de ensaladas.

Aceite de cacahuete. Muchos hablan de él, pero muy pocos lo consumen. Y si lo hacen, es en cantidades mínimas. Muy rico es ácido oleico, se considera uno de los más caros del mercado, lo que limita su uso en la cocina.

Aceite de palma. Consumir aceite de forma moderada se vuelve una obligación cuando hablamos de este modelo. El de palma, que se extrae del fruto y semilla de la palmera, puede llegar a ser perjudicial para la salud y provocar enfermedades cardiovasculares.

Recetas en las que no falta el aceite

En este apartado, hemos hecho una selección de algunas recetas sencillas que cuentan, entre sus ingredientes, con el aceite. Algunas el de oliva, otras el de girasol y, para los alumnos más aventajados, damos alguna idea para darle uso a ese codiciado aceite de cacahuete.

Wok de verduras con aceite de cacahuete. Este plato es muy sencillo y saludable. Tan solo es necesario calentar el aceite en una sartén tipo wok, añadir las verduras que más te gusten cortadas y saltearlas un buen rato. Con eso ya tendrás un plato exquisito y muy versátil para acompañar cualquier menú.

Buñuelos de calabaza. Si te resulta complicado hacer que tus hijos consuman verduras, estos buñuelos quizás puedan ayudarte. Para su elaboración necesitarás harina de fuerza, calabaza (que tendrás que hacer puré), agua, leche levadura y sal. Una vez tengas la mezcla (se elaboran como cualquier otro tipo de buñuelos), solo tendrás que freírlos en aceite de girasol y echarles un poco de azúcar al gusto.

Ensalada de pasta con tomate seco y aceitunas. La versatilidad del aceite es tan amplia que no necesitamos calentarlo para que forme parte imprescindible de nuestros platos. Y esta es la prueba. El aceite de oliva es perfecto para aderezar ensaladas, y la de pasta, es un clásico. Nosotros la hacemos con huevo duro, atún, tomate cherry, un poco de cebolla morada picadita y, por supuesto, unas aceitunas (las que prefieras) por encima. El toque que le dan es… ¡increíble!

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