El poni asturcón después de siglos de un extraordinario rendimiento, estuvo a punto de perecer por el avance del industrialismo. Protegido en las montañas del Norte de España, en una tierra tan bella como complicada para las comunicaciones, el asturcón ha sobrevivido fiel a sus orígenes y ahora empieza a extenderse y a merecer el reconocimiento que nunca tuvo.
Agil, armonioso, fuerte y resistente. Así es el asturcón, uno de los ponis más antiguos y puros del mundo. El primer testimonio de su existencia está recogido en el año 80 a. de C. Ya entonces se valoraba de modo especial por su velocidad y por su valor en combate. También por la suavidad de su paso. La presencia romana en Asturias le otorga el nombre al caballo que habían descubierto.
Bastantes siglos después los asturcones seguían siendo muy apreciados. En la publicación irlandesa «Two Bokes of the Histories of Ireland» se cita que en el siglo XV se refieren a ellos en los siguientes términos: «un noble quiso comprar uno de ellos (y no se lo vendió) ofreciendo cien semejantes, los impuestos de cinco años y un nido de halcones durante siete años».
Aunque su uso tradicional esta relacionado con las tareas agrícolas a lo largo de estos siglos, también fueron comercializados para otras tareas. Por ejemplo fueron utilizados en París para el tiro de pequeños carruajes en el siglo XIX.
Hoy también se defienden en la actividad deportiva. Varios asturcones se han proclamado campeones de España de equitación en diferentes modalidades durante los últimos años.
El asturcón forma parte de una amplia familia de ponis que se conservan en el denominado Arco Atlántico, la franja del litoral oceánico que va de Portugal a Escocia y que comprende España, Francia, Inglaterra, Gales e Irlanda. En total hay reconocidas nueve razas de caracteristicas similares: Garrano, Asturcón, Pottok, Dartmoor, Exmoor, Gales, Connemara, Shetland y Highland, muchas de las cuales se han extendido por el mundo dada sus características.
Las condiciones naturales de Asturias, una región montañosa y abrupta, de comunicaciones difíciles hasta el siglo XX ha sido una circunstancia de doble filo para el asturcón. Por una parte protegió la pureza racial, impidiendo cruces que le hicieran perder las señas de identidad, pero, por otra, limitó su divulgación y salida al exterior, pese a las enormes virtudes que atesora.
En la actualidad el asturcón sigue con una vida dura en el monte, pero empieza a extenderse su crecimiento en fincas de cría, donde el cuidado humano permite la selección y el desarrollo de los mejores ejemplares.
Una vez domados se les observa un temperamento excelente, muy noble. Son un poni ideal para los niños. Muestran de forma natural unos aires vistosos y característicos, y un vigor desproporcionadamente alto para su tamaño. Su acción es suave, sencilla y muy cómoda, a lo que hay que añadir su disposición natural para el salto. Con el arnés, dada su fortaleza, demuestran aptitudes excepcionales.
El aspecto general de un asturcón es el de un poni ágil, armonioso además de fuerte y resistente. Su capa es de color negro, aunque a primera vista el asturcón invernal presenta una apariencia totalmente diferente a la estival. Su adaptación a los rigores de la montaña provoca que durante la época fria el animal se recubra de una masa pilosa de color castaño que le protege.
La cabeza es pequeña, de perfil ligeramente cóncavo y rematada por amplios ollares. Los ojos son negros, grandes y vivaces. Las orejas, pequeñas y de una gran movilidad, flanquean una despejada frente cubierta por un tupido fleco. Un cuello de mediana longitud, algo arqueado en los machos, del que se precipitan una densa y prolongada cascada de crines. Las espaldas muy inclinadas, grupa también inclinada y nunca doble con una cola de abundante pilosidad. Un amplio arco costal con un frente pectoral de musculatura bien definida reposan sobre unas extremidades finas con cascos pequeños y redondeados muy resistentes. Su alzada medía es de 1,25 metros dependiendo en gran manera del sistema de cría.
* El Corru se dedica a la cria de asturcones desde 1993 y nace con la ilusión de, consevando la pureza racial, mejorar belleza y funcionalidad de esta histórica raza. Para lograr este objetivo se buscaron reproductores con los mejores orígenes (ganaderias El Trisquel y El Redol) y se efectuó entre ellos una selección. Sus ejemplares pastan en Asturias, cerca del mar Cantábrico, con un clima muy suave durante todo el año, lo que proporciona muy buenos pastos para un correcto desarrollo de potros y potras. Frutos de este ambicioso proyecto son los primeros premios alcanzados en los concursos morfológicos de la Ascensión, en Oviedo, y San Agustín, en Avilés, que ya demuestran la calidad de los asturcones de EL CORRU.