La zona natural del Alto Tajo conserva una amplia variedad de flora, fauna y paisajes que la convierten en un paraje único dentro de la Península Ibérica. Su riqueza natural llega multiplicada por el buen estado de conservación de las poblaciones animales y vegetales de la zona y los muchos endemismos del lugar.
Sin duda, la extensa enumeración de todas las especies vegetales y faunísticas que engloba la zona del Alto Tajo ofrece una imagen perfecta de los valores que son necesarios ubicar bajo una precisa protección legal. No obstante, cada individuo no es más que una referencia, mientras que la observación del conjunto paisajístico, su globalización, permite obtener una visión mucho más exacta de la riqueza de este lugar.
De hecho, este último ejercicio presenta el Alto Tajo como una conjunción de paisajes en los cuales se alternan las llanuras con las quebradas hoces y los cortados rocosos. Un lugar en el cual se distribuyen una serie de microhábitats variados y bien conservados donde perviven muy diferentes especies de flora y de fauna, adaptadas tanto a la meseta como a la montaña, al tupido bosque de pinares como al matorral.
En este sentido, una de las principales características es el clima. La altitud y situación del Alto Tajo facilitan una meteorología caracterizada por temperaturas frescas, moderadas precipitaciones y un ambiente de cierta continentalidad, dentro del ámbito mediterráneo. Así, nacen inviernos fríos y rigurosos, con temperaturas muy bajas (medias inferiores a los cero grados en diciembre y enero), y veranos cortos y no muy calurosos (julio, el mes más cálido, no supera los veinte grados de temperatura media). Además, la pluviometría es escasa, siendo la primavera la estación más lluviosa (mayo y junio) y julio y agosto los meses más secos.
Cañones, hoces y terrazas
El Alto Tajo se localiza en la rama occidental o castellana de la Cordillera Ibérica. El suelo se compone de materiales originarios entre el Ordovícico y el Cuaternario, predominando calizas, dolomías y margas, aunque areniscas, conglomerados, arcillas, yesos y sales están bien representados. Por contra, son muy reducidos los afloramientos de pizarras y cuarcitas. También son relativamente abundantes los fósiles, encontrándose en la mayoría de las formaciones geológicas. En cuanto a los minerales, hay explotaciones de caolín, cuarzo y arenas feldespáticas, pero los más típicos son los aragonitos, yesos rojos y los jacintos de compostela.
Pero el aspecto más destacado de la geología del Alto Tajo son las curiosas formaciones rocosas que se presentan en lugares como la Carbonatada de Chelva, las Dolomías de la Ciudad Encantada, las Calizas dolomíticas del Pantano de la Tranquera o las calizas y dolomías tableadas de Cuevas Labradas. En estos lugares, las piedras se presentan labradas por los agentes erogénicos, sobre todo el agua, como demuestran los múltiples cañones, hoces y terrazas que han dado lugar a grandes escarpes, cascadas y saltos de agua.
Cañones y hoces destacan por su abundancia, longitud, altura y formas singulares, como cuchillos, agujas y monolitos. De hecho, el Alto Tajo es el lugar más extenso en este tipo de formaciones de Castilla-La Mancha. Sin olvidar que las llanuras sobre terrenos carbonatados preentan abundantes simas, dolinas, lapiaces, torcas y tormos. De los ciento veinticinco lugares geomorfológicos dectectados, el gran edificio tobáceo y cascada del Campillo, junto al puente de San Pedro, y el canchal del arroyo del Enebral, en la Sierra del Tremedal, pueden considerase como de interés internacional.
Sin desmerecer otros catorce sitios de muy especiales características: las hoces del Valle de los Milagros, del río Arandilla cerca de la ermita de la Virgen de Montesinos y del río Gallo a partir del término de Ventosa; la cueva de Los Casares; los cañones del río Tajo entre el puente de La Herrería y el Hundido de Armallones, y entre los estrechos del Hornillo y del Horcajo y, desde este último, a las Juntas del Hoz Seca y del río Hoz Seca, entre el barranco de Valdelatas y La Herrería; el salto de agua y las terrazas de Las Cárquimas en Armallones; los edificios tobáceos y las cascadas de Fuente de las Tobas, de La Escaleruela y del Nacimiento del Cuervo; la laguna cárstica de Taravilla y los tormos monolíticos de la ciudad encantada de Chequilla.
Los ríos
Protagonista de gran parte del paisaje, sobre todo como elemento formativo, el agua se distribuye por el Alto Tajo en un gran número de cauces hídricos. La red hidrológica se compone del propio Tajo, desde su nacimiento hasta la desembocadura de la rambla de Carrascosa, y numerosos afluentes directos o indirectos, destacando el Cabrillas, el Bullones, el Gallo, el Arandilla, el Salado, el Ablanquejo, el Hoz Seca y el Tajuelo. Su conservación es buena, lo que permite la pervivencia de un gran número de especies animales asociadas.
Además, comparado con otros sistemas fluviales peninsulares, el Alto Tajo goza de una elevada calidad ambiental en sus tramos medios, algo muy poco común. Los cauces están poco intervenidos, con márgenes estables y vegetación de ribera abundante y variada. Sólo el tramo del río Gallo próximo a la Virgen de la Hoz y los tramos altos del Bullones y del Salado se encuentran alterados.
Por contra, merece la pena visitar los cinco enclaves limnológicos singulares de esta zona: Nacimiento del Río Cuervo, Laguna de la Parra o de Taravilla (el humedal más extenso), Laguna de Valtablado del Río, Salinas de Armallá y Salinas de Saelices .
Cómo llegar: Desde Madrid a Guadalajara por la A-II dirección Zaragoza, tomar el desvió a Cifuentes en el Km 101, una vez llegados a Cifuentes coger dirección Canredondo y, pasado éste, el siguiente pueblo es Sacecorbo, entre otras opciones.