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La Rochelle: un tranquilo rincón de la costa atlántica francesa

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Dispone además de cuatro puertos: el Viejo Puerto con sus famosas Torres, el puerto del comercio de La Pallice, el puerto de pesca de Chef de Baie y el puerto de recreo des Minimes, donde tiene lugar la Grand Pavois, primer Salón Náutico flotante de Europa. Nuevos barrios como el barrio del Gabut repleto de casas coloridas o el barrio cercano al puerto de Minimes crecieron a su alrededor. Hoy en día, este puerto atrae a los visitantes con un ambiente agradable que invita al paseo. Sus callejuelas y sus puntos de atraque atraen cada año a 3 millones de turistas, lo que la convierte en la tercera ciudad más visitada de Francia.

La Rochelle
La Rochelle (Francia)

El Gran Reloj vela sobre el azotacalles como velaba sobre la ciudad cuando era la antigua puerta del recinto medieval. Podemos beber una copa de cerveza en una de las terrazas del puerto admirando los veleros. En frente, las torres se reflejan en el estanque del pequeño puerto. ¡No, no es un decorado! Las tres torres que guardan la entrada de la ciudad datan de los siglos XIV y XV. Aquí es donde, con la mirada perdida entre los mástiles de los barcos, uno se dice a sí mismo que estaría bien pasear por la isla de Ré.

El encanto de La Rochelle reside casi siempre en sus barrios. Ambientes diferentes para cada momento del día. Por ejemplo, el Viejo Puerto para un desayuno en una de sus terrazas, después, rumbo al mercado para llenar la cesta de productos frescos. Cada mañana, en esta plaza del siglo XIX, a los habitantes de esta ciudad les gusta llenar sus cestos de productos buenos y sabrosos. Porque si uno quiere pescado u ostras, aquí es donde hay que venir. El miércoles y el sábado son los días del gran mercado. Aquí, las tablas de los carniceros, queseros, y pescaderos, se desbordan al igual que ocurre con los fruteros y vendedores de verduras en la plaza y calles vecinas.

Comprar comida de primera calidad en este mercado es dejarse tentar por los productos de la tierra, las ostras, el pescado y los mariscos, los famosos mejillones de Bouchot, Cognac, Pineau, el pan, los quesos…Porque este  mercado es algo atractivo. ¡Qué remolino de olores y colores! El barrio vive momentos vibrantes en esta plaza y sus pequeñas calles adyacentes. Sin embargo, por la tarde, hay un cambio de decorado y de ritmo, este hermoso lugar vivo y colorido se adormece.

Playa. La Rochelle, en Francia

Más tarde, cuando la luz declina, la cena puede ser exótica o típica de esta región, según nuestra inspiración. Pronto los restaurantes del barrio de San Juan de Pérot van a servir sus primeros platos. ¡Qué ebullición! ¡Qué mezcla de olores! Del perfume yodado de las conchas de los típicos moluscos (ostras, mejillones, almejas, caracolas…) a las especias azucaradas de Oriente, La Rochelle nos invita a probar todas las gastronomías del mundo que podemos encontrar en sus mesas.

Y, al final, uno se puede fumar un cigarrillo, o un puro, al tiempo que charla entre amigos tomando una copa en las terrazas de los agradables bares que hay repartidos por el centro de esta hermosa ciudad.

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