Dicen los propios palmesanos que su casco antiguo no sería el mismo si no contará con los silenciosos patios de sus casas y palacios señoriales. Aquí, bajo estos recios muros, trata de colarse la luz para interrumpir el silencio e iluminar ora un pozo, ora una palmera, ora una escalinata. Diferentes estilos y haceres se muestran a lo largo y ancho de la parte más histórica de esta ciudad puramente mediterránea.
Singulares, diferentes y diversos, los patios de Palma de Mallorca son uno de los elementos más característicos de la ciudad balear. En su casco antiguo, bajo sus estrechas callejuelas, se recogen en si mismos, grandes y pequeños patios cuajados de luz y, sobre todo, de silencio. La historia de los patios de Palma se remonta al siglo XIII, con la llegada del gótico y culmina entre los siglos XVI y XVIII. En esta época las principales casas de la ciudad son reedificadas y, en algunos casos, reformadas, de acuerdo con el estilo renacentista y barroco.
Todas ellas han sabido combinar su pasado histórico, con la modernidad. Así, hoy se han convertido en edificios institucionales, museos y, en muchos casos, en viviendas independientes donde viven los palmesanos. La mayor parte de estas casonas y palacios suelen ser edificios con una estructura de tres plantas, aunque existen excepciones. Unos presentan rasgos barrocos, otros despiden un aire italianizante, algunos presentan un aspecto eminentemente gótico, mientras que otros exhiben sus ornamentación renacentista.
Grandes casonas que bien responden al dicho mallorquín «sa casa fa es senyor» (la casa hace al señor) en las que abundan las escalinatas, los grandes maceteros y los pozos, sin faltar espléndidas rejas a través de las cuales pueden, en muchos casos observarse.
Más de una veintena de patios se ocultan por las calles Estudi General, Sant Bernat, Zanglada, Almudaina, Morey, Portella, Can Serra, Dusai, Vent, Sol, San Francesc, Terra Santa, Samaritana y Can Savellà. Retazos de historia mallorquina cuajados de historia y de luz.
La Ruta de los patios
Calle Estudi General. Nº, 5, 9 y 15
Can Alemany. Aunque está muy reformado (el estilo es del XVII, pero algunos elementos góticos, como la escalera, hacen pensar que es anterior), este edificio del siglo XVI perteneció a la familia de los Alemany.
Can Ferragut. Fue construida en el siglo XVI. En su patio destaca la reforma realizada en 1963 en donde se instalaron dos murales cerámicos bajo dos arcos ciegos.
Can Llorenç Villalonga. En ella vivió el escritor mallorquín del mismo nombre, aunque la casa pertenecía a su esposa. No hay que descuidar de la mirada, el pozo octogonal.
Calle Sant Roc, 9
Can Alomar. Fue del político Gabriel Alomar. El patio cuenta con dos vestbulos cubiertos por artesonado de madera.
Calle Sant Bernat, 1
Hospital de Sant Pere i San Bernat. Construido en el siglo XVIII, uniendo la casa que en 1495 había cedido el sacerdote Antonio Lana, para fundar un hospital para religiosos.
Calle Zanglada. Nº 2a y 2b
Can Comasema. Perteneció a la familia de los Vich de Superma que reedificaron la casa en el siglo XVIII. Destaca la escalinata, decorada con hierros forjados, con aires muy modernistas. Actualmente acoge diferentes oficinas del Ayuntamiento.
Calle Almudaina, 7
Can Oms. El patio de esta casa mantiene intacto su estilo original. Es uno de los mejores que se conserva de la época.
Calle Morey. Nº 8 y 9
Can Ordines d’Almandrà. Sobresalen las dos puertas del vestíbulo; la de la izquierda renacentista y la de la derecha con elementos del mismo estilo y características góticas.
Can Oleza. Es uno de los edificios más importantes de Palma. No en vano fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1973.
Can Canet. El escudo del que fue su dueño en el siglo XVII, el Doctor del Reial Consell, Jaume Canet, puede observarse en los capiteles del patio.
Calle Portella. Nº 5 y 14
Ca la Gran Cristiana. Se denomina así porque la dueña del edificio en el siglo XIX era conocida por este apelativo.
Ca la Torre. Fue edificada a finales del XVI y principios del XVII, sobre las murallas de Palma. El patio está totalmente abierto. Uno de sus laterales forman parte de la muralla.
Calle Can Serra, 8
Can Formiguera. Fue casa del conde de Santa María de Formiguera, título que concedió Felipe IV en 1632 a Pere Ramon Burgues Zaforteza i de Villalonga.
Calle Can Dusai, 3
Can Dusai. De origen gótico, fue reformada por la familia Dusai en el siglo XVI. El pavimento es de piedra irregular de Binissalem.
Calle Vent, 7
Cant Lladó. De ella dicen que es una de las casas más antiguas de la ciudad. El patio tiene forma de trapecio.
Calle Sol. Nº 7 y 12
Can Catlar-Cal marquès del Palmer. La fachada fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1973.
Can Bisquerra de Gabellí. Pertenece al siglo XVI aunque el patio y los hierros que decoran la escalera principal pertenecen al siglo XVIII.
Plaza de Sant Francesc, 10
Can Morargues des Racó. Pertenece a la familia Moragues, que todavía conserva la estructura y distribución de una casa señorial.
Calle Terra Santa, 5
Can Terrasa. Edificio originariamente gótico, conserva de este estilo el arco apuntado que da paso al patio abierto desde el vestíbulo.
Calle Samaritana, 4
Can Dameto de sa Quartera. Construida en el siglo XV, el edificio sufrió una importante reforma en el siglo XVIII que afectó al patio.
Calle Can Savellà. Nº4 y 15
Can Sureda. Una de las muestras más representativas de la arquitectura civil del siglo XVIII.
Can Juny. El patio lo componen tres espacios. La escalera se inicia en el vestíbulo y atraviesa el muro de carga mediante un pequeño arco.
Can Catlar de Llorer. La casa ha sido dividida en apartamentos. Se conserva el patio de estilo gótico.