Distintos estudios y estadísticas consultadas respecto de la alimentación de las familias españolas desprenden algunos datos para tomar en consideración por el bienestar y el futuro de los hijos. Así, la atención y el estudio de la alimentación ha pasado a tomar especial relevancia en el entorno del hogar.
Entre los datos consultados llama la atención el elevado porcentaje de manifestaciones de obesidad entre niños, niñas y adolescentes que arroja la cifra de más de un dieciséis por ciento en esta franja de la población en España, por lo que se hace necesario tomar las precauciones necesarias para intentar reducir esta problemática en las familias. Es precisamente en estas edades en las debemos acostumbrar a los hijos a entender y valorar el porqué de prestar atención a nuestra alimentación.
Otras fuentes consultadas, como los datos elaborados por Campofrío, reflejan el grado de satisfacción de los padres frente a esta situación. La preocupación de los padres en este sentido desvela que un 69,7 % afirma que el tiempo es muy importante a la hora de diseñar y preparar aquellos platos para mantener una dieta saludable. Respecto de la relación con sus hijos, un 27 % de los padres coinciden en afirmar que en el momento de las cenas es cuando mayores conflictos se producen. Ello es comprensible dado que en las actualidad, por falta de tiempo son muchas familias que no coinciden en el momento de las comidas del mediodía. Y otro dato relevante es que más de la mitad de los padres estima que antes se comía más saludablemente que en la actualidad. Es igualmente preocupante que las preferencias de nuestros hijos en cuanto a su alimentación ocupe los primeros puestos la pasta, las pizzas, las hamburguesas y las salchichas. y no en cambio, como es deseable por los padres: las verduras, el pescado, las frutas o una pechuga de pavo jugosa, como plato para incluir en una saludable cena.
Estos datos nos invitan a tomar algunas medidas en favor del crecimiento de nuestros hijos y la salud familiar en general. Hace tiempo esto era mucho más sencillo dado que, por lo general en la mayoría de las familias se mantenía la buena costumbre de llevar una dieta mediterránea muy saludable. En cambio, a día de hoy esto no es lo habitual. La disponibilidad de infinidad de alimentos elaborados, la falta de tiempo en el entorno familiar y la habitual presencia de la mujer en el ámbito laboral en cierta manera dificulta que las costumbres alimenticias se hayan modificado negativamente.
Ante esta situación deberíamos tomar precauciones. Algunas tan básicas como evitar el abuso de productos industriales, el buen hábito del ejercicio físico y tener bien presente que se cumplan algunas recomendaciones, como por ejemplo mantener la costumbre de consumir frutas y verduras, no menos de cinco raciones diarias, algo que no se suele cumplir en todos los hogares.
Para comenzar, es importante conocer bien las funciones y características nutricionales de los distintos alimentos. Así, aquellos productos como las carnes, huevos, pescados y legumbres ayudan al crecimiento y la salud del organismo. Un segundo grupo será el encargado de aportar la energía necesaria para mantener la buena actividad del organismo, en este caso son las grasas, aceites, frutos secos, cereales, el pan, las patatas y los azúcares. Y, por último, los alimentos encargados del mantenimiento del buen funcionamiento de organismo son aquellos ricos en vitaminas y minerales: frutas, verduras y hortalizas, algunas grasas y el agua.
Pautas alimenticias a tener presente
Establecido este esquema, se debe mantener en la medida de lo posible algunas recomendaciones sobre hábitos alimenticios, y tener presente que ante todo se debe aprender a disfrutar de la comida, aunque haya que reducir el consumo de algunos alimentos, pero no prohibirlos, ya que no deben existir los alimentos prohibidos, pero si se hace necesario restringir la cantidad y la frecuencia.
Es por ello importante incluir en nuestra dieta sana y equilibrada buena variedad de frutas y verduras, para asegurar el aporte de distintos nutrientes, y con una frecuencia de al menos de cinco raciones diarias de frutas y verduras.
Para reducir el aporte de grasas, son preferibles las comidas cocidas, a la parrilla, a la plancha o al microondas, que los alimentos fritos.
Las grasas vegetales (aceite de oliva, aceite de girasol…) son preferibles a las animales. Deben evitarse los productos elaborados que no especifiquen claramente el aceite que contienen.
Se hace conveniente incluir las legumbres en la dieta dos o tres veces a la semana. Si se acompañan de cereales o pan, se obtienen unas proteínas de alto valor nutritivo que pueden equivaler a la carne.
Claves para mantener una dieta sana y equilibrada
– Basar las comidas en alimentos con fibra, como arroz, patatas o pan integral.
– Tomar solamente una moderada cantidad de carnes, pescado y otras buenas fuentes de proteínas.
– Consumir algo de lácteos, como queso, leche o yogur. Elegir los bajos en grasas, cuando sea posible.
– Observar cuánta sal se toma. La cantidad máxima diaria debería ser de 5 g (2 g de sodio) en los mayores de once años, pero esta cantidad debe ser menor antes de esta edad.
– Prestar cuidado con los snacks altos en grasas, azúcares y bebidas. No tomarlos con mucha frecuencia.
– Reducir las grasas, especialmente las saturadas. Eliminar la grasa de la carne. ¡buen provecho tengan ustedes!