Aquí, en La Calahorra, capital del Marquesado, huele al aire fresco de Sierra Nevada, a los pueblos de la Alpujarra Almeriense, al otro lado de la sierra, a la que se accede por el puerto de La Ragua; al influjo moruno de su fortaleza y a la cal de las casas-cueva de la cercana Guadix.
En la cara norte del puerto de La Ragua, único paso entre las dos laderas de esta particular sierra, las casas apenas se dibujan bajo la loma del castillo. Ora un tejado, ora una chimenea blanca y, sobresaliendo un poco más, el chapitel metálico del campanario de la iglesia de la Asunción.
Pero si de algo se siente orgullosos sus vecinos es de ser la capital del señorío de los Mendoza, que engrandeció el lugar. Fue el hijo el primogénito del gran Cardenal Mendoza, quien mandó construir el edificio que ha simbolizado las tierras del Marquesado. El castillo-palacio de La Calahorra se construyó sobre una antigua fortaleza árabe, aunque muchos estudiosos aseguran que esta fortificación ya existía en otra época. Pero lo que el viajero puede admirar hoy en día es uno de los dos castillos andaluces, remodelados a principios del siglo XVI, que fueron pioneros en la implantación del Renacimiento en España.
Al igual que el castillo de los Vélez, en Almería, la fortaleza de La Calahorra responde a la apuesta de sus propietarios por dar un giro a la construcción e instaurar un nuevo estilo y unas nuevas tendencias que estaban triunfando tanto arquitectónicamente como artísticamente en Italia. El primer Marqués del Zenete, encargó el proyecto a Lorenzo Vázquez y trajo artistas genoveses y lombardos. El castillo-palacio gira en torno a un patio cuadrado, con arcadas de medio punto sostenidas por columnas corintias en dos plantas de altura. Las galerías de los dos pisos se cubren con bóvedas. Las más nobles se hallaban revestidas con ricos artesonados, que hoy han desaparecido.
Dominando el altiplano que forma el Marquesado, sobre los pies del castillo se extienden sus casas, mientras que la iglesia de la Asunción, trata de competir con la solera de la fortaleza. Situada en la plaza de la Constitución, es testigo, en las fiestas, del cambio del foro que se convierte por unos días en plaza de toros para celebrar los encierros.
El altiplano del Marquesado contrasta con los imponentes «muros» que forman Sierra Nevada. Mientras que, en el centro, el castillo de La Calahorra, forma una singular mezcolanza. Aires morunos que se entrelazan con los más finos y elegantes trazos del Renacimiento italiano.
La ajetreada historia de los Mendoza
Rodrígo Díaz de Vivar y Mendoza fue el primogénito del Gran Cardenal Mendoza. Curiosamente, la Reina Isabel, tan estricta en cuestiones de moral, consintió los deslices del cardenal. El nombre de Rodrigo obedece al empeño de su padre por emparentarse con El Cid. De hecho heredó el Condado del Cid en Jadraque (Guadalajara). El primer marqués de Zenete tenía fama de casquivano y violento. Se casó una vez y enviudó, enamorándose perdidamente de una muchacha de quince años que rapto de un convento y con la que se casó. A pesar de los impedimentos, Rodrigo hizo construir para su amada el Castillo-Palacio de La Calahorra, donde alojó a su mujer.
Tuvo una educación refinada y se dice que poseía una fabulosa biblioteca. Su hija Mencía, también destacó por su cultura y siempre fue vigilada por la Inquisición, pues se comentaba que propagaba el erasmismo por la zona. A pesar de que nació en Jadraque, pronto se trasladó a La Calahorra.
Un castillo con sabor italiano
Declarado Monunmento Histórico Nacional, la fortaleza de La Calahorra domina el pueblo. Se construyó entre 1500 y 1513 por Rodrigo Díaz de Mendoza. Posiblemente, los viajes que el primer Marqués del Zenete realizó a Italia, le llevaron a tomar buena nota a la hora de construir su palacio. Resulta sorprendente, que tras una primera apariencia de construcción puramente castrense, se halla la elegancia y la finura de las influencias renacentistas italianas.
Para ello, contrató a Lorenzo Vázquez como director del proyecto y quiso que el proyecto se llevara con fidelidad. Esto le ocasionó muchos problemas con los vecinos del Zenete. De hecho, llegó a encarcelar al arquitecto.
Contrató al escultor Michele Carlone y encargó directamente a talleres italianos tallas de mármol de Carrara, especialmente para la decoración del segundo piso.
Datos prácticos
Llegar. Desde Granada o Almería por la A-92 de donde sale un desvío que conduce a La Calahorra. Esta localidad el único paso de acceso entre las dos laderas de Sierra Nevada, a través del puerto de La Ragua.
Dormir
Hospedería del Zenete. Al sur-este de la provincia de Granada, en el Marquesado del Zenete, el imponente altiplano de la Calahorra, a 1.100 metros de altitud, y flanqueando por las últimas estribaciones de Sierra Nevada, encontramos, desafiante al paso de los siglos, el Castillo-Palacio de la Calahorra, construido por el Marqués del Zenete en el siglo XV. A su ladera y ajeno a rutas turísticas convencionales, pero inmerso en un habitat de generosa belleza, entre pueblos blancos, el cielo azul intenso y coronado por las cumbres nevadas, encontramos la Hospedería del Zenete. Tel.: (+34) 958 67 71 92
Manjon**. Calle los Caños, 20. Tel.: (+34) 958 677 081
La Bella. Hostal Rural y restaurante. Ctra. de Aldeire nº 1 Tel.: (+34) 958 67 72 41
Yantar.
Migas de pan, salmorejo y rin-ran. El queso de Zenete se elabora de forma artesanal y es una verdadera delicia.