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Deporte: el mejor amigo de nuestra salud

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Como todos sabemos, hacer ejercicio es algo esencial para el buen estado de nuestra salud. Contribuye a mejorar diversos ámbitos de la misma como puede ser el sistema cardiovascular, pero también a minimizar la aparición de futuras enfermedades de toda índole. Desde el cáncer hasta la diabetes, pasando por los problemas derivados de unos altos niveles de colesterol.

 

Pero además, la práctica frecuente de algún deporte es algo que también nos ayuda a estar más animados y a elevar nuestra energía positiva, aspecto fundamental para rendir al cien por cien en nuestro día a día. Esto es algo que viene motivado por el aumento de los niveles de una serie de hormonas vitales en nuestro bienestar. Por un lado, la serotonina nos reduce la posibilidad de desarrollar cuadros depresivos, nos aporta esa sensación de relajación que nos invade después de realizar alguna actividad física y nos ayuda a conciliar el sueño. Por su parte, la dopamina, hormona relacionada con las adicciones, es la responsable de que notemos cierto placer después de hacer ejercicio y, al mismo tiempo, hace que tengamos ganas de seguir haciéndolo en los días sucesivos. Y, por último, las endorfinas son las causantes de que estemos de mejor humor tras hacer deporte, de que nos sintamos alegres y, en muchos casos, hasta eufóricos.
 

El calzado deportivo y la importancia elegir el adecuado

En muchas ocasiones, tendemos a dar prioridad a la estética como criterio más importante para decantarnos por unas zapatillas de deporte u otras. Y no es que sea algo superfluo: al fin y al cabo todos queremos tener el mejor aspecto posible, algo que sin duda contribuye a nuestra seguridad como individuos.

Sin embargo, lo más importante para que un calzado deportivo sea óptimo es la comodidad y la adaptación tanto a nuestra anatomía como a la actividad deportiva para la que lo vayamos a emplear. Y es que nuestros pies soportan a diario elevadas presiones y necesitan que los protejamos de la mejor forma posible. Un calzado inadecuado puede ser causante de que desarrollemos problemas en diversas partes de los pies, que incluso pueden llegar a convertirse en algo crónico.

Por eso siempre deben primar las prestaciones a la hora de decidirnos por una alternativa u otra. Lo cual no quiere decir que tengamos que renunciar a nuestro estilo ni mucho menos, puesto que hoy en día existen multitud de marcas y modelos de calidad con opciones para todos los gustos. Desde zapatillas de deporte para hombre, para mujer o para niño hasta ejemplares adaptados a la práctica de cada deporte o tipo de superficie concreta. Las opciones son casi interminables, pero esto lógicamente no siempre ha sido así. Desde la aparición del calzado deportivo han sido muchos los años transcurridos hasta llegar al sofisticado producto del que podemos disfrutar en la actualidad.

 

 

Historia de las zapatillas deportivas

Parece ser que el origen del calzado deportivo (o al menos la primera aproximación a lo que finalmente ha acabado siendo) tuvo lugar en el Amazonas, donde ya desde finales del siglo XVIII algunas tribus indígenas utilizaban el caucho obtenido de dos variedades de árbol, la Hevea brasiliensis y la Hevea benthamiana, para proteger sus pies de los accidentados y húmedos suelos de la selva. El método de fabricación era tan sencillo como ingenioso y consistía en sumergir los pies en el látex obtenido de los árboles para después secarlos con el calor del fuego. De esta manera, cada individuo obtenía un calzado a la medida exacta de su pie con el cual poder correr por los terrenos más difíciles sin temor a lastimarse.

Tras esta primera versión, documentada en libros de botánica, de lo que vendría a ser una especie de zapatilla deportiva, hay testimonios que apuntan a que, no mucho después, en algunas fábricas de caucho y dados los excedentes de este material, se empezó a elaborar un calzado con suelas de goma que, sin embargo, no tuvo mayor trascendencia seguramente debido a su tosquedad.

Casi un siglo más tarde, en Inglaterra, se comenzaron a fabricar hacia 1860 unos zapatos bajos de lona con suela de goma destinados a la práctica del croket por parte de las clases más pudientes, convirtiéndose en el primer calzado para deporte comercializado con cierto éxito.

Pero para hablar de los primeros ejemplares comercializados a nivel popular tendríamos que irnos a los Estados Unidos de principios del siglo XX. En 1917, la compañía U. S. Rubber sacó a la venta su modelo Keds y, basándose en éste, dos años después Converse empezó a fabricar su primer modelo de emblemática saga All-Star.

A partir de este momento, el calzado deportivo comienza a ser adaptado a la práctica de cada disciplina, perfeccionándose con el paso de los años hasta lo que conocemos hoy en día.

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