Suave, afrutado, fresco… con un perfecto equilibrio entre esa casi acidez y su aroma. Podemos hablar del cava joven, el que no es de larga crianza y que representa a las uvas de la forma más natural y en toda su redondez y esplendor. O quizás el cava reserva, vivo y brillante, con un reposo mínimo de 15 meses, en el fondo de las silenciosas galerías subterráneas, este reposo le dan un toque a fruta ya madura.
El gran reserva, al que sus 30 meses de crianza en las cavas, le convierte en único y con reposada personalidad. Únicamente se elabora en los tipos bruts. Y por último el cava rosado. Las uvas monastrell, pinot noir, garnacha tinta y trepat le dan su singular color, haciéndonos recordar el sabor de los frutos rojos. Una bebida que nos llega de la tierra y el trabajo, hasta el espíritu.
Podemos acercarnos al cava a través del modernismo, ese estilo arquitectónico creado por el gran Antonio Gaudí y continuado por sus alumnos. Esa arquitectura etérea, sublime, casi mágica. Algunos de los seguidores más aventajados de Gaudí, decidieron volcar toda su creatividad en edificios modernistas y curiosamente muchas de esas construcciones fueron bodegas donde nace y se transforma la uva en cava.
Al visitar estas bodegas, conocidas como las catedrales de cava, nos dejamos llevar por los cinco sentidos: Mirando la belleza de estas edificaciones y el color del cava, blanco, rosado, rojo… Escuchando el eco de los espacios y el burbujeo en la copa. Oliendo el moho de las bodegas y los aromas de la bebida. Tocando las piedras y las maravillosas botellas perfectamente colocadas en la semipenumbra de las cavas. Y al final ese sabor maravilloso, fresco y cosquilleante del cava.
Bodegas modernistas, las catedrales del vino
Comarcas tarraconenses de la Conca de Barberà y Terra Alta esconden un desconocido tesoro arquitectónico: las bodegas levantadas a principios de siglo gracias, la mayoría, al cooperativismo agrario. Sus siluetas como catedrales con sus vidrieras incluidas, es un buen ejemplo de la historia de la Cataluña rural.
Del cambio de vida en el Camp de Tarragona durante la segunda década de este siglo es la anécdota que contaba el arquitecto César Martinell, uno de los creadores de las bodegas más significativas, la respuesta que recibió de aquellos payeses cuando, interesado por el tipo de vinos que elaboraban, le contestaron: «Verá usted, si no se nos agria, hacemos vino, y si se nos agria, hacemos vinagre». El siglo XIX había acabado con la propagación de la filoxera y las revueltas campesinas contra el pago desmesurado de impuestos.
Y así nació el movimiento cooperativo agrario, que convirtió el espíritu individualista del labrador en un sentido más comunitario y solidario. Se levantaron múltiples bodegas que rivalizaron entre sí arquitectónicamente, buscando nuevas técnicas para las elaboraciones y que se muestran hoy día como auténticas catedrales. Diferentes comarcas catalanas, entre Tarragona y Barcelona, reunidas alrededor de extensos campos de viñedos: Conca de Barbera, Priorat, Alt Camp, Terra Alta, Alt Penedés y Vallés Occidental. Un modernismo agrario… estas bodegas son hermosas y se elevan firmemente, con ánimo de resaltar y perdurar en el tiempo.
Alt Camp y la Conca de Barbera incluyen en su patrimonio monumental la mayor concentración de bodegas modernistas de Cataluña. César Martinell i Brunet, Pere Domènech i Roura y otros arquitectos construyeron las llamadas catedrales del cava con el fin de dar impulso a la modernización de la agricultura y a la técnica de elaboración del vino. El resultado fue espectacular ya que las influencias artísticas de la época dotaron aquellas bodegas de una belleza arquitectónica que más tarde sería estudiada y admirada por los seguidores del modernismo catalán.
Levantadas en los pueblos, su simbiosis con ellos era perfecta. Estos edificios, siguiendo la más clásica arquitectura modernista, reflejaban su finalidad utilitaria y a la vez trataban de armonizar con el ambiente que los rodeaba. Sus arquitectos, vinculados a la mancomunidad catalana, creían en la concepción de los proyectos, la belleza de la obra y la visión de la sociedad que representaban. Y así las construyeron.
Cooperativa Agrícola de Rocafort de Queralt. Conocida como “Les Tres Naus”, fue la primera, más emblemática y espectacular obra agraria de Cesar Martinell i Brunet, se completo en tres fases, la nave central en 1918, la derecha en 1931 y la izquierda en 1948, y aplicó lo que él llamaba funcionalismo experimental, es decir, la observación de las características propias de la comarca y la atención a las demandas de los viticultores para tratar de ajustarse a las necesidades para llegar a un buen resultado final. Por ejemplo las cámaras de aire que aislaban entre si los depósitos subterráneos y las aberturas de salida del ácido carbónico. También implementó, y con ciertos problemas, la utilización de arcos equilibrados.
Cooperativa Agrícola de Barberà de la Conca. Cuando llegamos a Barberà se encuentra con un gran cartel que le informa de que allí se creó, en 1894, la primera sociedad cooperativa en España integrada por aparceros y pequeños propietarios. Sería en 1920 cuando se encargo la construcción de esta bodega a Cesar Martinell y Brunet y se acabaría en 1921. Destaca la torre del depósito de agua y el uso decorativo de los arcos parabólicos de ladrillo interiores, la situación de las ventanas para la ventilación de las naves y se utilizaron por vez primera las bóvedas tabicadas verticales para sustituir los muros de contención de tierra en los depósitos subterráneos.
Cooperativa Agrícola de L’Espluga de Francolí. El edificio fue edificado en 1913 por Pere Domènech i Roure, a partir de una idea de su padre, Lluis Domènech, uno principales exponentes del modernismo catalán junto a Gaudí y Puig i Cadafalch. El aspecto exterior de la bodega es semejante a la de Nulles y Rocafort de Queralt. Se la ha bautizado como «la Catedral del Vino», un apelativo justificado con creces para una de las primeras bodegas modernistas de Cataluña. En esta catedral tan especial se rinde culto a los vinos, cavas, aceites, así como a vinos generosos, rancios, mistelas y moscateles. La bodega acoge el Museo del Vino, espacio de visita obligada.
Codorníu. A finales de siglo se proyecta la construcción de la nueva bodega Codorníu, que finalizo en 1915 diseñada por Josep Puig i Cadafalch, en 1897 se hacen proveedores de la Casa Real Española. En 1976 su bodega fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional.
Recorrer sus bodegas subterráneas con 26 kilómetros y cinco pisos por debajo del suelo, es algo digno de experimentar, recibiendo 200.000 visitantes al año, todo un mundo subterráneo de calles con nombres de regiones españolas, personajes celebres o países del mundo, para no perderse.
El 12 de octubre de todos los años, pasada la vendimia, se celebra “La semana del Cava”, con jornadas de puertas abiertas, en donde se puede disfrutar de catas, conciertos, etc.
Freixenet. El arquitecto fue Josep Ros i Ros. Probablemente su obra más importante fueron las Cavas Freixenet que diseñó para Don Pedro Ferrer i Bosch cofundador de Freixenet junto con su esposa Dña. Dolores Sala i Vivé y que fue iniciada su construcción en 1924 y finalizada en 1927.
En el interior de este edificio, encontramos una colección muy especial: Es la colección privada de copas de Doña Gloria Noguer de Ferrer, esposa del presidente de Freixenent Don José Ferrer. Esta original y preciosa colección la inicio a finales de los años cincuenta, cuando acompañaba a su esposo en los numerosos viajes de negocios por todo el mundo. Consta de unas 1600 copas. Copas Españolas, Inglesas, Alemanas, Rusas, Francesas, Italianas, Norteamericanas, Sudamericanas, Asiáticas, etc. Tiene copas de la época romana del siglo III, copas ceremoniales del siglo XVIII para sellar matrimonios, de grandes artistas del cristal como René Lalique… un museo único.
Heredad Segura Viudas. Asentada en una masía del siglo XIII. La Masía es un hermoso edificio de piedra, rodeada de viñedos, su primera edificación fue la torre Galimany en el siglo XI. La torre ocupada en un principio, por razones militares, con el paso de los años se le realizaron varias ampliaciones, que dejaron huella de la presencia de diversos estilos arquitectónicos: visigótico, románico y gótico. Esta finca elaboró sus primeros vinos espumosos a finales del siglo XIX. Sus galerías subterráneas tienen un gran valor arquitectónico y sobre todo visitar su “cementerio de vinos”, cava donde se guardan las más antiguas reservas.
Dónde dormir
Can Bonastre Wine Resort*****. Existe algo mas glamoroso que un hotel entre antiguos viñedos , modernas habitaciones de diseño y decoradas con todo detalle, un completo SPA donde podemos gozar de tratamientos de belleza mientras contemplamos el paisaje de las montañas de Montserrat, estanques con ocas, jardines de cactus, y hasta un helipuerto para poder realizar viajes en helicóptero sobre los viñedos y montañas. también cuenta con un creativo restaurante “Tribia” (una variedad de uva). Tel.: (+34) 93 772 87 67
Gran Claustre Hotel****. Hotel situado en el casco antiguo de Altafulla a unos minutos de la playa. Este hotel es un antiguo edificio de 1746, está totalmente reformado, con habitaciones llenas de encanto, piscina, jacuzzi en la última planta desde donde se divisa el mar, SPA, bicicletas, etc. Tel.: (+34) 977 651 557
Dónde comer
“Molí del Mallol” en Montblanc. Tras su restauración, este molino del siglo XIII está especializado en calçots y caracoles a la llauna. Tel.: (+34) 977 860 591
“Cal Blay” en Sant Sadurni d’Anoia. Restaurante enogastronómico con nueva cocina catalana y una muy completa tienda de productos de la zona. Tel.: (+34) 93 891 41 52
“Bruixes de Burriac” en Altafulla. Moderno restaurante con cocina muy cuidada y original. Muy buen servicio. Tel.: (+34) 977 651 557
De compras
Todas las bodegas tienen tiendas de cavas, vinos, aceites y otros productos propios de la zona. En Vilafranca del Penedes comprar un dulce llamado “Catànies”. Elaborado con la almendra marcona caramelizada, bañada con una receta secreta de praliné y frutos secos y recubierta con cacao en polvo.
Es característica de Sarral la industria del alabastro, destinado a objetos decorativos. En la Espluga de Francolí y en Monblanc existen importantes centros de forja artística; en Montblanc i Belltall se elaboran trabajos artesanales de cerámica.